«La individualidad debe estar al servicio del colectivo». Ésta es una frase que todos hemos escuchado tantas veces que ya forma parte del refranero futbolístico. Lo curioso es que últimamente se viene esgrimiendo de una forma tan particular que su significado inicial se ha difuminado. Ahora, cuando se utiliza, lo que se quiere decir es que la estrella debe hacer un trabajo de adaptación, abandonando parte de su singularidad en favor del bien común. Es decir, debe ser uno más sin dejar de ser diferente. Como si esto fuese posible.
Louis van Gaal, por ejemplo, explicaba cómo su affaire con Rivaldo le había permitido entender que lo especial del juego del brasileño no se podía encorsetar bajo las mismas órdenes y directrices que las del resto. Era un gran error. Si quería contar con futbolistas así, debía comprenderlos y facilitarles la misión de potenciar el plan colectivo con su fútbol. Porque al igual que el holandés no le pedía a Luis Enrique que fuera Rivaldo, a «Rivo» tampoco le podía pedir que fuera como «Lucho». Debía ser el propio Van Gaal quién, desde la pizarra, crease el contexto idóneo para que ambos talentos fuesen útiles al conjunto culé. Y para ello, no era ni mucho menos necesario que Rivaldo se pareciera al resto. Su individualidad podía estar al servicio del colectivo siendo él mismo. De hecho, como ya lo había demostrado, ésta era la única forma de que lo estuviese.
Así, Van Gaal pudo adaptar a Ribery y a Robben en su Bayern.
Los fichajes del Dépor también eran diferentes a Lucas PérezSin ser un caso tan mediático ni por supuesto tan extremo, Víctor Sánchez del Amo afrontaba este año una tarea parecida con Lucas Pérez, su crack. El entrenador madrileño había recogido un equipo deshecho en el que Lucas brillaba por contraste, tanto de nivel como de juego. El «7» era el único que desbordaba, el único que aceleraba con sentido, el único que llegaba al área y el único que obligaba al portero rival a recoger el balón de dentro de su portería. Era el mejor y además era el diferente; dos conceptos que no tienen que ir hermanados pero que en este caso parecían siameses. Acortar la diferencia entre Lucas y el resto en sendos aspectos era, por tanto, la misión de la dirección técnica deportivista en este verano. En cuanto al nivel, desde luego lo consiguió con Luis Alberto, Cani, Cartabia, Mosquera o Fajr. La duda que quedaba era si el plan que sacase lo mejor de Lucas, un futbolista muy vertical y agresivo en todas sus acciones, podía ser el mismo que beneficiase a los nuevos fichajes, que pese a ser más peligrosos que sus predecesores también parecen sentirse más cómodos en un juego un poco más lento y de mucho balón al pie.
Y lo es. La cuestión no necesitó ni tan siquiera llegar al otoño para resolverse de forma positiva. Concretemos: Víctor está diseñando un Dépor que sigue teniendo en la posesión de balón su forma de control y orden, pero en esta ocasión cuenta con jugadores que son capaces de acelerar, verticalizar y sorprender con mucha más frecuencia. Lo cierto es que Lucas Pérez sigue siendo el diferente y seguramente también sea el mejor, pero ahora ya no está solo.
Pedro Mosquera, Luis Alberto y Fayçal Fajr están siendo claves.
El primer nombre a reseñar debe ser el de Mosquera. El gallego juega como si además de ser del Deportivo de toda la vida, también hubiera jugado la última década como mediocentro de su medular. Desde el primer día, de forma natural, Mosquera se ha erigido en el líder y director del nuevo Deportivo de la Coruña con un acierto e impacto brutal en el juego colectivo. Él es el que fija posición, el que saca el balón, el que ordena con pases y el que, además, conecta con los atacantes. Jugar bien, con Pedro de pivote, parece más fácil
Luis Alberto y Fajr le son de gran compañíaUna vez llega el balón arriba, juegue en punta o acompañado, Lucas Pérez afronta un nuevo contexto. Antes, como ya hemos explicado, debía ser él quien desbordase, quien centrase y quien rematase. Un imposible que aun así consiguió completar las suficientes veces como para que Fabricio tuviera la opción de mantener a Coruña en Primera. Sin embargo, ahora todo es más fácil y productivo, tanto a nivel cualitativo como cuantitativo, gracias a dos nuevos amigos. Por un lado, Fayçal Fajr le hace de perfecto lanzador con su precisa diestra y también le da aire, espacio y tiempo al estar siempre presente en la frontal. Y por el otro, Luis Alberto le permite que no tenga que bajar tanto para crear la ventaja, siendo además muy complementarios en sus movimientos. Mientras uno estira, él otro conduce. Hay metros para todos y, cuando se juntan, que es muy a menudo gracias a Mosquera, se nota que se entienden bien. Tanto es el caso que, de hecho, ante el Granada fue Lucas quién buscó desesperadamente al gaditano, pues le devolvía los pases que Jonathan Rodríguez ni intentaba.
El Deportivo ha completado un inicio de Liga ilusionante.
De esta manera, con tres fichajes acertados y un estilo de juego que saca lo mejor de sus futbolistas, incluido del más diferente de todos, Víctor Sánchez del Amo tiene al Deportivo de la Coruña en puestos de Europa League. Soñar con un objetivo así parece muy precipitado, pero a día de hoy ya podemos afirmar que el coruñés es un conjunto que juega bien al fútbol y que cada vez demuestra necesitar menos para ganar sus partidos. En parte porque Lucas Pérez, siendo simplemente él mismo, está al servicio del colectivo.
Abel Rojas 6 octubre, 2015
La verdad es que siempre me encantó Fajr. Desde el primer momento. Y me encantó el año pasado por detrás de Jonathas en los pocos partidos en los que Escribá le situó en ese lugar.
Una cosa: Víctor ha tardado demasiado poco en encontrar su equipo este año y eso me parece curioso. El año pasado para salvar al Deportivo hacía cambios profundísimos tanto de hombres como de estilo cada semana. Este año aunque haya ajustes parece que la tecla se ha encontrado con ¿demasiada? facilidad. Reconozco que eso me produce escepticismo.