Una mañana, finalizando 2011, en plena cúspide de prestigio de su gran Barça, Pep Guardiola se sentó en sala de prensa y dijo: “señores, mucho cuidado; mañana nos visita Mendilíbar”. Un runrún de sorna y risa recorrió a los presentes, que creían haber asistido a un nuevo capítulo de la extrema prudencia de Pep antes de cada partido. Pero no era así. En su famoso despacho, seguramente a oscuras y con los ojos como platos, Guardiola había redescubierto a José Luis Mendilíbar. Había recordado cómo viven el fútbol sus equipos y el esfuerzo que exige vencerles. Pep había hecho pública la admiración del gremio por el técnico vizcaíno, todo un experto en dotar de (su) personalidad a los conjuntos que entrena. Bien lo sabe Ipurúa, que vive hoy la que quizás sea la mayor exaltación de mendilibarismo hasta la fecha.
Eibar y el Eibar son destinos carismáticos. Ciudad guipuzcoana de escasos 30.000 habitantes, muy industrial y conocida como “ciudad armera”, el club siempre despertó simpatías por su origen humilde y batallador. A tal status contribuyó enormemente su célebre estadio, Ipurúa, una diminuta caja de cerillas donde no sentir agobio es imposible para el rival. Es pequeñito y lo parece aún más, sensación con la que Mendilíbar jugaría desde el primer día. José Luis ha usado Ipurúa para engañar a todo el mundo.
Hasta hoy, el Eibar ha usado su increíble presión para ocultar carencias de manera casi perfecta
El principio del Eibar es la presión. Su presión. Los vascos son, muy probablemente, los autores del intento de robo más agresivo de La Liga. Voz en grito, Mendilíbar ha exclamado “¡id a por ellos!” y los suyos le han creído. Cuidado, no debemos confundir esto con presionar siempre desde el primerísimo instante. Parece lo mismo pero no lo es. Según el rival y el momento, como iremos comprobando a lo largo del artículo, el Eibar puede elegir meter su bloque unos metrillos (pocos) más atrás. Lo que nunca cambia es la idea global: cada futbolista del Eibar tiene la obligación de salir a morder a su par. Esta es la premisa innegociable.
El dibujo táctico es claro y simple: Un 4-4-X-X. Las incógnitas obedecen a la posición del acompañante del delantero centro, que puede ser otro delantero centro o un quinto centrocampista o mediapunta que se pegue a la doble línea de cuatro. Más allá de esto, las constantes son las siguientes. Por un lado, la defensa huirá siempre de su propia área. Da igual la entidad del oponente, ya sea el Barça en el Camp Nou o recibiendo al Real Madrid; entre el portero y los centrales, un mínimo de 25 metros (foto de la derecha). El Eibar no concibe el repliegue. El otro rasgo distintivo se observa en lo pegaditas que están sus líneas. El Eibar se mueve como un todo. Es su secreto y lo que les llena de confianza para defender muy arriba (foto de abajo a la izquierda). Un delantero puede presionar a un central porque sabe que su pivote saldrá inmediatamente a tapar el espacio que liberó (Foto). Y el pivote no tiene miedo de salir porque sabe que el central va a jugársela y no se quedará atrás (foto de abajo a la derecha). Es una cadena que lleva a un lateral a perseguir lejísimos a su marca (Foto) o incita al extremo a bascular un porrón de metros solo para ayudar a un mediocentro superado (Foto). El compañero mira por el compañero. Eso es el Eibar. ¿Riesgos? Todos y más. Para empezar, bastan un par de disputas perdidas para que todo el bloque se vea superado y teniendo que correr hacia atrás en estado de alerta (Foto), algo que se compensa en parte por el sacrificio en el retorno de todos (Foto). Además, para los centrales es una faena tener que convivir tan a menudo en situación de mano a mano contra los adversarios. Con frecuencia se dan acciones definitivas en contra que son casi imposibles de detener (Secuencia Completa). Por fortuna para Dos Santos y Pantic, la pareja de pivotes Escalante-Dani García maneja muy bien todos los registros defensivos; salen a presionar como bestias y también saben guardar la posición con paciencia.
«Quítasela al que tienes delante», la esencia del Eibar, aunque con una idea táctica muy organizada
El fundamento básico del Eibar, aclarado queda, es arrebatar la bola al enemigo que la posee ante sus ojos. No obstante, el sistema defensivo del Eibar tiene matices ricos que recuerdan, por ejemplo, al gran Borussia Dortmund de Klopp. En la medida de sus posibilidades, Mendilíbar usas sus piezas para orientar los ataques del oponente a la zona que ellos quieren. Veamos cómo.
El Eibar de los dos delanteros es la versión más agresiva en este apartado del juego. Cuando uno de los dos atacantes curra algo más atrás, la mayoría de las veces quiere decir que no se confía tanto en el éxito de la presión adelantada (todo en contexto Mendilíbar, claro). Ante Real Madrid o Barça sucedió esto, algo lógico dada las diferencias técnicas. Con dos puntas, en cambio, florece el Eibar más salvaje. Borja Bastón y Sergi Enrich, habituales titulares dentro de este módulo táctico, forman junto al doble pivote una jaula en la que han de quedar prisioneros los mediocentros rivales (foto de la izquierda). Ahí los arietes cumplen una doble función: evitar que reciban los creadores contrarios y presionar a los centrales para que no jueguen cómodos. Si por un casual éstos logran colar un pase vertical, ya sabemos que Escalante y Dani García saldrán a la caza del balón como perros tras un buen hueso de txuleta de la tierra. Lo común, no obstante, será que los centrales abran el juego a las bandas, justo lo que quiere el Eibar, que coloca a sus futbolistas para que esto suceda (foto de abajo a la izquierda). Insistimos, todo muy Borussia Dortmund 2012. Una vez allí, en los costados, se propiciará una nueva jaula con el extremo y pivote de esa zona más la ayuda de uno de los delanteros (foto de abajo a la derecha). En el Eibar nadie se ahorra un esfuerzo. Es así como han logrado estar entre los 8 equipos menos goleados.
La idea global del Eibar tiene como gran objetivo que pasen muchas cosas. Que el balón no esté quieto
Hay opiniones que exponen que en el fútbol no ha de hablarse de “fases del juego”. Que estas son tan breves y cambiantes que no se puede delimitar cuándo empieza una y acaba otra. En el Eibar pasa un poco esto. Toda la preparación defensiva, toda la inversión física que hace el cuadro de Mendilíbar no es más que la previa de una acción atacante que está por llegar. La intensidad del Eibar nos revela sus intenciones ofensivas –que el balón vaya muy rápido y no esté quieto–, que a su vez están diseñadas para ocultar la gran verdad de toda esta historia: este Eibar es un equipo limitado técnicamente. Muy limitado.
Por suerte, el fútbol es un deporte maravilloso y permite encontrar soluciones a todo constantemente. Mendilíbar sabe que sus futbolistas –con una excepción– no pueden retener la pelota en sus pies porque no gozan de recursos técnicos para ello, así que ha creado lo que podríamos llamar “el ataque futbolín”, compuesto por sus dos tanques, Enrich y Bastón. Sergi y Borja son delanteros de pocas cualidades individuales. Ni regatean ni son suficientemente veloces para tirar desmarques en profundidad (siendo Sergi Enrich ligeramente más dotado en estos aspectos por su pasado de extremo). Como elementos sueltos podrían quedarse cortos, así que Mendilíbar ha decidido juntarlos. Juntarlos en el sentido más absoluto de la palabra. Enrich y Bastón van siempre de la mano, pegaditos, compartiendo jugadas y balones directos (foto de arriba a la derecha). Cuando el Eibar busca en largo a sus atacantes, los busca en pareja (Foto) para que primero la toque uno y después el otro. Suena arcaico pero así se han gestado goles de calidad como el de Enrich al Villarreal. Este matrimonio, como ya hemos visto, condiciona el juego del Eibar con y sin la pelota. Sin ella, hacen al equipo más agresivo en la presión, que en el fondo es lo que hace disfrutar al conjunto euskaldun. Con el balón, son la solución ofensiva permanente. La siguiente pregunta sería ¿cómo llegan a ser esa solución? ¿cómo se les nutre?
En este punto, llegamos a un momento clave del análisis del Eibar. Atender a la elaboración de cualquier equipo te hace mirar, por fuerza, a la participación de sus mediocentros. Pues bien, aquí está uno de los secretos de este Eibar de Mendilíbar: Dani García y Gonzalo Escalante nunca dan pases verticales. Escalante y Dani García nunca pasan la pelota a los delanteros. El motivo es muy simple: el Eibar no quiere arriesgar la bola. No le interesa, no es un juego en el que quiera participar, y mucho menos al iniciar los ataques, con el rival perfectamente organizado. Lo que el Eibar pretende es que el balón se traslade a la banda, donde siempre (siempre) habrá alguien abierto. Y ojo, ahí Escalante y Dani García destacan y mucho. Dani es aseado, inteligente y preciso. A Escalante se le ve incluso usando las dos piernas en estos golpeos. Resumiendo, ambos la ponen rápido y bien al lado contrario (Foto de abajo a la izquierda). Eso cuando el partido está agitado. Si el Eibar arranca la jugada desde la defensa, lo que hará será mandar al lateral (Capá y Juncá son hábiles) o al extremo para que inmediatamente levante la cabeza y busque al delantero que se haya dejado caer a ese sector (Foto de abajo a la derecha). Enrich o Bastón bajarán el esférico (Foto) y entonces prolongarán al extremo (Foto) o lo que surja. La conclusión es evidente: El Eibar organiza el ataque a través de sus puntas. Ellos son “los mediocentros”.
El lector percibirá ya una verdad incuestionable: los procedimientos creativos del Eibar son tan medidos y trabajados como simples. Escasea la inventiva. La excepción, mencionada antes, es Sergio Gontán, conocido como “Keko”. El extremo de 23 años ha explotado en este Eibar. Es el diferente de Ipurúa. Desde la derecha, Keko es capaz de conducir, regatear o atraer defensores en poco espacio para que corran sus compañeros (Foto). Es el jugador más dado a romper la simetría del dibujo al salir de la banda (cuando esto sucede, un punta se abre para compensar). Keko es la gota de magia. La única.
Sin calidad técnica es difícil resistir nueve meses, pero el Eibar tiene plan y convencimiento
El contragolpe también es una marca registrada del Eibar, una suerte que ejecuta, cómo no, por las bandas. Tras producirse el robo de balón, se busca a Enrich o Bastón de forma inmediata para que estos manden al hombre que corre por fuera. Si, por el contrario, el robo ya se produce en una banda (no olvidemos, donde el Eibar pretende recuperar), el Eibar mirará al extremo del lado opuesto, que está mental y tácticamente preparado para atacar la espalda de la defensa (Foto). Así marcaron en el Camp Nou. Así están en los puestos altos de la tabla con un tercio de campeonato disputado. Y siendo sinceros, al Eibar no le corresponde tanto. Su plantilla va corta de talento en comparación con casi cualquiera. Para semejante logro, Mendilíbar se está sirviendo de un modelo de juego agresivo en grado sumo que, por ahora, tapa carencias de manera sobresaliente. Es su gran mentira. La Liga es larga y el bajón será irremediable. Mientras tanto, Eibar disfruta de su equipo. Motivos hay de sobra.
Iñigo 3 diciembre, 2015
Y como entra Saul Berjon en todo esto?