Los primeros años de Javier Saviola como futbolista de la primera plantilla de River Plate fueron un fenómeno social en Argentina. Nombres de los más ilustres, entrenadores, ex futbolistas míticos y hasta el mismísimo Maradona, no dudaron en destacar el genio del menudo pibe millonario y pusieron el nombre de Diego en la palestra. Saviola conquistaba a todos y su River era una máquina de jugar fútbol que sólo claudicó ante los reyes de la Libertadores. Parecía que en su repertorio futbolístico estaba todo lo que un crack insigne del fútbol argentino debía tener. Era una ilusión. En Europa nos dimos cuenta que a él le faltaba un físico competitivo para jugar en la élite. Lo único en lo que destacaba era con su punta de velocidad. Le faltaba potencia, algo de flexibilidad y agilidad, fuerza y, sobre todo, equilibrio. Saviola estaba todo el tiempo en el suelo sin importar si había entrado en contacto directo con algún futbolista o no. Fracasó más allá de las circunstancias. Su promesa nunca estuvo cerca de cumplirse, aunque llegó a vivir buenos momentos con la selección argentina y algunos clubes menores del continente, usando como único recurso su fútbol. El fútbol en color castigó terriblemente a un futbolista de una época de plata, tango y camisetas con botones.
Aunque tardé en reconocerlo, a mi Paulo Dybala me recuerda a Saviola, y sírvase esto como mecanismo descriptivo de aspectos de su fútbol y no como una profecía sobre su futuro. En Dybala encuentro a Saviola porque en él veo ese mismo fútbol que el potrero argentino cultivó en los genes de sus delanteros, especialmente en esos tan pequeñitos y livianos que pareciera que el viento se los fuera a llevar en un arrullo. Es esa pasión por la pared, por el apoyo, por la asociación y por la gambeta. Jugadores anacrónicos, que bien podrían haber salido de un cuento de Fontanarrosa o un recuerdo de Panzeri, pero que son la viva esencia de una de las culturas más potentes que ha dado el fútbol. Y aunque las semejanzas no terminan del todo ahí, de este punto en adelante este artículo toma distancia de una comparación que no es otra cosa que un flash en la memoria de quien escribe.
Dybala es un jugador típico del fútbol argentino de siempre
En 1996, Zinedine Zidane fichó por la Juventus. Ya que el número ’10’ ya lo llevaba cosido en la espalda la estrella del equipo, el francés tomó el ’21’ y lo selló en su camiseta sin saber que ahí edificaría la Juventus un filón importante a nivel simbólico. Cuando Alessandro dejó de ser el fantasista peso pluma de sus inicios, y Zidane se colgó la medalla de campeón del mundo, el hoy entrenador del Madrid tomó el rol de buque insignia del equipo. Habrían de pasar casi diez años para que alguien cogiera el testigo. Andrea Pirlo y sus cuatro ligas pusieron al gigante transalpino nuevamente en el mapa. Se fue Pirlo y el elegido para llevar la ’21’ fue el recién llegado Dybala. No sería lo único que heredaría.
Si Zidane y Pirlo eran ángeles, el argentino es un diablo. Dybala es delantero (foto de la izquierda) y su fichaje tenía como objetivo, además de hacerse con la joven promesa del Calcio, reemplazar a Carlos Tévez en el sistema de Allegri, rol que el cordobés ha cumplido a cabalidad. No importa qué sistema use la Juventus, Dybala siempre ocupa el mismo espacio y las mismas funciones. Lo suyo es jugar de segunda punta muy marcado, es decir, hacer las veces del típico fantasista al que el Calcio rindió pleitesía en sus años más dorados. Desde la era Conte, la Juventus fue engendrada como un equipo principalmente asociativo, seguramente por los recursos con los que contaba Antonio: técnica en el centro del campo y delanteros lentos. Aunque la tendencia se ha mantenido con más o menos rigor con Allegri, la Juventus ha ganado variantes tanto táctica como individuales que le han permitido correr en campo contrario mucho más, lo cual ha optimizado su juego en escenarios fuera de la Serie A. Tratándose entonces de un equipo más largo, Allegri necesitaba alguien que los juntara y asentase sus ataques. Ese hombre el año pasado era Tévez y hoy es Dybala. Mientras Morata estira, Cuadrado desborda y Pogba hace sus cosas, Paulo se erige como el nexo de unión de ese ecosistema. Veamos cómo.
En la Juventus, Dybala es el enlace entre mediocampo y delantera
Curiosamente, en la fase en la que más tiene presencia Dybala es en salida de balón (foto de arriba a la izquierda). Como Pirlo ya no está, Marchisio no es un director de orquesta y a Pogba Allegri le da el tratamiento Ronaldinho, el argentino es quien tiene que hacer el aclarado para que la Juve salga jugando. La decisión es tan radical que a veces pareciera que la Juve jugara con el típico rombo de los 90’s y Dybala fuese el vértice superior y no un punta más. Paulo se ofrece (foto de arriba a la derecha) y la toca mucho y muy abajo. Es el elemento que enlaza los primeros pases con el ataque posicional (Foto). Tanto los defensas como Marchisio lo buscan y lo encuentras entre líneas, para que descargue, se asocie y acelere la jugada. Esto lo hace con virtuosismo: de cabeza (Foto), con el pecho, con la zurda, de tacón, etc. Todo a un toque y mucha velocidad. Los mediocampistas reciben de cara, filtran un pase y la Juventus se asienta en campo rival. Todo obra de Dybala entre líneas (Foto). Estas acciones las combina con controles, giros y conducciones (Foto) que sirven el mismo propósito. El Calcio es lento, da espacios (Foto) en el medio y ahí Dybala surge, ata el balón a su bota y comienza a hacer magia por el carril central, que es su hábitat aunque a veces caiga a banda (Foto).
Eso en transición. En ataque su fútbol es menos vigoroso, pero más dañino. Pero esto último hay que dejarlo para el final. Antes es mejor enfocarse en la irremediable latinidad del juego medio de Dybala: Paulo quiere el balón a toda costa. Se acerca a él y lo pide en todo momento (foto de la derecha). Por eso en campo contrario está tirando desmarques de apoyo al poseedor del balón todo el tiempo, incluso cuando este es Cuadrado (Foto), banda derecha, y el está del otro lado. Dybala se acerca decidido, se ofrece y, nuevamente insistimos, el Calcio le regala un escenario perfecto para agarrar la pelota. Como dijimos antes, Dybala ama la pared (Foto). Sus apoyos los acompaña de un toco y me voy (Foto) que es tradicional del argentino. En la Juventus no hablan su idioma y el balón casi nunca regresa, pero él tira siempre el movimiento. Desmarque de apoyo (Foto), recepción, pase, desmarque inmediato para volver a recibir. Eso cuando no puede conducir (Foto), porque se tiene mucha confianza en esa acción: a pesar de que su punta de velocidad no es la más alta y por tanto su carrera sostenida no abarca muchos metros, sí tiene potencia, fuerza sin ser Messi o Agüero , técnica, habilidad y recursos creativos para driblar rivales en movimientos más o menos rectilíneos. Todo por el carril central, lo que aumenta la productividad de la jugada. El otro escenario en el que se maneja correctamente es en el cambio de orientación, principalmente a Pogba, dándole efecto con el empeine interior de la zurda. Su golpeo no es de seda, aunque sí mágico. Lo mismo que su último pase. Ahí Dybala tiene un potencial que puede hacerle compensar su falta de olfato goleador. Aunque define bien y tiene unas muy buenas cifras, no es un killer. En su fútbol no tiene cargar área o zonas de remate y tampoco siente mucho la ruptura. Sus goles son más bien producto de un buen golpeo de balón (Incluso en tiros libres) y esa dosis de magia de potrero que destilan sus amagos y gambetas en las proximidades del área, virtudes que invitan a creer en él como un recurso potentísimo en ataques posicional ante rivales encerrados. Quizás su defecto más importante sería que pierde el dominio del balón en muchos de sus controles orientados y aquí habría que hacer la salvedad de que no sabría decir si se trata de un problema puramente técnico (De control del balón, taloneo, postura del cuerpo o pisada) o físico (Equilibrio), pero el caso es que se le suelen ir largos mientras el pierde el balance y se tambalea. En todo caso es una limitación que ha aquejado a algunos futbolistas de talento en los últimos años y que no les ha dejado triunfar en la élite, por lo que habría que revisar a mayor profundidad dónde yace el problema específico de Paulo.
Todavía tiene defectos que corregir: es una promesa
¿Qué pierde entonces la Juventus sin Dybala ante el Bayern? Principalmente, a su futbolista más en forma y a su atacante más genial. La Juventus es un equipo de futbolistas planos en el que rompen la tendencia el propio Dybala y Pogba, y un poco menos Cuadrado. Sin embargo, francés y colombiano juegan atrás y abiertos, mientras que el peligro que genere la creatividad del argentino es causado por el centro y por ende mucho más cerca del gol, especialmente si contamos que el Bayern va a meter a la Juve contra su portería. Además, está el tema de la pausa y la calidad técnica que atesora tanto para manejar contragolpes como para saltarse la presión bávara y dar aire a los suyos, clarificando la salida de balón o simplemente sumando segundos de posesión al tanteador juventino. Todas estas cualidades que ante un equipo como el de Guardiola se hacen extremadamente necesarias, sin olvidarnos de un detalle importantísimo: Dybala está tocado por la varita y, sin aparecer en 89′ minutos, es muy capaz de meter un gol en el minuto que sí aparezca. Después de todo, contra el fuego nada mejor que un diablo.
Abel Rojas 16 marzo, 2016
Entiendo lo que quiere señalar el Kun sobre lo del Saviola de River. Etéreamente puedo coincidir. Aunque lo cierto es que futbolísticamente se trata de un jugador muy diferente como luego profundiza el propio texto.
En clave Bayern-Juve, sinceramente no sé qué pensar hasta qué punto alcanza su baja. A mí en la ida me decepcionó un poco a la vez que quedé fascinado por Morata. Sé por supuesto que son atacantes de dimensiones distintas, que Dybala es un proyecto de gran crack y Morata solo un proyecto de "9" titular para un grande, pero quizá también sea cierto que el argentino está una pizca verde y que el español parece tener una relación con los partidos calientes de la Champions que genera optimismo. Además, su velocidad puede ser un factor que la Juventus no tuvo en sus momentos más sufridos de la ida. Solo Cuadrado, que es de balón al pie, podía correr. Morata corre a los espacios.
Por supuesto si fuera Allegri pagaría por que jugara Dybala, pero ya digo, creo que hay una posible lectura positiva.
A la que no se la veo de ninguna manera es a la ausencia de Marchisio.