Anoche no escasearon las buenas noticias para el fútbol español en el encuentro que midió a la Sub-21 frente a Georgia. Albert Celades acertó alineando a Óliver Torres al lado de José Rodríguez ante el previsible cerrojo georgiano y, a partir de ahí, exponenciado todavía más por el tempranero 1-0, el partido se convirtió en una sucesión de talentosas individualidades que nunca encontraron respuesta por parte de los de Alexandr Chvadze. José Luis Gayà dejó los mejores minutos de su temporada doblando por dentro a Denis Suárez, Iñaki Williams volvió a demostrar su capacidad para regalarle metros a su equipo y Marco Asensio, que no parece saber jugar mal, volvió a fascinar por su elocuencia cuando recibe de cara. En cambio, sin lugar a dudas, la actuación más ilusionante fue la de Deulofeu.
Después de tocar fondo, Gerard Deulofeu está creciendo.
Desde que llegó a la élite, se ha venido comentando que Gerard Deulofeu no era del todo consciente de que sus obvias virtudes podían quedar en nada si no asumía un mayor compromiso colectivo y no trataba de mejorar su toma de decisiones. Sin embargo, lo que su etapa en Sevilla transmitió de forma constante fue precisamente todo lo contrario: era plenamente consciente de lo que rodeaba a su figura. Lo que sucedía es que esto le estaba afectado. Parecía sumergido en un mar de dudas. De ansiedades. Estaba confundido entre lo que era y lo que debía ser. Perdido, en definitiva. En el Ramón Sánchez-Pizjuán de Unai Emery, a Gerard no le faltó actitud ni predisposición. Ésta la demostraba desde el mismo momento en el que saltaba al césped. Quería hacer las cosas con sentido, agradar a su nuevo entrenador y ganarse el sitio en la élite que su calidad merece. Se le notaba, pero no le salía nada. Estaba bloqueado. No era ya una simple cuestión de fallar o de acertar en el regate, el pase o la acción concreta, sino de que estos errores y aciertos no eran propios de Gerard Deulofeu, sino de un jugador cualquiera más. Exactamente lo que sabemos que no es.
Deulofeu está muy entonado en España Sub21Pero sea por el cambio de temporada, su regreso a Liverpool o el rol de líder en España Sub-21, todo esto parece estar quedando atrás. Porque ahora mismo, Gerard Deulofeu está jugando como lo que en realidad es: un talento aún imperfecto de 21 años. Sin cargas ni presiones a cuestas. Y se nota. Ayer ante Georgia desbordó, marcó y lideró a una generación que por edad es la suya, pero que por expectativas no debía haberlo sido. Para el catalán estar en la Sub-21 en 2015 quizás podía sonar a fracaso, a promesa incumplida, pero esto más que significarle un problema añadido, lo que ha hecho es cargarle de una responsabilidad y un peso que le han venido fenomenalmente bien. Deulo está rápido, ágil, explosivo y atinado. Se ve cada fin de semana en Goodison, donde acumula un gol y seis asistencias. Y también con la España de Celades, con la que ya suma cuatro goles y cuatro asistencias en otros tantos partidos. Unos datos brillantes que no son más que la constatación numérica de que Deulofeu está volviendo a lucir sus cualidades innatas, que cada vez elige mejor lo que debe hacer, que se le nota disfrutar sobre el campo y que, por ende, todavía está a tiempo de ser todo lo que los propios límites de su talento le permitan.
Abel Rojas 13 noviembre, 2015
Me parece muy importante aludir a que a Deulofeu en el Sánchez Pizjuán no le faltó intentarlo. Le faltó fútbol. Cuando jugaba, no se ganaba seguir haciéndolo. Y a esto le doy un sentido positivo, porque precisamente eso, el talento, es lo que sabemos que, si lo intenta, tarde o temprano terminará aflorando. Quizá no en la medida que suponíamos hace tres años -o quizá sí-, pero desde luego se trata de un futurible de la Selección porque no tenemos ningún otro regateador como él.