Más que una sombra alargada, van Gaal se inventó un sistema máscara que se fue con él. La Holanda de Louis no tenía tiempo para mirarse al espejo y comenzar una nueva identidad. Un podio mundalista y un año después, los holandeses se han despeñado por el camino, cosechando 13 puntos de 30 posibles, sin llegar a la repesca siquiera. Por primera vez en 31 años, la eterna escuela oranje faltará a una Eurocopa. Sin el genio del banquillo y con el único que poseen sobre el césped fuera demasiado tiempo, la propuesta histórica se desvaneció entre las manos de una generación insuficiente.
sIN A. rOBBEN, TODO MÁS DIFÍCILEl volantazo táctico de van Gaal hizo públicos con mayor énfasis los problemas de la nación para producir centrocampistas y defensas de nivel. Frente a sus defectos y particularidades, la República Checa subrayó todos los problemas de un país habituado a defender acorde a todo lo que hiciese con la pelota pero con fortalezas individuales curtidas en ligas extranjeras –Davids, Seedorf, van Bommel, Stam, De Boer-. Las propuestas de van Markwijk y van Gaal evidenciaron que faltaban líderes y especialistas en su retaguardia para apostar por el dominio coral y el protagonismo constante. Hiddink arrancó la fase de clasificación con ciertas intenciones reaperturistas, pero entre él y Blind nunca encontraron la puerta del equilibrio.
En el último día, Holanda rememoró todos sus fantasmas
Lo visto ayer redundó en todo ello. Un peso excesivo para Wesley Sneijder en todo lo relacionado con la gestación del juego, una suma de jugadas concretas de mucho potencial -ver el primer minuto de juego del partido- pero una fragilidad defensiva y emocional quebrada con la primera ráfaga de aire. Pero una cosa lleva a la otra. Sin ventajas ofensivas, las vestiduras lucen en contra. La falta de calidad defensiva, individual, de oficio, queda ligada a la escasez de rango y personalidad creativa en sus seis primeras piezas, donde únicamente Daley Blind rememora el pasado entre Bruma, De Vrij, van der Wiel, Martins Indi o Riedewald, todos ellos de escasa fotogenia.
Decirlo en alto sonaba duro pero Holanda tendría su billete si Arjen Robben jugaba los diez partidos y creaba dos goles por partido. En cada minuto que su ausencia se notara, la inexperiencia de su zaga y la incapacidad de su centro del campo marcarían diferencias. Individualmente tenían más que sus rivales de grupo pero carecían de definición como equipo y salían perdiendo en ilusión ante conjuntos que afrontaron el nuevo formato como la oportunidad del pequeño. Toca reflexionar. Su historia volverá.
hola1 14 octubre, 2015
Muy pobre defensivamente la seleccion holandesa.