Dunga es considerado un técnico cuadriculado, defensivo y pragmático. Conservador en forma y fondo. Conservador hasta para conservarse a sí mismo. Sin embargo, el jugador que definió su primera etapa como seleccionador en Brasil fue el más mágico, atrevido y despreocupado de los futbolistas que llegó a dirigir. Porque Robinho encarna a la perfección el mito del fútbol brasileño, ese que habla del juego y no de los títulos. Ese que se edifica en torno a selecciones que no ganaron nada y deja a un lado combinados que conquistaron el mundo. Ese que siempre se le echó en cara a Luiz Felipe Scolari y, por supuesto, al propio Dunga.
Su final llegó tras hacer su mejor juego en el Mundial 2010Pero más allá de entrar en el debate de lo que fue, lo que ahora es y lo que debería ser Brasil, que ya ha ocupado suficientes líneas, sí resulta interesante profundizar en cómo las dos grandes visiones que rodean a la canarinha supieron convivir con éxito entre 2006 y 2010. Porque ni siquiera la derrota tan prematura como definitiva ante Holanda, haciendo un análisis global, debería cambiar el argumento. Aquel día Brasil cayó condenada por sus propios errores, los cuales también complicaron a la selección más dominante del fútbol moderno en la misma ronda, pero incluso en ese partido se comprobó que la unión entre Dunga y Robinho era ganadora. Brasil jugó una primera parte mayúscula. Maniató a los atacantes holandeses, robó dónde quiso y corrió cuando deseó gracias a un Robinho completamente desatado. La selección que había apabullado en la Copa América de 2007 estaba tocando techo sobre suelo sudafricano, pero tras el descanso se sucedieron varias efemérides históricas que acabaron con el equipo, el proyecto y unas cuantas carreras deportivas.
Robinho viene transmitiendo buenas sensaciones.
Cinco años después, tras varias temporadas en las que ambos parecieron vivir el síndrome de su propio Vietnam, Dunga y Robinho han vuelto a cruzar sus caminos. Ni técnico ni futbolista son los mismos que en 2006, pero la mezcla de ambos sigue simbolizando la tercera vía del fútbol brasileño: orden para todos y libertad para quien la merezca. Resulta lógico pensar que pese a todo Robinho no será ni protagonista de lujo ni tampoco secundario de mérito en la Copa América de Chile. De hecho, en las convocatorias previas simplemente ha jugado unos minutos entrando siempre desde el banquillo. Pero como ya demostró en el amistoso ante Honduras, Robson da Souza todavía le puede dar a Dunga el talento, la fantasía, la sorpresa y el carisma que a Brasil le faltó en su propia Copa del Mundo pese a la omnipresencia de Neymar Jr. Porque Brasil, con Robinho, es más Brasil. Signifique lo que signifique esto.
Artículo originalmente publicado en la Guía de «La Paradinha» dedicada a toda la Copa América de Chile 2015.
ricardojavier1 14 junio, 2015
Sin haber visto todos los amistosos previos de Brasil, quiero ver como activará Brasil a Ney. Me acuerdo que Marcelo era MUY importante para ello y su baja la considero clave.
Y saliendome algo del tema … ¿Opiniones del debut de la Argnetina del Tata? Me gustó su primera parte pero la segunda se vió muy superada tácticamente.