Fue un partido para degustar. En pequeñas o en grandes dosis, la vuelta de la previa entre Mónaco y Valencia ofreció de todo. En resumen fueron mejores los de Nuno, pues salvo el tramo final, donde apenas salieron de su mitad, mostraron mayor equilibrio táctico y competitivo; en líneas generales aprovecharon errores, crearon ocasiones y apenas las permitieron en juego -goles monegascos a pelota parada-. Se podría destacar la formidable labor de Mustafi, el impacto de Thomas Lemar o el magisterio que ya imparte Javi Fuego, pero por encima de todo, como noticia más esperanzadora y que incrementa la competencia del centro del campo che, la actuación de Enzo Pérez en el Louis II sirvió para reconocer al que llegó a Mestalla procedente del Benfica. Y aquel era un jugador de enorme entidad.
Enzo Pérez se sintió libre y recordó al que fue en el Benfica
El Mónaco, obligado a buscar la meta rival por la presión del marcador, y en ausencia de Moutinho, salió con Bernardo Silva en la línea de centrocampistas, indicador de la apuesta ofensiva de Jardim por mandar y buscar abrir la lata con más talento en zona de medios, Enzo recuperó su ida y vueltahecho que no tuvo especial significado en el encuentro. Con el ánimo de no encajar un gol, los locales fueron prudentes y no mostraron ninguna precipitación en ataque. Fue su salida de balón la que traicionó la premisa. Desde ahí, el equipo no concretó si compensaba buscar la contra o la presión adelantada, o bien elaborar en campo contrario y asumir riesgos. Sin Joao Moutinho para controlar y mover las líneas de Nuno, el Valencia defendía de cara, con los flancos recios y el robo a tiempo. En esas transiciones entre recuperación, salida, pérdida y balance, apareció el mejor Enzo Pérez.
Su recorrido le sitúa como una referencia en el ida y vuelta
La palabra era cohibido. El argentino tenía que llegar, deshacer las maletas, conocer a mucha gente nueva, ganarse un puesto y jugar en un equipo desconocido. Sus comienzos en la temporada pasada, como añadido, pondrían la guinda al tema: iba a ser mediocentro. Fuese en Estudiantes, la selección Argentina o el Benfica de Jorge Jesús, Enzo Pérez convenció a todos cuando cruzaba la divisoria y abarcaba todo lo que le dejaran. Interior o volante, se caracterizaba por ser un especialista en presiones adelantadas, poseer un ida y vuelta de manual, resultar un notable conductor para trasladar la pelota y desplegar un poderío físico en términos de resistencia que marcaba diferencias. Soltar a Enzo Pérez garantizaba un partido distinto y propio. El mendocino modificaba la velocidad de los encuentros. Recuperar esa carta, unida a la de Rodrigo De Paul, ofrece a Nuno un quinteto de centrocampistas de toda condición. Y en segundo año.
Luis Revilla 26 agosto, 2015
No importa cuán tieso llegue a parecer (o ser) Enzo Pérez. Su esencia está en esas conducciones de crack de barrio. Jugador con calidad.