El Manchester City enlazó en Anfield su tercera derrota consecutiva en la Premier. De igual modo, acentuó la dura pero objetiva estadística que afirma que todavía no ha ganado ningún partido contra un rival potente en la propia liga inglesa. Y lo peor no reside en los datos, sino en el proceso de descomposición paulatino que está experimentando. Con la excepción de su digna derrota contra el Tottenham Hotspur, el nivel del todavía equipo de Manuel Pellegrini se ha desplomado por una absoluta falta de concentración, motivación o como quiera decirse.
Can y Lallana lo dominaronKlopp, adalid de la verticalidad y el ritmo frenético, hizo su lectura y matizó a su Liverpool a partir de tres figuras con capacidad de pausa. La primera y troncal fue quien, posiblemente, más haya crecido desde su llegada a la ciudad, Emre Can. Partiendo como pivote izquierdo de un 4-2-3-1 pero desempeñando labores de mediocentro puro y único (Henderson voló mucho), se erigió como epicentro de las posesiones rojas. Y más arriba, en escalones dispares, halló continuidad en Lallana y Firmino. Ambos se mostraron muy presentes, muy móviles y muy precisos en el pase, pese a moverse por las zonas más potencialmente agresivas del físico City, las de Kompany, Otamendi, Fernando y Fernandinho.
El Manchester City ha puesto en peligro incluso la cuarta plaza.
Si bien fue un partido que individualmente debe ser separado del resto debido al duro calendario del que escapaban los de Pellegrini, tan duro que hacía tolerable, o comprensible, una jornada de relax, permitió una reflexión importante porque se observaron patrones arrastrados desde que se anunció que el entrenador chileno no se mantendría en el cargo en la próxima campaña.
No es que el Manchester City no quiera ganar la Premier, sino que su (falta de) sistema le exige una mentalización ante un determinado tipo de adversario que, en estos momentos, no tiene la opción de ofrecer. Y dicha tipología es ni más ni menos aquella que representa cualquier equipo de buena calidad técnica que no regale la pelota de por sí. Lo que mata al conjunto del Etihad radica en la obligación de prolongar el ejercicio defensivo, se desinfla al cuatro o quinto pase del oponente; por no mencionar la multitud de errores personales que comienzan a sucederse ahí. El City, en la Premier, necesita intercambiar golpes para competir, el ataque por turnos, no tener que ganarse su derecho a agarrar el balón e intentar hacer gol. De ahí su escaso rendimiento ante los más dotados. Y el tema irá a más a menos que el Leicester se desplome de inmediato. Lo que menos necesitaba Pellegrini para sacar el barco a flote era justo el que parece dibujarse como nuevo marco: que su objetivo, de ser lucharle la liga a Leicester, Tottenham y Arsenal, pase a ser pelearle la cuarta plaza… al Manchester United de Van Gaal. Emocionalmente, por no pocos motivos, eso es una bomba.
Adam 3 marzo, 2016
Increíble que Guardiola vaya a entrenar un equipo de Europa League.