La visita del Real Madrid a Malmo estaba predestinada a pasar sin pena ni gloria en el camino que el conjunto de Rafa Benítez recorrerá durante esta temporada, pero Cristiano Ronaldo se encargó de que no fuese así, y es que igualar a Raúl en lo más alto de la tabla de goleadores del equipo blanco es un acontecimiento histórico. El astro luso abrió el marcador tras finalizar una buena contra, aunque quizá lo más significativo fue lo que ocurrió en los últimos 10 minutos de partido, hasta que Cristiano encontró el esperado tanto. Un recital de remates, incluyendo una media vuelta tras control orientado que buscaba la escuadra en una acción casi irreal, que resumían porqué ha alcanzado la cifra de 323 tantos en 308 partidos de blanco: por culpa de -o gracias a- una fijación enfermiza por gritar gol, sea cual sea el rival y sea cual sea el momento.
Cristiano Ronaldo dio un sentido al partido nuevo en Malmö.
Pero, y aunque Cristiano fuese el gran protagonista, el choque dejó también contenido a nivel analítico, principalmente por alguna novedad importante que introdujo Rafa Benítez. El Madrid jugó en 4-3-3, y lo más destacado fue la configuración de su medio campo, con Casemiro ocupando la posición de pivote y Kroos la de interior derecho, con Mateo Kovacic a la izquierda del triángulo. Esta estructura es la base para explicar por qué el Real Madrid en el primer tiempo, a pesar de amasar una posesión de balón cercana al 70% y de no sufrir contragolpes del Malmö, no terminase de encontrar remates con continuidad. Los suecos defendían en un 4-4-2 estrecho, con los centrocampistas de banda cerrados y los delanteros ayudando en medio campo, lo que limitó las recepciones blancas entre líneas. El conjunto local regaló las bandas a cambio de cerrarse por dentro y de no poder desplegarse.
Casemiro fue útil en la base de la jugadaCasemiro, el pivote, jugaba constantemente de cara y con espacio, pero ni Kovacic ni, sobre todo, un Kroos necesitado de mantener su volumen de toques habitual cuando juega de mediocentro, le dibujaban líneas de pase verticales. Los dos interiores vivían o demasiado abiertos o demasiado atrás, y eso facilitó la defensa sueca. Como el Malmö tenía a los once jugadores detrás de la pelota y los tres medios blancos más sus dos centrales estaban también por detrás de la línea que marcaba la misma, encargarse de las marcas de Cristiano, Benzema e Isco era relativamente sencillo. Al Real solo le quedaba la opción de Carvajal y Arbeloa, y Casemiro lo interpretó bien. El brasileño recibía con sitio y precisó el cambio de orientación a la otra banda -principalmente la derecha-, de forma que el Madrid ganaba metros. El acierto posterior para terminar las jugadas no era alto, pero el equipo ganaba altura, se juntaba, y recuperaba arriba.
El Real Madrid mejoró con Modric… y con Isco.
En la segunda parte, el Malmö decidió cambiar su plan. Hareide, el técnico de los suecos, mandó a sus delanteros morder a los centrales blancos, mientras que Berget y Rodic, los centrocampistas de banda, iban a por los laterales. Eso borró del mapa la figura de Casemiro, pero comenzó a emerger la de Isco, que encontró espacio entre líneas para recibir. Le faltó al malagueño precisión una vez entraba en contacto con el cuero, pero su volumen de toques fue bastante positivo. Era lógico que el Real acabase cerrando el partido, y terminó ocurriendo cuando entró al césped el hombre que de verdad castigó las vías de acceso que estaba dejando el Malmö. Luka Modric sí acertó en cada pase vertical y el Real, en el tramo final de encuentro, multiplicó sus remates. Terminó de hacerlo con las entradas de Lucas Vázquez y Cheryshev, contextualmente perfectos para el escenario de partido, con muchos espacios, que se estaba viviendo. Un escenario que invitaba al 0-2, que el Madrid acabó encontrando por la enajenación de Cristiano. La que le hace, después de seis temporadas y un poquito de esta, marcar 1.05 goles por encuentro.
Raulón. 1 octubre, 2015
Gracias por este articulo David De la Peña; es un placer aprender de uds y disfrutar del fútbol.
Con el paso de los años he visto grandísimos jugadores. Zico, Sócrates, Rummenigge, Maradona, Platini, Baggio, Van Basten, Zidane, Ronaldo, Ronaldinho…pero lo que llevo viendo estos años en el duelo Messi- Cristiano, jamás he podido verlo antes.
Veo dos mitos del fútbol que solo con la perspectiva del tiempo valoraremos la dimensión de lo que han echo y están haciendo.
De Cristiano Ronaldo me quedo con una cosa: su ansia desmedida por lograr ser el mejor luchando contra el mejor el mejor equipo de la historia y su antitesis: Messi.
Y sin embargo, le ha conseguido arrebatar dos balones de oro consecutivos y todavía sigue luchando como el primer día.
Pierde facultades, cambia de posición, cambia de entrenadores, pero ahí sigue luchando por ser el mejor, por mantenerse en el trono donde ha estado las dos últimas temporadas.
Cristiano Ronaldo es un mito del Madrid. A la altura de Alfredo Di Stéfano. Este jugador es un dios del fútbol. Cristiano Ronaldo no se vende: se le adora.