A nadie se le escapa que la paciencia, la abstracción y la mesura no son precisamente tres cualidades que describan al mundo del fútbol cuando un joven futbolista comienza a despuntar. Pero más allá de lo mal que el tiempo suele tratar a la mayoría de comparaciones y pronósticos, está lo que hay detrás de cada una de ellos: un impacto real. Veraz. Una sensación que luego no debería ser corregida ni revisada, pues lo que la pelota termine decidiendo no cambia su significado. Por eso mismo, la actuación de Robinho en Cádiz sigue siendo asombrosa y el Gamper de Leo Messi ante la Juventus, incalificable. Por eso mismo, la irrupción de Rafael van der Vaart en el fútbol holandés sigue siendo impactante.
Fue el cuarto jugador más joven en debutar con Holanda.
«Cruyff, Van Basten, Van der Vaart», así rezaba una de las muchas portadas que la prensa le dedicó durante sus primeros días como profesional. Rafael había debutado con 17 años y tres meses, era mediapunta y jugaba en el Ajax de Amsterdam. Era rápido, se movía bien, buscaba el balón, tenía olfato de gol y en su zurda había más calidad, finura y precisión que en el resto de escuelas del país. Lo tenía todo para copar cualquier charla sobre el futuro del Ajax, de Holanda y del fútbol, y así lo hacía. Sobre todo porque su evolución era innegable y parecía imparable. Fue nombrado talento del año de su club en 1999, de su país en el 2000, de Europa en 2001 y ganó el primer Golden Boy en 2003 por delante de Cristiano Ronaldo y Wayne Rooney, dos futbolistas que también olían a súper estrellas desde el primer momento que salieron por la gran pantalla.
Van der Vaart fascinó contra el FC BarcelonaNi siquiera una inoportuna lesión de rodilla en febrero de 2002, que le cerró la puerta del Mundial cuando llevaba 14 goles en 20 partidos, podía detener su evolución. De hecho, al poco de recuperarse de la misma, Van der Vaart logró volver locos a Xavi y Carles Puyol. Simplemente era un amistoso de pretemporada, pero su actuación suscitó tantos rumores en Can Barça que, en una entrevista en Sport, ya se le preguntaba si podía ser compatible con Ronaldinho. «Eso no es problema. Yo me adapto. Puedo jugar por el centro, por la derecha, por la izquierda. Me gusta coger la pelota avanzar y ver puerta siempre que puedo. A veces, incluso juego de delantero puro como Kluivert. Creo que soy compatible con él», contestaba VdV seguro de sus posibilidades. Anécdotas al margen, aquella temporada 2002-2003 fue la de su confirmación absoluta. Gustó en Champions League, encantó en Eredivisie (17 goles y 4 asistencias en 21 encuentros) y su importancia en el Ajax creció de tal manera que al acabar dicho curso fue nombrado capitán.
Ya sólo le quedaba derrocar al PSV de Hiddink y Robben para poder dar el salto, sin mácula alguna, a uno de los muchos grandes europeos que llevaban tiempo llamando a su representante. Pero entonces apareció Wesley Sneijder. El de Utrecht, un año más joven y también mediapunta, nunca fue el rival y enemigo que muchos quisieron vender, pero su llegada al primer equipo del Ajax comenzó a opacar la carrera de Van der Vaart. Aquel chico, todavía con pelo, con el que Rafa celebraba cada gol que marcaba, sería el que le iría quitando el sitio en todos y cada uno de los equipos en los que coincidieron. Porque mucho antes de que la presencia de Wesley en Holanda le obligara a jugar en banda o le mantuviera en el banquillo en el Real Madrid, el Ajax de Koeman había tenido que elegir entre los dos para solventar la incompatibilidad que ambos demostraban cuando coincidían. Una decisión que nadie quería tomar, pero que parecía relativamente fácil tras dos temporadas en las que las cifras de Rafael van der Vaart se habían desplomado y su crecimiento parecía estancado. Sneijder ya era el nuevo «10» de Amsterdam.
Hamburgo, Real Madrid y Tottenham, sus próximos destinos.
En Hamburgo es todo un ídoloQuizás su marcha a Alemania no se había producido en las condiciones que él había soñado, pero su primera etapa en Hamburgo fue todo un éxito. Su presencia, salpicada de goles y asistencias, fue tan relevante como la había sido años antes la de un Kevin Keegan con el que se le llegó a comparar por cómo había logrado revitalizar y aupar al «Dinosaurio» de la Bundesliga a posiciones que, en teoría, no le correspondían por plantilla. Paradigmático fue, por ejemplo, el curso 2006-2007, en el que varias lesiones le alejaron de la cancha los primeros meses. Sin él, el Hamburgo comenzó a coquetear con una zona de descenso a la que luego se terminaría acostumbrando, pero tras su regreso en febrero y la contratación de Huub Stevens todo cambió hasta el punto de llegar a puestos europeos. Van der Vaart, en definitiva, lo era todo para una ciudad que ya no era tan hanseática como siempre pero que gracias a él seguía siendo libre.
¿Qué fue entonces lo que le faltó en el Real Madrid? Ningún diagnóstico sobre fútbol es definitivo, pero en sus dos años en la capital española pareció quedar claro que no era un jugador de la dimensión que se le había presupuesto en sus inicios. Su zurda era exquisita y determinante, pero la capacidad creativa y asociativa que le acompañaban no eran suficiente. Aunque es cierto que en Hamburgo no era un simple llegador enfocado al detalle y que se involucraba en la gestación de la jugada, en Madrid no supo aportar más allá del gesto final. Es decir, no supo ser Sneijder. Otra vez. Mientras Wesley era un acelerador constante y dinámico, Rafa no lograba sumar ni pesar más que en la frontal del área. Un hecho que ni en un Madrid de entreguerras le hizo destacar sobremanera y que propició su salida a Tottenham. En Londres, sobre todo en su primer año (13+9 en 28 partidos), sí recuperó el contexto que más y mejor le potenciaba: un creador por detrás (Modric), un delantero fijo por delante (Peter Crouch/Adebayor) y la mediapunta para su uso y disfrute. Pero, aun con sus momentos, no fue lo mismo.
Sea como fuere, aquella versión de 2010-2012 fue lo último que vimos de Van der Vaart como verdadero jugador de élite. En su vuelta a Hamburgo, donde llegó en condición de ídolo y estrella, su rendimiento nunca pasó de notable bajo en esta segunda etapa y fue de más a menos de forma dramática hasta el punto de «ser uno más» en uno de los peores equipos del fútbol alemán. Es tal su bajada de prestaciones que, mismamente, su desembarcó en la MLS en condición de jugador franquicia se truncó porque según Peter Vermes, técnico del Sporting Kansas City, «no tenía ningún sentido» pagar lo que se estaba hablando. Una circunstancia que, evidentemente, ha rodeado de dudas su fichaje por el Betis.
Su llegada al Betis puede conllevar un cambio de dibujo.
Al Benito Villamarín, por tanto, llega un futbolista que ha marcado 194 goles sin ser delantero, que ha sido internacional 109 veces con Holanda y que ha movido más de 40 millones en fichajes, pero que lleva tiempo sin ofrecer una versión optimista de su fútbol. Van der Vaart dice que se nota bien, sólo que «un poco más viejo», y Pepe Mel ya trabaja en diseñarle un contexto en el que su zurda puede sumar tantos goles como los de un delantero. «Necesitamos un enganche que nos haga mejores, y no depender sólo de Jorge», comentaba unos días antes de confirmarse el fichaje. La pelota, como siempre, dirá qué es de este movimiento. De momento, lo único seguro es que Rafael van der Vaart está feliz de jugar cerca de su familia materna. Lo cual, tratándose de un jugador de todavía 32 años y de todo un Real Betis Balompié de Pepe Mel, no es poco.
Brahm777 23 junio, 2015
Le veremos de segunda punta escorado un poco a la izquierda???
Creó que desde ahí puede sumar lo que Mel necesita y pide – determinación, goles y asistencias. Sólo veo un problema en su posicionamiento como segunda punta – Ruben Castro. El español no puede faltar en el once inicial de este Betis, y Rafael no llega para ser mediapunta creativo. Cada contacto suyo con el balón debe realizarse, como mucho, a 25-30 metros de la portería rival. Hay que facilitarle todo lo posible su puesta en escena. Con su zurda no sólo es efectivo sino que dará miedo y reunirá rivales cerca, liberando a gente como Molina, Portillo?, Castro y demás…
A todo esto… Como me gustaba el Van der Vaart del Ajax. Que delicia de jugador y de equipo. Tenían sus más y sus menos, pero cuando estaban al 100% podían con cualquiera. Ayudado en banda por Andy Van der Meyde, por Ibrahimovic por delante… Y Rafael pillando y enganchando cada balón muerto en la frontal. Que recital de golpeos.
Como dice el artículo, Rafael a hecho 194!!! goles sin ser delantero. Estadística bestial, que es la que debe aprovechar Pepe Mel. De lo demás Van der Vaart llega muy justito…