En un artículo publicado en El Español, se desgranó qué perdía y qué podía ganar el Atlético de Madrid con la baja de Arda Turan. Aunque la conclusión final rezaba que a Simeone se le abría la puerta para mejorar mucho el equipo, también se recogían una serie de puntos de los que el conjunto rojiblanco quedaría desprovisto. Pero podría ser que no. Óliver Torres, ayer frente a la UD Las Palmas, cumplió en el rol más típico del hoy azulgrana… superando al turco en algunos ámbitos.
Óliver acaparó protagonismoAl final, Arda desempeñaba dos tareas cruciales, una lúdica y una práctica. La primera consistía en divertir al Calderón pese a que el juego global del Atlético no se prestaba a ello; y la segunda, en garantizar pequeños periodos de control (o descanso) con la pelota gracias a su habilidad individual para protegerla. Óliver Torres comparte la gracia de Turan y además agrega un par de virtudes extra: se mueve mucho más -lo que le hace entrar en juego con mayor frecuencia- y suelta mejor la pelota -se trata de un pasador más completo-. O sea, tras su paso por el FC Porto, se muestra más constante e integra a más compañeros en las tareas que Arda desarrollaba en soledad. Sobre todo, integra a Koke, que es el as. Lo hizo desde el 4-4-2 empleado en el primer tercio del encuentro y también desde el 4-3-3 de los dos segundos, cuando él actuó como extremo y Koke de interior, una configuración que debilitó la estructura defensiva colchonera pero que a su vez, mejoró su posesión de balón.
Es más vertical que Arda, pero por ahora tampoco produce.
Dicho todo, hay que reflejar que, aun así, el impacto de Óliver Torres sigue siendo más potencial que una realidad certera. Arda, a pesar de sus limitaciones, poseía algo que de lo que pocos futbolistas pueden presumir: era una estrella en los grandes partidos. El canterano, por su parte, no ofrece ninguna garantía de ello, sino más bien al revés. Cosa lógica dada su juventud. Encima, en la comparativa, no compensa su inexperiencia corrigiendo el defecto principal del otomano: él también carece de mordiente. Quizá no tanto, porque es más vertical, pero en más de una hora de dominio en el Calderón ante el recién ascendido menos férreo de los tres, sólo creó una ocasión de gol. En cualquier caso, su encuentro no dejó de ser una noticia muy positiva para Diego Pablo Simeone. Entre el banquillo y la grada, se guardó tres piezas que aspiran a cubrirle justo ese déficit de agresividad y productividad ofensiva: Ferreira-Carrasco, Vietto y el fascinante Correa. El segundo debut de Óliver en El Calderón lo que hizo fue animarle a pensar que, cuando lo desee, los matices de Arda seguirán puestos a su servicio. Con menos fiabilidad, sí, pero ahí estarán. Y en constante progresión.
Juan 23 agosto, 2015
Al principio le vi fallón y superado. En los primeros 10 mins pierde dos o tres balones y es regateado con cierta facilidad dos veces. Creo que aún le queda mucho.