Preludio
No hay entrenador en el mundo que haya expresado una admiración tan genuina por Raúl González Blanco como lo hacía un día sí y otro también Sir Alex Ferguson, uno de los rivales a los que Raúl más veces demostró que, en su apogeo, la Copa de Europa se regía bajo sus designios. El escocés jamás pudo dirigirle, pese a que él mismo ha reconocido que se lo intentó llevar a Old Trafford hasta en tres ocasiones, la última de ellas tras abandonar el Real Madrid en 2010, pero como suele suceder en estos casos, quienes sufren a una estrella son más conscientes de su grandeza que quienes la disfrutan. Y es que en la época de Rivaldo, Henry, Zidane y Ronaldo, a quién más temía Sir Alex era al «Siete». A Raúl.
«Es un orgullo haber jugado contra Raúl, el mejor jugador del mundo». (2002) «Es uno de mis jugadores favoritos. Siempre he preferido a los delanteros que pueden dejarse caer a los espacios, como hacíamos con Eric Cantona. Raul lleva haciendo eso toda su carrera. Tiene un cerebro maravilloso para el fútbol. No es un relámpago corriendo, pero tiene un cerebro rapidísimo con el que compensa cualquier carencia y, además, es un finalizador maravilloso». (2002) «El Madrid ha fichado a grandes jugadores, pero el mejor es Raúl y lo tenían en su cantera. Ojalá no le dejen viajar a Inglaterra… o no le dejen entrar». (2003)
Sus inicios en el Real Madrid
El técnico que sí que pudo disfrutar en primera persona del mejor Raúl fue Vicente Del Bosque. Y lo hizo desde sus inicios en la antigua Ciudad Deportiva, porque mucho antes de que juntos llevasen al Real Madrid a lo más alto en París y Glasgow, el actual seleccionador, por entonces jefe de la cantera blanca, fue uno de los primeros testigos directos del talento que tenía el de la Colonia Marconi.
«Estaba en Alcudia en un torneo juvenil Sub-20 oficioso, pero muy importante, como el de Toulon en Francia. Estaba sentado con Pasieguito, un sabio del fútbol, que entonces trabajaba para el Valencia, y como veterano que era tenía mucha retranca. Estábamos viendo jugar a Raúl, que entonces estaba en el equipo de Tercera. Rercuerdo que me dijo: ‘Ese chaval tan delgadito, tan poca cosa, con tan poca chicha, tiene que ser muy bueno para que lo tengáis jugando ahí. Si juega con esa pinta en el Madrid es que tiene que ser muy bueno’. Y lo era. De hecho, fue el máximo goleador de ese torneo». (2010)
Contaba José Antonio Camacho en el libro de Enrique Ortego dedicado a la figura de Raúl que, cuando se cruzó con el famoso tándem formado por Jorge Valdano y Angel Cappa en un hotel de Nyon en la pretemporada de 1994, había visto a los argentinos muy preocupados con el tema de los delanteros. «Necesitaban algo más arriba», decían. Pero Camacho, en aquel momento en el Rayo, les comentó que «no se volvieran locos» porque «tenían a un chaval en el C que iba a derribar las puertas de dos en dos». La celeridad con la que dicha predicción se hizo cierta impactó a Angel Cappa. Pero no por el nivel del futbolista en cuestión, sino por la forma en la que Raúl asumió galones sin ni siquiera pedir permiso.
«La exigencia máxima de la competencia hacía crecer sus cualidades al punto de sorprenderme siempre. Amagues que abrían huecos imposibles, taconazos elegantes, toques sutiles, goles maravillosos que burlaban a los porteros más encumbrados, solo eran posibles en los partidos más importantes y en las circunstancias más comprometidas. […] Era un goleador, es verdad. Pero era mucho más que un goleador. Era un gran jugador que además hacia goles, que es muy diferente. Sabía jugar porque a lo que traía de la cuna le fue agregando conocimiento. Siempre se preocupó por aprender los secretos más íntimos de este juego, tan sencillos y evidentes que no todo el mundo es capaz de verlos. Ese conocimiento del juego le permitió desenvolverse con naturalidad en distintas funciones, y también y sobre todo, interpretar cada partido de forma admirable y certera. Me recordaba en ese sentido a un jugador argentino, desconocido para el público, que al inicio de cada partido les decía a sus compañeros “dame 10 minutos a ver como viene la mano”, y a partir de entonces indicaba dónde estaban las debilidades del rival y cuáles eran sus puntos fuertes que había que evitar». (2015)
Tan importante como su aparición, fue su consolidación tras el verano de 1996. En en aquel mercado de traspasos cuando llegan Roberto Carlos, Clarence Seedorf, Davor Suker y Pedja Mijatovic, entre otros grandes nombres, para reforzar el equipo que debía liderar Fabio Capello. Es decir, nuevo entrenador, nuevo proyecto y dos delanteros consagradísimos para dos puestos. El futuro de la joven perla blanca podía encallarse por esta sucesión de circunstancias, pero Fabio Capello, el entrenador más admirado por Raúl, iba a inventarse una demarcación y un rol específico para el «Siete» blanco.
«Cuando llegué a Madrid por primera vez, él tenía veinte años. Era, creo, su tercera temporada en el primer equipo y cuando hablé con los más veteranos, sobre todo con Hierro, con Redondo, todos me dijeron que a pesar de su edad se podía confiar en él. Me decían que tenía «nariz de gol», y claro que la tenía. […] Era joven, pero ya era importante y por eso intenté desde el primer momento cuidarle lo máximo posible. Me encontré que tenía a Mijatovic y Suker, y entonces pensé que podía jugar en la banda izquierda para, desde ahí, partir hacia el área. Yo le decía que él tenía que acabar siempre en el área, y así acababa. Me gustaba su seriedad entrenándose y que todo lo que se le decía, lo hacía. Le expliqué bien lo que quería de él y lo entendió rápido». (2010)
La temporada siguiente, la de Juup Heynckes, pudo suponer, vista en perspectiva, un gran punto de inflexión tanto para Raúl González Blanco como para el club merengue. El desenlace final, con el recordado gol de Pedja Mijatovic en Amsterdam, convirtió en histórico un curso que pintaba realmente mal. De ahí que Juup, quien abandonó Madrid a los pocos días de levantar la «Séptima», pareciera valorar más lo que Raúl comenzaría a hacer desde su marcha que lo que hizo durante su etapa.
«Raúl es una mezcla de todo, chispa, lucha… Su instinto futbolístico lo tienen pocos. Eso no se aprende, se tiene. Se anticipa a la jugada. No se rinde nunca en el campo. Siempre quiere más, marcar y ganar. Tiene un gran olfato de gol». (2008) «Una de las cosas que me ha enseñado la vida es que no debes subestimar a Raúl. Nunca. Es impresionante cómo se comporta, cómo se entrena, cómo juega… El Schalke, al principio, no funcionaba, pero ahora ya lo hace y Raúl está jugando muchísimo mejor. Y con una entrega y un oficio… Ese es el Raúl de tantos años en el Madrid. Si no tienes esas virtudes, nunca puedes lograr lo que ha logrado él en el mundo del fútbol. Poco a poco, se ha adaptado al fútbol alemán. Se le ve con alegría, aunque está teniendo que trabajar mucho más que en sus últimos años». (2011)
Su dominio de la Champions League
Aunque el paso del tiempo no ha borrado los registros ni las numerosas hazañas deportivas de Raúl González Blanco, sí que ha logrado difuminar bastante su figura futbolística. Sea por lo engañoso de su naturaleza, por sus particularidades estéticas o por sus últimos años en el Real Madrid, donde ya era otra historia, ha quedado la impresión de que Raúl era un «simple goleador» con mucho instinto, una gran convicción y un gen ganador que le hacía luchar ante todo y ante todos. Y, en realidad, nada de eso es incierto, como se sobrentiende por las declaraciones de todos sus entrenadores, pero como dice José Antonio Camacho, también había mucho más. Por eso dominó la Champions League.
«Era completísimo de medio campo para arriba. Goleador y, de alguna manera, ha sido un futbolista moderno. Raúl tiene más calidad que garra. Él define el gol como nadie, pero se junta que tiene un tremendo carácter ganador». (2008) «Cuando Raúl no jugaba el equipo lo notaba porque era un referente. Cuando estuvo en forma y sin problemas físicos su aportación era grandísima. Aunque ha jugado en muchas posiciones, yo creo que donde más rendimiento se le podía sacar era cerca del área o en el área porque sabe finalizar la jugada. Tiene imaginación donde uno no se puede parar a pensar. Si juega de mediapunta o en la banda es porque es generoso en el esfuerzo». (2010)
Es entre 2001 y 2003 cuando Raúl González toca techo. La proyección de su figura es internacional, su importancia en el Real Madrid es ya histórica y la magnitud de sus logros comienzan a hablar por sí mismos. Sin embargo, el Balón de Oro se le terminaría resistiendo. Segundo en 2001 (Owen), séptimo en 2002 (Ronaldo) y otra vez séptimo en 2003 (Nedved), su ausencia en lo más alto de la lista provocó, irónicamente, un aluvión de alabanzas de compañeros de profesión (Paolo Maldini, Pavel Nedved, Ronaldo Nazario, Thierry Henry, Francesco Totti…) y, sobre todo, de grandes figuras del fútbol (José Mourinho, Marco van Basten, Hristo Stoikov, Sir Alex Ferguson…), entre las que se alzaba por su contundencia la de Johan Cruyff. Ninguno de ellos tenía dudas: Raúl no sólo era uno de los mejores jugadores del mundo, sino que en varios momentos y fases también fue el más destacado.
«Para mí, Raul González Blanco está por encima de todos los demás. Por su finura, por su habilidad y por sus cualidades físicas, Raúl es mi jugador número uno. ¿Si merecía el Balón de Oro más que Ronaldo? Sí. Para mí un premio como este debe valorar toda una temporada, y ahí Raúl ha estado por encima de él en esta pasada temporada». (2003)
Su última gran noche como madridista en Europa la dejó, como no podía ser de otra manera, ante el Manchester United de Ferguson. Fue en la ida de los cuartos de final de la Champions 2002/2003. Raúl marcó dos goles, pero en realidad eso fue lo de menos. Y no es un decir. Ni es un tópico. Aquella noche, Raúl dejó una exhibición para el recuerdo que fascinó especialmente a Carlos Queiroz, que por entonces se encargaba de analizar a los rivales. Tanto él como Sir Alex, evidentemente, conocían a la perfección el juego del Real Madrid en general y de Raúl en particular, pero el «Siete» demostró ser indescifrable. Unos días después, una apendicitis aguda se interpondría en su trayectoria, evitando así que estuviera presente en el gran día de Ronaldo en Old Trafford… y, quizás, en más grandes noches.
«Conocemos bien a Raúl, pero Ferguson y yo descubrimos ayer a un nuevo Raúl, a un Raúl distinto. ¿Por qué? Porque no es fácil leer tan bien un partido, exhibir tanta inteligencia. Su capacidad para desarrollar su fútbol al lado de tanta gente con creación como Figo, Zidane y Ronaldo sólo está al alcance de un elegido. Y ese es él. […] Los movimientos de Raúl son fantásticos. A mí, aparte de los dos goles y de su entrega, me fascinó, reitero, y creo que es la gran novedad de este año, su interpretación del juego. Su dominio del juego le permite saber elegir siempre la opción precisa, la elección idónea. Por ejemplo: sabe ver a Figo. Si Luis se cambia de banda, él se va a la otra, si Ronaldo entra, él sale, y su entendimiento con Zidane es formidable. Su virtud estriba en estar siempre cerca de todos, con lo que el Madrid mantiene el equilibrio y la eficiencia. Y eso no es sencillo. En el primer tiempo nos dio un curso de magia». (2003)
Su presencia en la Selección
Al igual que logró ser uno de los grandes protagonistas del cambio de paradigma del Real Madrid, en España se chocó contra el mismo muro que había frenado el avance de sus predecesores. Raúl fue el último en hacerlo, de hecho. Su penalti fallado ante Francia, su lesión en el Mundial de 2002 y su delicada despedida componen las últimas imágenes de una España acostumbrada a la decepción pese a sus esfuerzos. Javier Clemente, quien le hizo debutar con 19 años, hablaba así de su dedicación.
«Podría estar bien o mal, pero se entregaba al máximo. Podía fallar un penalti como en la final de los Sub-21 contra Italia en Montjuic o en aquel partido contra Francia en la Eurocopa de Bélgica y Holanda, pero nunca tenía duda de que iba a trabajar para el equipo desde el minuto cero al noventa. Era fiel. Era listo, constante y agobiaba a los rivales con su constancia. No era de filigranas, de buscar el lucimiento personal. Era un jugador de intuición, de posición, buenísimo. No tiene unas condiciones técnicas fuera de lo normal, pero es un buen jugador con unas virtudes desarrolladas a un nivel máximo. Llega al remate porque intuye donde le va a meter el balón el compañero. Siempre se movía por esos lugares donde si le dabas el balón podía hacer daño». (2010)
A lo largo de su trayectoria, Raúl estableció una gran amistad con Pep Guardiola. «Si me tuviera que quedar con un rival me quedaría con Guardiola, que en el campo ya era entrenador. Pensaba: ‘no puede hablar tanto, no puede mandar tanto'», decía el madrileño sobre Pep. «En mi opinión, Raúl es el jugador español más importante de todos los tiempos», hacía lo propio el catalán, ya como técnico culé en 2012. Pero más allá de esta admiración mutua desde la rivalidad, que es obvia, resulta interesante recuperar una explicación de Pep Guardiola que parte de una pregunta de Cappa sobre la moda del doble pivote y que se fundamenta en los que momentos que jugó junto a Raúl con la Selección.
«Yo creo que los dos mediocentros los ponen para defender, pero si uno de los dos tiene claro que debe desenganchar para ir arriba, pues está bien. El problema es cuando está uno al lado del otro. En la selección española lo hacíamos muy bien con Juan Carlos Valerón. Cuando defendíamos, él se ponía a mi lado; pero cuando teníamos el balón, se juntaba con Raúl, no conmigo. Y como Raúl también bajaba (al centro del campo), ahí nos juntábamos para tocar el balón los tres». (2009)
El final de Raúl en España derivó directa o indirectamente en una confrontación con Luis Aragonés que marcó el día a día de la Selección hasta el triunfo en la Eurocopa. Sin embargo, ninguno de los dos estaba condenado a no entenderse. Incluso se podría decir que la Historia fue injusta con ambos. En aquel momento, ni Raúl era ya el gran Raúl ni Luis era todavía el gran Luis en la Selección. El fútbol es así. Momento, lugar y situación. Y no se puede corregir. Pero lo cierto es que no cuesta imaginar que, de coincidir en unas circunstancias más amables, Raúl hubiera sido tantísimo para Luis Aragonés como éste lo podría haber sido para el madridista. A fin de cuentas, compartían grupo sanguíneo.
«Lo que más he valorado siempre de Raúl es su carácter ganador. Juega para ganar, lo da todo, nunca se queda nada. Es donante de sangre, como yo suelo decir. Yo que también me considero donante de sangre sé exactamente lo que significa el término. Como futbolista era listo. En el área se las sabía todas. Sabía anticiparse, sabía colocarse. Las carencias que pudiera tener las superaba con su voluntad y su habilidad para que se notasen mucho más sus virtudes que sus defectos». (2010)
Sus últimas temporadas
Después de pasar varias temporadas en las que sus registros futbolísticos y goleadores habían tocado fondo, Raúl se recuperó a nivel numérico en la temporada y media que estuvo a las órdenes de Bernd Schuster. En aquellos días, aunque al uso se convirtió en un especialista del área pequeña, el capitán madridista siguió mostrando que su cabeza le llevaba a zonas donde sus piernas ya no respondían.
«Es que a Raúl no se le puede exigir que espere en el área porque él siempre quiere ayudar al equipo y por eso baja entre líneas a echar una mano para presionar al pivote rival o para salir a cerrar una banda. Él sabe que bajando alimenta la agresividad del resto de los compañeros. Se ha vuelto a sentir importante en el Madrid y eso ha sido decisivo. Hemos recuperado a Raúl definitivamente». (2008)
Es en estos cursos donde la figura de Raúl se difumina bajo la imagen combativa, luchadora y aguerrida de un futbolista que, en aquellos instantes, no era más que un superviviente de sí mismo. Le quedaba el hambre, las ganas de seguir ganando, aunque ya se hubiera quedado sin la mayoría de esas virtudes que le habían ayudado a ser todo lo que fue. Al final le quedó el instinto, como decía Rafa Benítez.
«Hay que insistir en su mentalidad ganadora. Es tal vez lo que más destacaba de él, aunque no lo único. Le faltaba quizás algo de fuerza, pero lo suplía con sus excelentes movimientos y un enorme talento. Era muy inteligente y sabía lo que hacer en cada momento puntual del partido. Por su determinación resolvía situaciones que otros no eran capaces siquiera de calibrar y, además, contagiaba y lideraba». (2010)
Hasta su última eliminatoria europea, Raúl González Blanco se comportó como un animal competitivo que se elevaba por encima del resto cuando más complicado resultaba. Así sucedió ante el Athletic Club de Marcelo Bielsa en la Europa League 2011/2012. Los vascos se llevarían el triunfo final pese a los tres goles de Raúl, pero hubo un momento en el partido de ida (2-4) en el que el Schalke tuvo contra las cuerdas a uno de los equipos de moda en Europa. Al acabar el emocionante choque, se produjo un encuentro entre Marcelo Bielsa y Jorge Valdano que este último recuerda de la siguiente manera.
«En su último enfrentamiento internacional en Europa, jugando en las filas del Schalke 04 y frente al Athletic Club, Raúl también demostró que la pasión es la mejor detectora de oportunidades que existe. Al comienzo de la segunda parte del partido de ida, el conjunto alemán se puso por delante en el marcador (2-1). Fue en ese momento cuando Raúl, que había marcado los dos goles, detectó la debilidad del rival y entró en combustión. Corrían, presionaba y le gritaba a sus compañeros como si estuviera ante una última oportunidad. me resultó emocionante ser testigo de esa exhibición de inteligencia y esfuerzo que tantas veces había visto con el Real Madrid. Al terminar el partido, me crucé con Marcelo Bielsa, un gran admirador de Raúl, y aún le duraba el impacto de esa imagen: ‘¿Viste a Raúl? Olió la sangre’». (2012)
Epílogo
Al igual que ningún rival ha hablado jamás tan bien de Raúl como Ferguson, ningún entrenador propio ha hablado más y mejor del «Siete» de lo que lo ha hecho Jorge Valdano, su descubridor. Aunque él se quita tal mérito siempre que puede, el argentino fue el encargado de abrir las puertas del Real Madrid a un chico que apenas había disputado unos pocos minutos en el filial blanco. El resto ya es Historia.
«Raúl es un futbolista austero, no se adorna, siempre busca la vía más directa, el camino más corto para beneficiar a su equipo y acuchillar al contrario. Todo lo que hace tiene sentido, y los que más agradecen su estilo y su presencia son sus compañeros. Esa austeridad es la que puede alejarle a veces de los focos de las estrellas, por supuesto de forma injusta». (2001) «El fútbol es técnica, táctica, profesionalidad, solidaridad, pero si es un bien espiritual, se puede decir que Raúl es el alma del Real Madrid. De todas las imágenes que conservo con él, me quedo con una, muy íntima, que viví siendo Director General. Bajé al vestuario tras un partido que exigió un esfuerzo tremendo, sobre todo para él. Recuerdo que le vi en la camilla, cubierto de mantas y temblando de frío. Era la imagen de un jugador que había desafiado los limites y éstos se habían revelado. Fue una imagen de un impacto tremendo, que pinta al Raúl que llega siempre hasta los límites de lo posible. Tres días después estaba jugando». (2004)
«En el día de su debut le dije: ‘En unos minutos daré la alineación y tu estarás en el equipo titular. Te lo digo para que no te asustes’. A lo que Raúl me contestó: ‘Usted sabrá. Póngame si quiere ganar y si quiere perder, no me ponga’. […] En aquellos primeros días, cuando yo tenía un pie y medio en la calle, me venía a dar consejos, soluciones drásticas. Fue hombre cuando era niño, y capitán sin serlo todavía. Siempre iba por delante. Y esa mirada no la ha perdido en toda su carrera deportiva». (2015)
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Larios84 16 noviembre, 2015
Enhorabuena por el articulo Miguel y a todo el equipo de Ecos.
Para alguien que vio como emergió Raúl en el primer equipo y toda su trayectoria en el equipo blanco y la selección, la de recuerdos que llegan al leer artículos sobre Raúl es emocionante.
Alguien como él que ha dado tanto por los demás en el campo y que ha hecho tanto en el mundo del fútbol, merece ser recordado por su trayectoria y no por sus últimos tiempos de blanco o el affaire con Don Luis