Marcelino dirige un equipo algo irregular cuya mayor constante positiva reside en su defensa organizada. Cuanto más tiempo pasa replegado, más opciones de ganar tiene. Anoche, su objetivo consistía en hacerlo durante casi todo el partido. Pero, eso sí, tras marcarle el 1-0 a Navas.
Eric Bailly fue muy importanteSu inicio fue fulgurante. Convirtió a su doble pivote, Bruno y Trigueros, en una pareja de interiores y la lanzó a morder a Modric y James, confiando en lastrar la claridad de los pases de estos y en que su línea de cuatro defensas se anticipase en los mismos a la famosa BBC. Resultó crucial el papel de Bailly -recostado como lateral derecho-. Como ningún merengue le atacaba de manera directa, achicó hacia el centro con todo su poderío, protegiendo y dando alas a la pareja Musacchio (crack) y Víctor Ruíz, que se mostró súper expeditiva. El Real no salía; sólo tiraba pelotazos.
Soldado y Bakambú desintegraron la pobre defensa merengue.
Una vez con el esférico, a menudo recuperado en la mitad de campo blanca, lo de Bakambú fue tremendo y lo de Soldado, magistral. Pepe lleva en la élite desde 2007, se le ha visto palidecer de muchos modos, pero nunca se le percibió tan lento como ayer ante Bakambú. En cuanto a Soldado, sencillamente está jugando como un sabio que controla y pone la pelota donde quiere. Y ante un rival tan desordenado como el Madrid, hizo lo que deseó. De la titularidad de Casemiro puede extraerse que Benítez no confiaba en la capacidad de equilibrio de los suyos, y que adivinaba en el pivote brasileño un posible corrector. El chico, engullido por la dinámica colectiva y con sus taras tácticas de base, no pudo compensar lo incompensable. No era tarea para uno. Ni para once de su perfil futbolístico. Lo era para once y el balón… juntos.
El Madrid volvió a dividirse en dos bloques separadísimos.
El Madrid recobró su versión separatista; la del Pizjuán, la del Clásico, la de la visita del PSG. Volvió a emplearse como un equipo compuesto por catorce chicos desconocidos sin entrenador ni idioma en común. Tal situación pudo deberse a dos motivos, el táctico y el más probable.
Marcelo cambió el esquemaEl táctico hallaría su germen en el retorno de Marcelo. El brasileño es un lateral que tiende a atacar hacia dentro, lo cual deja libre la banda que ya de por sí deja libre Cristiano, y hace que el interior izquierdo deba caer mucho hacia ella para hacer ancho el ataque. James venía actuando en un rol muy fijo y retrasado que hacía sumar al equipo un hombre por detrás de la línea del balón, aportando un extra de solidez. Quizá, dividir las atenciones del aún renqueante colombiano agrietó el armazón blanco.
Pero la traba tuvo más fondoPero en principio, cuesta de creer. Una variante táctica no transforma el equipo serio que venció en Ipurua en lo que anoche se re-descubrió en El Madrigal. Parece más probable que el colapso se debiera a la falta de fútbol. En Ipurua, Benítez, reconocido como un magnífico estratega, preparó un planteamiento muy eficaz; y sus hombres, que promedian mucho más nivel que 17 de sus 19 rivales ligueros, lo aplicaron con acierto. Y así, sí. Pero, ¿y si la idea principal no funciona? Sucede como si el Madrid no tuviera más que lo que acabe de estudiarse. No aparenta disponer de un sistema, de una rutina de movimientos aunque sea básica que ordene el ataque un mínimo prudencial. Por eso, cuando su oponente no le formula exactamente las preguntas que le acaba de explicar su entrenador, se queda en la nada, no sabe qué contestar, e inicia su secuencia letal: pelotazo y bola para el contrario, que transita a placer.
Marcelo, James y Bale, a golpe de individualidad, giraron el juego.
Afortunadamente para el Madrid, el Villarreal, como ya apuntamos, no atraviesa un momento boyante, y pronto optó por dejar de presionar y cobijarse en su área. Parecía demasiado obsequio para un rival que, al fin y al cabo, siempre puede resucitar. Y que lo hizo y pudo remontar.
Pero su arrebato fue descorazonador. El más descorazonador posible. Mostró una actitud sentida, un físico animal y una calidad individual importantísima, en especial en botas de Marcelo, James y Bale -autor de cuatro pases de gol-. El Real esgrimió los tres activos en un grado tan cuantioso que compensaron casi todo lo que le faltó. Pero ocurrió que le faltó lo que más necesitará de aquí al mes de mayo: un equipo.
La escena merengue final, con Bale formando parte de una defensa de tres y Sergio Ramos de delantero centro, no esbozó, ni lo más mínimo, lo que representa Rafa Benítez como entrenador de fútbol. Más bien, al contrario. La firmeza castellonense sí representó a su técnico hasta el minuto 90.
roumagg 14 diciembre, 2015
¿Se os ocurre algún entrenador de élite, de los candidatos a los grandes banquillos europeos, que pudiera apostar por Casemiro de titular teniendo disponibles en el banquillo y sin salir de lesión a Kroos, Kovacic e Isco? A mí, Benítez aparte, no. Y hasta ayer quería pensar que Benítez tampoco lo haría y que con todos disponibles Casemiro no sería más que un recurso, pero me equivocaba. No me gustó nada su elección y he intentado convencerme en repetidas ocasiones de que algo debieron verle para tomar la decisión de ficharlo, pero lo está poniendo muy difícil, la verdad. Uno se intenta convencer tras partidos como los de San Mamés, París o Vigo de que este hombre en realidad es un gran entrenador y que el juicio inicial fue equivocado, pero cada vez lo pone más difícil. Yo no sé cómo pueden estar tres jugadores de ese nivel en el banquillo mientras en el campo el plan para equilibrar al equipo es que un mediocentro salga a destiempo a presiones a las que no tiene que salir en zonas en las que no debería estar.
PD: ¿El Casemiro de la 13-14 no era más "ancla" que el actual? Me dejó buenas sensaciones con Ancelotti, pero, o no me fijaba demasiado bien, o bien en Oporto ganó físico y jerarquía con balón pero perdió mucho nivel táctico.