A lo largo de los años, el Club Atético River Plate se erigió como uno de los grandes abanderados de eso que en Argentina llaman Paladar Negro. La afición riverplatense desarrolló un gusto especial por un estilo de juego vistoso, generalmente ofensivo, en el que lo lúdico y lo competitivo se mezclaban para dar pie a jugadas imborrables. Responder a esa necesidad existencial de su hinchada es parte íntegra de la identidad del equipo de Núñez. La última década ha sido, casi con seguridad, la más trágica de la historia del club. Además del descenso, la pérdida profunda de los valores que siempre han identificado a la institución generaban un clima de descontento y desconsuelo general. Por eso, cuando hace un año Marcelo Gallardo llegó a ocupar el banquillo del Monumental, algo cambió. La ilusión dio paso a la alegría desbordada con el paso de los partidos. River jugaba bien y ganaba con autoridad, con regusto de eras de antaño. Y fue bajo esos preceptos que se alzó con la Copa Sudamericana y luchó con ahínco por el campeonato local. Eso duró sólo seis meses. De ahí en adelante, Gallardo ha destacado por una actitud camaleónica que ha dotado a su conjunto de valores competitivos fortísimos, dejando de lado la voluntad lúdico-ofensiva que tanto emocionó en el otoño de 2014. Ese es el River Plate que llegó a la final de la Copa Libertadores casi veinte años después y en la ida de la misma no dio lugar a equívocos: lo suyo es la resistencia.
El River de Gallardo mutó después de seis meses
Tigres atacó sin aciertoEl partido se desarrolló con el mismo discurso durante los noventa minutos. El local contaba con la mayor cantidad de balón, trataba de desbordar por fuera y encontrar en zona de remate a sus delanteros. River, por su parte, esperaba, combinaba breves momentos de presión con un repliegue contundente y correoso mientras se hacía fuerte en su propia área, todo eso basado en unos espléndidos Kranevitter y Maidana. El plan del equipo mexicano incomodó más en los primeros minutos. Los dos extremos de Tigres, el velocísimo Damm y el pícaro Damián Álvarez, cantearon riverplatense, ganaban con asiduidad los duelos contra los laterales argentinos, y llegaban a poner centros con aroma peligroso. Aun así, el gran dominio que mostró Maidana sobre los atacantes locales amainó la tormenta lo suficiente para que sus rivales perdieran confianza estrategia trazada. River, por su parte, no lograba hilar ataques claros, quizás víctima de lo extenuante de su idea que ponía incluso a Rodrigo Mora a despejar balones en el último tercio del terreno de juego. Ese agotador trabajo se notaría en las lesiones musculares de los uruguayos Viudez y Mora, quiénes tuvieron que ser reemplazados en el entretiempo. A pesar de todo, el plan funcionaba y aunque Tigres atacaba, sus exploraciones por fuera cada vez tenían menos acierto y por dentro ya estaba Kranevitter para comerse la cancha, el balón y a sus contrarios.
El segundo tiempo siguió la misma tónica. El ingreso de Bertolo y Martínez por Mora y Viudez pobló aún más el mediocampo de River, dejando algo más solo a Alario en su labor de delantero. Tigres no encontró como crear ventajas sobre la transición defensiva de los de Gallardo, se mostró lento en la circulación de balón y su ataque fue inoperante en muchos pasajes de la segunda mitad. Aunque River tampoco inquietaba a Gúzman, Gallardo tenía el partido donde lo quería, más cerca del control que de otra cosa. Ninguno de los cambios del cuadro mexicano modificó esa tendencia, pero sobre los últimos minutos tuvo oportunidades para llevarse el partido que pudieron echar al traste el trabajo del equipo de Gallardo. No pasó y River se llevó un valiosísimo empate en México. Los zarpazos sin filo de su rival no dañaron la armadura cruzada de decenas de batallas que ha forjado el ‘Muñeco’ en este 2015. Para la vuelta, en el Monumental de Núñez, River querrá hacer historia.
@9LutherBlissett 30 julio, 2015
Me sorprendió mucho River ayer por su salida. Como expuse ayer, fijandome en que Tigres era el equipo más asociativo de la Libertadores esperaba que River saliera unos metros más atras pero los primeros 15 min. creó que fueron totalmente argentino y Tigres se quedó un poco helado.
Tras los primeros 15 min. el partido giro, comenzaron a mezclar la salida en corto con balones largos a Gignac y a castigar por los costado, sobre todo a Vangioni que con tarjeta amarilla desde el minuto 2 no podía emplearse demasiado fuerte.
River resistió y ahora puede terminar la faena en el Monumental. Roberto D´Onofrio, presidente de River, dijo que Gallardo sería el Bianchi de River y cerca está de dar el primer paso para convertir la profecia en realidad.