El Camp Nou proyectó una película que empieza a ser conocida. Durante un rato, a menudo los 30 minutos iniciales, el rival ofrece una imagen espectacular, exhibiendo todas sus virtudes y logrando marcadores positivos. Entonces el Barcelona despierta y tritura a su oponente sin piedad, acumulando ocasiones y filigranas tan portentosas que los análisis previos pierden valor y ya solo se puede sonreír. Con Leo Messi disfrutando como cabeza de cartel, el Barça se regaló un recital de magia de los que se cuelan en la memoria.
El Celta jugó muy bien hasta que la MSN voló todo por los aires
Pero como decíamos antes, la primera parte fue viguesa, especialmente en sensaciones. El planteamiento de Berizzo fue inteligente, meditado y cabal pese a su notable valentía.Berizzo estudió bien el choque Los visitantes plantearon un 4-4-2 con Beauvue en la banda derecha (un antídoto físico idóneo para Jordi Alba) y Wass casi a la misma altura que Guidetti. El objetivo primordial de esa doble punta, el habitual: aislar a Busquets para que la posterior presión alta no fuera superada. Tucu Hernández y Radoja buscaban siempre a sus pares y les hacían jugar de espaldas y fallar pases. Especialmente mal estuvo Sergi Roberto, que intervino poco y mal en la creación desde abajo. La última medida celeste tuvo que ver con los laterales, que perseguían a Messi y (sobre todo) Neymar hasta zonas muy alejadas de su propia portería. Con este escenario táctico, trabajadísimo por parte de Berizzo, el Celta lograba robar y salir rápido, si bien no alcanzaba la meta de Claudio Bravo por culpa de un Mascherano de nuevo notable en la anticipación.
Con Neymar desacertado en sus acciones, la solución culé empezó a llegar una vez más a través de Messi. El argentino se tiró al medio para dar al Barça la salida por dentro que no estaba teniendo con sus interiores. Mientras, le dio tiempo a hacer un golazo de falta, la previa de lo que estaba por venir en el segundo tiempo.
Messi ofreció en un rato un repertorio propio de carreras enteras
La solución táctica que abrió el festival fue la posición de Neymar. El brasileño centralizó su ubicación y pasó a juntarse con Messi, es decir, a ser tarea principalmente del doble pivote del Celta. Radoja tuvo que poner ojos sobre él, algo que liberó lo suficiente a Iniesta para que éste agarrara el partido y lo metiera en el ritmo deseado por los culés. Los gallegos ya casi no saldrían, más alla de la notable pelea de Guidetti en solitario contra la zaga azulgrana. Empezaba el show.
El show de Leo Messi. Contemplar el milagro cada tres días nos aplaca la intensidad del elogio, pero hoy resultaría pecado caer en el error. En apenas 45 minutos, el argentino acumuló un volumen de acciones acorde al resumen de una carrera de diez años, con el añadido de que el talento de Leo emula constantemente a los más grandes de este deporte. Messi mimó la pelota como Maradona en el pase del 2-1 de Luis Suárez. Regateó sobre la línea como Butragueño para forzar un penalti que luego lanzó como Cruyff. Messi ha imaginado vaselinas de Romario, cabezazos de Cristiano y faltas de Platini. Por el contrario, su pase a Neymar en el 3-1 no tiene parangón, porque nadie a esa velocidad vio jamás ese hueco en plena carrera. Su fútbol enganchó al proyecto a Neymar y Suárez, creando así un ataque histórico, de esos que dan la vuelta a cualquier razonamiento.
JLB 15 febrero, 2016
Leo Messi vs Celta:
https://www.youtube.com/watch?v=ZgMTPXzet0Q
Solo produce placer, como si fuera una obra de arte o alguna clase de droga, vaya.
El pase a Neymar me dejo alucinando.