La vuelta de Joaquín al Benito Villamarín no sólo resultaba atractiva por el folclore y su carisma, sino que por encima de todo estaba el tema futbolístico. El de El Puerto de Santa María regresaba a Sevilla con 34 años y sus piernas así lo acreditaban, pero su fútbol había evolucionado de tal manera que, mientras perdía su famoso sprint, comenzó a darle nuevos usos a su incontestable talento. No hay ni siquiera que recurrir al Málaga de Manuel Pellegrini, donde fascinó mediapunteando. Simplemente, con verle haberle visto en el día a día de su última temporada en Florencia, donde comenzó siendo útil como carrilero en Serie A y terminó resultando determinante como extremo izquierdo en Europa League, bastaba para comprobar que Joaquín Sánchez, a poco que se sintiese cómodo, iba a ser una de las grandes atracciones de la Liga 2015/2016 en el Betis de Mel.
Joaquín ha sido uno más en un Betis muy grisSin embargo, con la primera vuelta ya consumida, la sensación es totalmente contraria. Dejando su debut al margen, cuando esperanzó por su conexión con Rubén y su posible relación con Cristiano Piccini, al que le sobra motor y gasolina, Joaquín ha sido un futbolista más en el equipo más gris del fútbol español, hasta el punto de que incluso le costaba aparecer en los partidos. No entraba en juego, la pelota no le llegaba y, si ésta lo hacía, era para que completara la jugada de la que ya no es capaz. Al final, se le veía agotado. Pidiendo el cambio en el minuto 60, incapaz de sumar nada diferente a un colectivo plano, previsible e imperfecto.
Pepe Mel no construyó su equipo a partir de Joaquín.
Estos partidos han puesto de evidencia algo que se antoja bastante lógico: Joaquín ya no es un cheque en blanco. Necesita de un contexto táctico que limite su radio de acción a los últimos treinta metros del campo, pues ahí sigue siendo un futbolista capaz de desbordar, centrar o marcar, y además, fruto de su madurez futbolística, también de sumar calidad a un circuito asociativo. Y Pepe Mel, sea porque no lo haya buscado o porque no lo haya encontrado, lo cierto es que no se lo ha dado en ningún momento. El plan del técnico madrileño era bien claro: repliegue y contragolpe. Había que estar bien ordenados atrás, con dos líneas bien juntas y, a partir de los errores del rival, construir los aciertos propios.
La ausencia de F. Portillo fue paradigmáticaEsta idea parecía venirle bien a los centrales, que se encuentran mucho más cómodos en el área que a campo abierto, pero al resto se les vio sufrir. A los centrocampistas, por ejemplo, se les pedía guardar la posición, pero tanto N’Diaye como Petros disfrutan exhibiendo su gran intensidad -y su desorden-. Con los volantes, más de lo mismo. El hecho de que Cejudo se impusiera a Portillo o, incluso, a Dani Ceballos, resultaba paradigmático, ya que al final el balón sólo se tenía por las urgencias del marcador. Lo que Pepe Mel necesitaba era control atrás y velocidad arriba, aunque para conseguirlo tuviera que desnaturalizar a sus centrocampistas y prescindir de sus futbolistas más talentosos. Y de Joaquín, claro, que era titular de forma meramente holográfica, pues sufría tanto para nunca alcanzar a «Filipe Luis» como para jamás poder pisar el pico del área rival, el cual le quedaba a 60 metros. O a 6 años.
Al final, el Betis se mostró incómodo tanto con balón como sin él.
En base a este plan de juego, mientras las áreas funcionaron con unos inmensos Antonio Adán y Rubén Castro, dos jugadores que sumaron pese a tampoco estar optimizados, los resultados fueron bastante buenos. Sin embargo, el Villamarín ya se demostraba inquieto. Intranquilo. El Betis siempre ha sido un club relacionado con el talento, la alegría y la creatividad, y el equipo de Mel no sólo estaba fundamentado en conceptos completamente diferentes, sino que además estos no los ejecutaba bien ni cuando ganaba. Por eso, que el Betis haya recibido una obscena cantidad de goles en los primeros minutos de los encuentros no parece casualidad ni un accidente, sino más bien una consecuencia de una idea no asimilada. Y, en definitiva, ésta ha parecido ser la clave del mal transcurrir del Betis: entre Mel y sus jugadores hubo un cortocircuito táctico que se resume en la fatigada figura de Joaquín, quien quedó atrapado entre el tiempo de su edad y el espacio de su equipo.
Marcelino 12 enero, 2016
Pues Pepe Mel no ha tardado en acudir a los medios de comunicación a ofrecer su versión y en líneas generales viene a responsabilizar al trabajo de la Dirección Deportiva del Real Betis. Es imposible conocer las interioridades del club y lo que se gesta en el día a día pero he de decir, viéndolo desde fuera, que en este caso no comparto la opinión de Mel. Es decir, creo que las piezas que tenía a su disposición el técnico eran lo suficientemente buenas como para hacer de ellas un buen equipo. Todo ello sin olvidar que es un equipo que sí creo que ha tenido ciertos deficits en su confección pero insisto en que los recursos daban para mucho más.