Lo de Banega y Pastore juntos no fluyó contra Paraguay. Se vio que les faltaba cohesión, horas de entrenamiento. Argentina no sabía sacarles fruto y sin embargo sus defectos sí constaban con potencia. Así que ayer cambió la propuesta. Biglia ocupó la plaza de Éver, cerró a la vera de Mascherano y dio libertad a los de arriba.
Pastore estuvo muy inspiradoEl plan fue sencillo: Di María, Pastore y Messi se movían por la zona de tres cuartos con suma libertad; cualquiera de los tres podía aparecer por la izquierda, el centro o la derecha indistintamente. A Uruguay le costó soportarlos. Sus desmarques eran frecuentes, rápidos e inteligentes; resultaba difícil evitar que recibiesen. Sin embargo, se le proveyó de una ventaja: Di María estaba participando más que nadie… y muy mal.
La constancia de Di María, en el caso de ayer, restó bastante.
Di María es un recurso excepcional con algunos peros importantes. Quizás se trate del futbolista más colaborativo que existe. Su intenso deseo de aportar algo en cada segundo del partido, unido a que posee virtudes físicas y técnicas para sumar en las cuatro fases del juego, le permite constar sin descanso en todas las acciones. Hasta el punto de restar impacto en ocasiones al mismísimo Leo Messi. De hecho, en el Mundial ya lo hizo. El «10» fue el innegable, insufló la confianza, marcó la diferencia; pero el motor del ataque albiceleste, el que conectaba lo de abajo con lo de arriba, fue Ángel, como tan bien se comprobó en la Final ante Alemania. Ocurrió entonces que Di María atravesaba un punto de inspiración casi histórico que compensaba, en cierta medida, que Leo apareciese tras él. El balón le llegaba limpio. Hoy, el caso no es ese. El extremo está desacertadísimo, tanto tomando decisiones como ejecutándolas. Y no baja su participación. Ensucia a los demás.
«Chiquito» Romero, como siempre, sostuvo a Argentina al final.
Tras el descanso, Martino lo fijó en su sitio y le hizo perder presencia, lo cual redujo el número de ataques argentinos pero mejoró la cordura de los mismos. Messi nunca falla y Pastore no falló. Apenas Godín, excelso y superior a Agüero, mantuvo a flote a los uruguayos. Hasta el 1-0, en la primera acción donde el Kun se midió a Giménez de manera directa. De ahí al final del envite, se percibió lo mismo que en el debut: Argentina sufre problemas muy serios para sujetar a su rival cuando éste decide tocar la trompeta. Con el modesto Diego Rolán a modo de Forlán y el Mono Pereira de plus, los de Tabárez no empataron porque Romero, como siempre que defiende a la Selección, estuvo fantástico.
Adam 17 junio, 2015
No es perfecto, pero no me lo quites del lado de Messi ni cuando falla. Es el único que le descarga aunque a veces se pase de descargar.