Iniesta, entendido como algo grande, como un jugador de influencia crucial sobre el juego, llevaba perdido no pocos cursos. Pero en este, quizás inspirado por el brazalete de capitán, ha regresado. Participa, toma decisiones, influye con frecuencia y siempre para bien. Partiendo de esa base, para el Clásico de hoy se le intuye un rol preponderante, pues hallará dos maneras de desactivar al Real Madrid. Se localizarán en la salida de balón y en la posesión del mismo en la mitad merengue.
El inicio retará al BarcelonaSalvo sorpresa, el Bernabéu empezará apretando. Expondrá mucha intensidad, mucho ritmo con balón, muchas jugadas rematadas y mucha presión arriba. El Madrid intentará vivir en campo culé hasta cuando el Barça maneje la pelota, y hay que especificar que, justo en los primeros minutos, suele lograrlo. Celta, Atlético, Paris Saint-Germain o Sevilla ya lo padecieron.
Busquets es fiable, pero la presión blanca es buena en el medio.
La salida desde atrás del Barcelona, pese a su brutal nivel técnico, no parece tan engrasada como en épocas pasadas; así que para superar el posible aplastamiento blanco, precisará de escapes individuales que rompan líneas y conecten luego con Suárez y Neymar. Con Busquets puede contarse, pero el carril central estará saturadísimo. La pieza que podría aliviar a los suyos si se vieran ante este reto sería Andrés.
Iniesta buscará ganar metrosPero aunque será clave, esta inercia no será eterna. Ni muy extensa. En el caso más pesimista para Luis Enrique, durará entre 15 y 20 minutos; y la fase que la relevará será el ataque posicional azulgrana en campo local. El Real, adelantando mucho su línea de cuatro, intentará estacionarlo lejos de Keylor Navas; y tarea, en parte, de Iniesta, será empujarlo hacia el meta costarricense. Debe hacerlo para que, cuando el Barça pierda el balón, Bale y Benzema no estén ni cerca el uno del otro, ni cerca del sitio de Mascherano y Piqué. Recibir a la espalda de Modric o Kroos, encontrar a Neymar detrás de Carvajal o Danilo y, en general, acelerar el ritmo de la circulación del Barça serían diferentes modos de retrasar la zaga del Madrid.
Sorprendería que, sin balón, Benítez fijase arriba a la BBC entera.
Si Iniesta juega bien en mayúsculas, si consigue batir la presión e instalar al Barcelona donde Sergio Ramos se hace protagonista, el marrón será para Benítez, que deberá resolver un conflicto que por ahora se le ha atragantado. En realidad, se trata del mismo conflicto que decidió el último Clásico y que echó a los merengues de la Champions del año pasado: sufre para contraatacar si roba muy abajo.
El porqué es simple: la BBC son tres, y liberarlos del repliegue implica defender con siete. Ante equipos pequeños, asume ese riesgo, pero ante los grandes, no se atreve, y hace bajar a Bale. Ocurre que el galés es el arma más letal que tiene el Madrid para transitar, o peor si cabe, quizá sea la única de élite en términos de autosuficiencia. Cristiano Ronaldo, el otro conductor, no pasa por un buen momento. Sigue siendo más rápido que los defensas y es el primero en llegar al punto del penalti, pero cuando debe conducir, quitarle el balón no está revistiendo dificultad. Dicho de otro modo, Cristiano sólo es un factor decisivo a la contra si Bale forma parte de la misma, a menos que uno de esos días malos de Piqué a campo abierto le facilite mucho la labor.
Asumiendo que Piqué haga lo que la mayoría y frene las transiciones de Ronaldo, Iniesta se postula como el artificiero anti-Real, pues podrá desactivar su capacidad para crear ocasiones. Siempre considerando que el Madrid está compuesto por jugadores magníficos, que Benítez es notable preparando estos partidos y que ambos tendrán una misma fijación: que Andrés la toque abajo y la suelte para el lado o para atrás.
@DavidLeonRon 21 noviembre, 2015
Amén de todo lo explicado, Iniesta se resume en una cosa hoy: es el único jugador de los últimos 40 metros que no va a acelerarse ni a tomar malas decisiones por estilo de juego. Al no estar Messi (en teoría), esto pasa a tener mucho valor, porque del resto se sabe que habrá vértigo, riesgo y desequilibrio.