Unai Emery es como un reloj. Una temporada más, después de atravesar algunos meses de titubeo, de intentarlo de un modo distinto y no dar con la tecla, vuelve a encarar la última ascensión con el equipo dispuesto y en perfecta alineación. Lo hace, de nuevo, con su plan, aquel con el cual mantiene una curiosa relación en la que hasta enero se suceden los desaires y a partir de entonces, coincidiendo con el nuevo año, se toman otra vez de la mano como si nada hubiese ocurrido. Esta temporada, además, el reto era todavía mayor. Por un lado, los movimientos en verano y la configuración de la plantilla que de ellos nació, fue dando forma a un camino, a una idea, de la que en esta ocasión parecía más complejo desdecirse. Por el otro, el Villarreal había aprovechado la irregularidad sevillista inicial para encaramarse a la cuarta plaza que deseaban desde Nervión. Después de meses con los de Marcelino atesorándola a fuerza de un ritmo de puntuación muy alto, ya casi parecía suya.
El Sevilla FC de Unai superó el muro amarilloPero habrá batalla. En uno de los partidos de lo que llevamos de temporada, el Sevilla recortó la distancia y demostró credenciales y credibilidad competitiva, a partir de unas fórmulas que fácilmente evocan a los últimos finales de temporada de los andaluces. Tranquilidad y pausa en la salida de balón, mucho peso ofensivo de ambos laterales, constantes apoyos entre líneas de los mediapuntas de banda, contundencia rematadora en el área y un Iborra muy adelantado. De esta forma se convirtió el de Unai en el segundo equipo que en la presente Liga es capaz de marcarle más de dos goles en un mismo encuentro a la fortaleza construido por Marcelino. Éste, asimismo, consciente de que la gran baza de su equipo es la defensa y que lo que defendía en esta ocasión era más importante si cabe, redobló esfuerzos en la contención con varias decisiones que la reforzaban. Además del doble lateral que viene ocupando el carril derecho amarillo, Pina se impuso a Trigueros como acompañante de Bruno, y Bailly formó en el lateral izquierdo probablemente como apoyo a los centrales cuando el Sevilla alimentara de centros el área.
Los de Unai Emery llegan de nuevo al final de temporada con su versión más competitiva a punto.
Aun con todo, el Sevilla encontró la manera de agrietar la muralla, que en este caso fue desde las bandas. Con un inicio de la jugada en el que tanto Banega como N’Zonzi participaban desde muy atrás para mandar sobre los tiempos y la dirección, los dos mediocentros hispalenses eran los responsables de conducir el juego hacia la orilla. Mención especial merece el francés, no porque su importancia fuera superior a la del almirante Banega, sino porque tras haber parecido en algún momento una pieza difícil de aprovechar, ha sabido encontrar -o Unai ha sabido darle- el espacio y el rol desde los que convertirse en un activo muy importante para el Sevilla. Formando base de tres junto a los centrales, a veces entre ellos mandándolos casi hasta el lateral, y otras decantándose a la izquierda, es un futbolista vital en la gestión del primer pase y de la continuidad cuando la jugada alcanza el siguiente peldaño.
Los laterales son claves en la idea de EmeryEn él aguardan lateral y extremo, el primero por fuera y el segundo más centrado. Con ellos fue que los locales empezaron a resquebrajar el muro del Submarino, mediante un laborioso ejercicio de vaciado en las zonas de los laterales contrarios. Mariano y Trémoulinas subían, pero no tanto como para hacer coincidir sus posiciones con las de sus respectivos homónimos en el conjunto rival, de modo que a causa de la opción de pase que siempre mantenían abierta, y con Konoplyanka y Krohn-Dehli reclamando atención por dentro, las parejas exteriores del Sevilla fueron alejando a Mario y Bailly de sus centrales. Sobre todo al español, pues fue el carril izquierdo el protagonista en la ofensiva sevillana. Sacado al lateral de posición, los nervionenses triangulaban en banda antes de mandar el pase al espacio liberado, que se convirtió en la plataforma desde la que bombardear de centros el área de Areola, donde esperaban Iborra, Gameiro y los centrales del Villarreal. No así Bailly, a quien Mariano mantenía pendiente de la otra orilla. A la fecunda explotación del perfil zurdo se sumó, tras la reanudación y la sustitución del marfileño, también la del derecho.
Al Sevilla le falta solidez atrás, pero la velocidad de Kevin Gameiro impidió que el Villarreal lo aprovechara.
Pero si por algo se distingue todavía el actual Sevilla del que levantó las dos últimas Europa Leagues, es porque atrás no ha logrado dotarse de la misma solidez que entonces. Por eso, porque su adversario colectivamente dio un paso al frente y porque las individualidades le respondieron, fue capaz el Villarreal de darle la vuelta a la situación y achuchar, por tramos, a Sergio Rico. Con Bruno a los mandos, Bakambu al espacio, Denis apareciendo más allá de su parcela y un ilusionante Adrián haciendo las veces de Roberto Soldado en la frontal del área sevillista. En la segunda mitad también vimos soltarse a Mario Gaspar cuando el rival perdió mordiente por su zona. Teniendo a Kevin Gameiro aún sobre el campo, no la echó de menos Unai para sentenciar el choque y abrir la pelea por la cuarta plaza.
Tactica Fútbol 14 marzo, 2016
A mí con este Sevilla me convences poco apara el más alto nivel competitivo….por lo que comentas en el último párrafo…me parece que carece de cualquier solidez defensiva…ayer el Villareal, que tampoco es el mejor ataque de la competición e individualmente está lejísimos de otros…en los dos periodos del partido en que se va al ataque..le desarma completamente, sin hacer nada del otro mundo…y con ocasiones clarísimas.
También es verdad, hay que decirlo, que Krychowiak y Pareja son individualidades muy potentes de cara a mejorar esto…