Desde la llegada de Diego Pablo Simeone al banquillo del Atlético de Madrid, todos los derbis siguieron un patrón claro que unas veces favoreció a los blancos y otras a los colchoneros, pero que en su naturaleza resultó inalterable: el Atleti se comportaba como un equipo defensivo que pretendía que ocurriese el menor número de cosas posibles y el Real trataba de abrirlo y propiciar un encuentro más ofensivo para poner sobre la mesa su superioridad técnica y su mayor pegada teórica. Anoche, sin embargo, esto cambió. Entre el tempranero gol de Karim Benzema y la influencia del pragmático Rafa Benítez sobre el conjunto de La Castellana, los de Luka Modric jugaron a defender y los de Ángel Correa, a atacar. Con independencia de quién manejase la pelota en cada momento, los de Casemiro persiguieron el orden y los de Torres, el caos.
El Real jugó a defender y eso lo hizo muy bienEl Atlético de Madrid había basado su éxito reciente contra su máximo rival en un par de acciones muy simples que le permitían crear peligro fácil sin exponerse demasiado: el juego directo y la implantación de la Zona Fantasma. Ayer, sobre el césped del Calderón, no constaron ninguno de los dos trucos. Casemiro anuló el primero y Keylor Navas borró el segundo. Lo del brasileño no merece explicación porque resultó muy obvio, sencillamente dominó el tráfico aéreo y evitó que el Atlético ganase metros con los envíos largos. En cuanto a Keylor, fue el punto de apoyo que Ramos y Varane requirieron para ahorrarse aquellos pelotazos apresurados y mal orientados que se convertían en regalos para Godín y Miranda y, más grave para ellos, en el inicio de las transiciones más peligrosas del Atlético. En las pocas situaciones de apuro en las que Torres y Correa comprometieron a Varane y Ramos, ambos pudieron contar con Keylor y darles así unos segundos preciosos a Benzema, Ronaldo, Isco, Kroos y Modric para cerrarse y competir bien por el envío en largo. Benítez, que no confía en el funcionamiento defensivo de su equipo porque este aún no es bueno, buscó atar cada detalle. Y pudo gustar o no su idea, pero la aplicación de la misma, que es lo que debe medirse, fue notable. El Madrid más defensivo desde los Mourinho contra Guardiola controló el choque con una seguridad que todavía no tiene.
Modric y Casemiro propiciaron el control que lució el Madrid primero con el balón y luego sin él.
Además, el hacer de Modric como interior izquierdo abierto y la colocación general del Madrid hizo que los merengues moviesen la bola con fluidez y sin pérdidas dañinas. En ese aspecto también se sentía a salvo.
El pobre nivel de Óliver tapó carencias blancasDicho lo cual, el Atlético de Madrid apenas sufrió, estaba a contrapié pero no sudó, porque el proceder blanco, incluso fluido, adoleció de falta de veneno. El plan de Benítez consistió, única y exclusivamente, en no concederle a Simeone ninguna mecánica de juego que le permitiera crear peligro de forma simple. Y esto llevó al conjunto colchonero a conseguir un récord reciente para el que costará recordar un precedente parecido: el Madrid fabricó una ocasión de gol clara. Tan solo una. Ni una más. A pesar de Óliver Torres, que amén de suponer un freno para los ataques de su equipo, habilitó la única superioridad ofensiva del Real en todo el partido: Carvajal jugó muy cómodo y dominó aquella zona con acierto y tesón. El gol, no cabía ninguna otra posibilidad, llegó tras centro suyo.
Ángel Correa se destacó como la única individualidad de las 28 capaz de marcar diferencias sin ayuda.
Como anexo importantísimo para este primer tiempo hay que hablar del mejor local del mismo: Ángel Correa. Ángel Correa no se parece al Kun Agüero en prácticamente nada, pero cumple una función que el genio del Manchester City desarrolló en su periplo en el Calderón y que su venta dejó huérfana: desequilibra por sí mismo. Se trata de un compendio de fenómenos de la naturaleza que altera el clima raso cada vez que toca el balón. Unas veces parece una tormenta, otras un huracán, otras un terremoto. Con Gareth Bale en el banquillo e Isco en la banda derecha, Ángel Correa fue el único futbolista sobre el césped capaz de realizar jugadas personales de valor gol, y eso decantó que, aunque el dominio blanco fuese poco rebatible, el peligro neto de ambos equipos resultase mucho más parejo de lo coherente con las puestas en escena.
Cristiano volvió a dejar al Madrid sin contraEl segundo periodo trajo consigo novedades profundas que tampoco es que girasen demasiado el signo del juego en sí. Óliver Torres dejó su lugar a Ferreira-Carrasco, y así acentuó Simeone el sentido ofensivo del Atlético de Madrid, con cuatro atacantes puros; una solución ya buscada por el Cholo en varios partidos anteriores y que nunca antes le había dado resultado. Y lo cierto es que si se analiza el fútbol desarrollado y no el empate conseguido, ayer tampoco le funcionó. El Atlético se expuso más pero no logró desbordar a un Madrid que seguía sintiéndose sumamente seguro. No obstante, el cambió se mostró como acertado por dos causas que hallaron al Real como principal responsable. La primera, que los blancos carecieron de contraataque. Aunque el Atlético se partiese aposta, no sufría en transición, lo cual constató por enésima vez que Cristiano Ronaldo ha dejado de ser un factor TOP a la hora de contragolpear. El luso necesita mucha compañía para marcar diferencias. Es un goleador, y no quiere ejercer de nexo, sino de punta lanza, pero a su vez carece de la velocidad y la autosuficiencia para serlo, limitando muchísimo el margen de maniobra de sus entrenadores. El Madrid solo crea peligro al contraataque cuando deja arriba a la BBC entera, algo que no cree poder permitirse contra los grandes, a los que gusta defender con dos líneas de cuatro. Es un problema que confundió a Ancelotti y que amenaza con confundir a Benítez: su plantel no es lo que parece, ya no atesora aquella habilidad innata para la contra. Sí si jugase con Bale y Benzema arriba, pero no con este Ronaldo. Y Ronaldo siempre está.
Yannick contra Arbeloa; retrato de que el Atlético, aun caótico, atacó mucho más que el Madrid.
En última instancia, aunque no la menos importante, se desató la relevancia de la lesión de Carvajal. Carvajal había sido la gran superioridad blanca del 0 al 45, y le suplió Arbeloa, que implicó la gran inferioridad merengue del 45 al 90. Su mal estado de forma fue el origen futbolístico de la única batalla que ganó anoche el Atlético de Madrid: la del hambre de victoria, la del carácter, la de la grandeza. Con Ferreira-Carrasco percutiendo contra el ex-internacional, el Atlético generó cierto clima de acoso que aunque era del todo inerte, por lo menos era cierto clima de acoso, que ya era mucho más que lo que proponía el Madrid. Y gracias al mismo, tras un fallo del propio Arbeloa, Yannick, Jackson Martínez y Vietto obtuvieron el tanto del empate. Un resultado más o menos acorde a lo divisado. En lo referente al juego, el único que llevó una de las facetas del fútbol a una cota alta fue el Madrid: la del control. Pero valorándolo todo, la actuación de los colchoneros pareció más completa. Solo el Atlético de Madrid atacó de verdad, aunque no lo hiciera demasiado bien. La prueba concluyente, que Keylor Navas se lució en dos ocasiones y a Oblak ni le vimos.
oli 5 octubre, 2015
Analisis de grande precision y acierto, como de costumbre. La verdad es que estaba ansioso por leer el articulo post partido. Sigo sin entender lo que ha cambiado para que el Madrid no de practicamente nunca la sensacion de crear ocasiones de verdad. Benzema disparo 1 vez (esto si, la metio !) Modric tambien una y fuera y Cristiano no metio mas que un flojo disparo lejano a las manos de Oblak que sonaba mas a desesperacion e impotencia que ocasion de gol. Como lo apunto Abel, no fue porque el Atleti no dejase espacios. Que le pasa a los de arriba ? El dominio y el control parece que se para a 30 métros del guardameta contrario y que no se sabe que hacer con la pelota a partir de ahi…