Como es poco nueve para ser delantero centro y poco diez para ser mediapunta, a Jonas Gonçalves siempre se le ha medido más por lo que le faltaba que por lo que tenía. Y hasta cierto punto es lógico. Una vez el fútbol rompió con el 4-4-2, los extremos abiertos y el delantero de área, la figura del segundo punta se vio obligada a disfrazarse de lo que no era. A veces en banda, otras en punta y la mayoría en el banquillo, pero siempre dejando la sensación de que era el acompañante perfecto para todos… Salvo para sí mismo.
Con Soldado sí que se pudo ver al mejor JonasEsto fue precisamente lo que le privó de mayor reconocimiento en Valencia, donde pese a acumular no pocas noches muy lúcidas se fue sin que a prácticamente casi nadie le importase. Digamos que en su estancia en Mestalla hay dos etapas muy bien diferenciadas, aunque no siempre de forma cronológica. Cuando los entrenadores le encontraron un espacio por detrás de Roberto Soldado, la absoluta referencia del equipo, Jonas rindió de manera más que notable. En ese momento, el ahora punta del Villarreal era un ariete muy enfocado a la ruptura y a la definición, sobre todo cayendo al perfil derecho del ataque che. Y Jonas, desde la izquierda, le complementaba tanto espacialmente como con el balón, ocupando mucho la frontal para fijar y asistir. Además, como sabía llegar desde segunda línea, a todo esto le sumó cifras interesantes y muy bien aprovechadas, sobre todo por Unai Emery.
Sin embargo, su presencia no fue ni mucho menos regular. Muchos de sus técnicos, caso en especial de Ernesto Valverde, prefería la figura de un mediapunta mucho más centrocampista, como podría ser Ever Banega, pero como también fueron Canales, Parejo o Piatti. Y en ese rol, Jonas se quedaba corto. Como también se quedó corto cuando se vio obligado a jugar como hombre más adelantado tras la marcha de Soldado, pues, aunque sea difícil de entender, el brasileño no era ni punta ni mediapunta. Era otra cosa.
El Benfica de Jorge Jesus era todo lo que necesitaba Jonas.
El Benfica es el contexto idealEsto evidentemente representa una limitación del propio futbolista, más si cabe en esta época en la que muy pocos jugadores justifican la apuesta por un dibujo concreto. Apuntado esto, lo cierto es que Jonas Gonçalves dejó Valencia para asentarse en uno de los mejores escenarios posibles. El Benfica de Jorge Jesus es absolutamente todo lo que necesita el brasileño para mostrar su mejor nivel. Equipo ofensivo, con mucho ritmo, que siempre juega 4-4-2, que abre mucho el campo con sus dos extremos y que, además, suele dar libertad a uno de sus medios para que se suelte y enganche.
Es decir, un contexto perfecto para que un segunda punta, que es lo que es Jonas, disfrute de sus muchas libertades y no se vea cohibido por ninguna restricción ni obligación. En Benfica ni debe abrir el campo, ni debe ocupar el área ni debe actuar como un centrocampista extra. Todo esto puede hacerlo, como mismamente demostró ante el Zenit en el partido en Lisboa, donde detectó el cansancio ruso y comenzó a aparecer entre líneas hasta que llegó la ocasión de gol, pero siempre bajo su consideración. De ahí que además de sumar cifras espectaculares (59 goles y 21 asistencias en 70 partidos) tanto con Jorge Jesus como con Rui Vitória, que en la práctica viene a ser lo mismo, también esté brillando como pegamento de todo el equipo. Porque ese es su gran valor: hacer de satélite que orbite tanto sobre Kostas Mitroglou, la referencia, como sobre los extremos o el punto de penalti. De esta manera, en este 4-4-2 tan particular como poco habitual, el brasileño no debe ser ni nueve ni diez, sino punzante y creativo. No debe hacer de mediapunta o delantero, sino de goleador y asistente. En definitiva, no tiene que ser Soldado o Banega, sino sólo Jonas Gonçalves.
@Alex_Fuentes98 9 marzo, 2016
No he podido ver al Bénfica en todo el año a excepción de los duelos con el Atlético… ¿Es Jonás el Villa del Atleti 13-14? Al final y al cabo, Simeone es el otro entrenador elite que muere por su 4-4-2, con un punta de referencia y un segundo punta.