Massimiliano Allegri no es un técnico que destaque por sus gestos grandilocuentes. De hecho, su aparente falta de emoción es, paradójicamente, el punto definitorio de su particular carisma. Suena raro, pero pensad en sus equipos. Ni abanderan propuestas extremas ni atraen de buenas a primeras, pero partido a partido van ganando personalidad y, como además siempre compiten, terminan por generar empatía. Exactamente lo que pasa con el italiano. Un técnico que siempre dibuja una sonrisa modélica, pero que rara vez ríe. Un entrenador que proyecta una exigente seriedad, pero al que no se le suele recordar enfadado…
Pirlo, Vidal y Téves eran más que estrellas… hasta que se enfada, lo que por supuesto da más valor al momento en sí. «Estar aquí para hablar de Pirlo, Vidal y Tevez no nos lleva a ningún sitio», sentenció hace unos días. Lo hizo subiendo el tono, parándose en cada palabra y acompañando su voz con las manos. En realidad, Allegri seguro que entiende como normal las constantes preguntas por los jugadores que se fueron. Andrea Pirlo, Carlos Tévez y Arturo Vidal no sólo eran cracks, sino que sobre todo eran símbolos. Por tanto, las cuestiones sobre sus ausencias proceden. Lo que ocurre es que Allegri, como entrenador inteligente que es, siente que esto puede terminar afectando a un grupo que sin haber empezado ya tiene el listón muy alto. A fin de cuentas, la clasificación en el Santiago Bernabéu significó el verdadero regreso de la Vecchia Signora a su posición de privilegio dentro de la conservadora aristocracia europea, y ahora, pese a las bajas, no va a tolerar ningún paso hacia atrás.
La Juventus se reencontró consigo misma en Europa.
Competir una final de la Champions League a Leo Messi fue, en definitiva, la culminación del plan que Andrea Agnelli trazó junto a Beppe Marotta, Antonio Conte y Andrea Pirlo. Un proyecto que, más que por cumplir todos los objetivos, destaca porque estos se fueron superando sin modificar ninguna línea clave del mismo, lo que indirectamente terminó propiciando la marcha de Conte y la llegada de Allegri. La idea de club estaba cambiando, pero la esencia debía seguir siendo la misma. Es decir, se tenía que ganar, pero a la victoria se debía llegar por otro camino. Uno más coherente. Más apropiado. Al final no se ganó, pero a efectos prácticos tuvo un significado parecido. El proyecto había sido un éxito: la Juve dominaba Italia y volvía a ser candidata en Europa.
¿Allegri podrá restarle peso a sus ausencias?“El equipo ha hecho lo que tenía que hacer y con gran personalidad, nos vamos de aquí con el autoestima más alta y aún más convencidos de nuestro valor”, decía el propio Allegri en la sala de prensa del Olímpico. Un momento en el que, a buen seguro, todavía confiaba en que al menos dos de sus estrellas siguiesen en su equipo. No tanto por el valor futbolístico, que en el caso de Pirlo fue incluso hasta muy cuestionado, si no por todo su carácter y personalidad. Un equipo, más que lo que es, es lo que cree ser. Y la Juventus se sentía grande de nuevo. En parte por los títulos, en parte por la presencia de Andrea, Carlos y Arturo. Es ahí donde comienza el trabajo de Allegri. Es en este tema donde no puede limitarse a gestos pequeños y frases poco contundentes. No puede correr ese riesgo y, de hecho, no lo está haciendo: «Hay que hacer crecer a estos jugadores, que tienen calidad pero que también deben habituarse a jugar en la Juve. Si yo ahora me tengo que poner a pensar que Pirlo tiraba bien los penaltis… ¡Ya lo sé que tiraba bien los penaltis! Pero no está. Basta ya. No se puede ir hacia atrás».
En clave altas, la Juve ha cuajado un gran verano.
Ahora es el tiempo de Paulo Dybala, Mario Mandzukic, Alex Sandro, Sami Khedira o Simone Zaza. También, evidentemente, de Álvaro Morata, Kingsley Coman y Paul Pogba. Y de Gigi Buffon, Giorgio Chiellini, Leonardo Bonucci y Claudio Marchisio. Por nombres, talento y calidad desde luego no va a ser. «Nos sentimos en la obligación de continuar con la estela de victorias de los últimos años. Todavía hay pequeños huecos por cubrir, pero ya hemos gastado una suma considerable que supera los cien millones de euros», comentaba Marotta en una entrevista en la que remarcaba que los objetivos eran los mismos. Algo lógico, por otra parte.
La Juventus se ha reforzado bien, muy bien. La llegada a última hora del colombiano Juan Guillermo Cuadrado es la guinda del pastel. «La oportunidad de fichar a Cuadrado se nos presentó y la tomamos. Ahora le toca a Allegri, que es un excelente entrenador», decía el propio Marotta. Massimiliano siempre ha destacado más por gestionar y potenciar la grandeza que por crearla, pero eso es precisamente a lo que le insta su club. La Juventus no necesita a Pirlo, Vidal y Tévez para ganar, pero sí necesita tener lo que ellos significaban para sentirse grande. No es lo mismo, pero lo parece.
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@Javi15195 27 agosto, 2015
Gran acierto a la hora de 'hacer el puente' tras la marcha de Conte para darle continuidad al proyecto. Allegri es un entrenador que transmite serenidad y confianza en sus actos, alguien que aborrece los focos y trata de hacer un cerco en su entorno para evitar contratiempos ajenos a lo que él controla. A parte de eso, ha sumado un plus en Europa, puesto que Conte siempre tuvo esa mancha negra en su expediente durante su periodo en Turín. Max puso al Barça de Iniesta, Messi, Xavi y cía en más de un aprieto.
En términos deportivos es cierto que se ha reforzado muy bien. Con ello, parecen asegurar un buen futuro a corto plazo. Pero no solo eso: tienen reservas muy interesantes para seguir consolidándose muchos años más. Sus chavalines tienen un potencial muy interesante. Rugani, Sturaro, Coman, Berardi y otros muchos que permanecen cedidos en otros equipos. Neumáticos de repuesto para no quedarse en el camino. La Juventus de Turín ha hecho un proyecto precioso e inteligente. Ojalá dure, por el bien del fútbol.