Esencialmente, ocurre algo parecido si el objetivo fuese analizar al Atlético de Madrid de esta temporada a punto de finalizar. El año posterior a tocar techo y cielo necesitaría una rebaja evidente en las expectativas. Por lógica en su progresión, tanto el nivel en esta campaña del propio equipo como el de Koke en particular debió de ocupar el periodo temporal 2013-2014, para culminar en este la ascensión sin altibajos con lo vivido un año atrás. La cantidad de jugadores nuevos, incluyendo la delantera, así como el rendimiento de sus compañeros de medular, afectaron tanto estadística como futbolísticamente a Resurrección. Como iremos viendo, Koke no ha brillado como antaño en parte porque, siendo un jugador finito, depende de lo que tenga a su alrededor para ser más o menos. Entre sus problemas volvió a destacar una virtud, cualidad que define por encima de cualquier otra su calidad como futbolista.
Como los sistemas los hacen los jugadores, el Atlético de Madrid invirtió el primer tercio de campeonato en asegurarse itinerarios para crear ocasiones desde uno nuevo. Había vendido velocidad arriba y, con el paso de los meses, perdido la capacidad de robo y presión alta de sus pivotes, lo que derivó en reconfigurar su salida de balón y su manera de pasarla en campo rival. En definitiva de jugar al fútbol. Simeone aprovechó al lateral más curtido y adaptado para darle responsabilidad con la pelota (Juanfran), creó una nueva sociedad con su jugador más dotado técnicamente (Arda) y dejó a Koke por detrás de los puntas para cerrar el rechazo (Gabi se abría para elaborar con Juanfran) o poder buscar a los puntas desde la corona del área. Su nivel de intervención descendía, si bien el equipo cumplía con nota la misión que encomendaba al nuevo triángulo externo la labor de salir, profundizar y llegar al área.
El sistema, los socios y el juego. Todo distinto para Koke
Para Koke, cuya temporada pasada se involucraba más en la salida por Filipe, que la pelota se trasladara por la orilla contraria le ha restado impacto en juego y marcador. Sin Diego Costa, Koke disminuyóCuando el brasileño y Arda se movían al compás para desorganizar al oponente, Koke se colocaba en el sitio idóneo para recibir libre, sacar su comba hacia dentro o quedar orientado al pase definitivo. A pierna cambiada, el panorama para definir la jugada siempre es más sencillo. Si tenemos en cuenta que en transición, su memorable sociedad con Diego Costa se esfumó en verano y que los robos y el pressing en campo contrario han disminuido, el madrileño, como individualidad, menguó. Tanto en números como en sensaciones.
Su golpeo de balón y su determinación en tres cuartos han figurado con menos lustre. Uno podría argumentar que se perdió casi un mes por lesión y que quedan dos encuentros por disputarse. Teniendo en cuenta que bota el 80% de los corners de su equipo, sus cifras podrían acercarse a los seis goles y 13 asistencias que presentó junto a Costa, Villa o Courtois. En el presente curso, sus dos tantos y diez asistencias no dejan en menor lugar su importancia en cada éxito, dejando claro que su producción actual habla de que incluso sin potenciar al máximo, su presencia para cambiar las cosas, como veremos luego, le deja en un lugar privilegiado entre los medios del campeonato.
Sin Gabi bien, menos brilloAl respecto del Koke pasador. Su función en el Atlético siempre ha sido troncal a la hora de mejorar una jugada. Nunca de consolidar una posesión estable y duradera, salvo casos esporádicos. Sus porcentajes de acierto en el pase no han sido una vara de medir su juego ni el de su equipo, pero la pérdida de valor a su alrededor sí que le ha restado lucidez. El 80.6% de 2014 y el 78.6% -ojo, nada baladí- de la actual temporada, resume y explica la escasez de grandes sociedades (Costa en largo, Filipe por fuera), dependiendo en exceso, y desde muy atrás a la hora sacar al colectivo, de Antoine Griezmann. Al respecto, tal circunstancia se acentuó cuando el Atlético perdió cierta identidad fuera de casa y en su feudo las vías antes mencionadas para no sufrir con la pelota comenzaban a extinguirse.
Koke mostró una tremenda personalidad en el último tercio
Después llegó su baja, ante el Real Madrid en el Calderón, en el momento más crucial para su equipo: la eliminatoria ante el Bayer Leverkusen, solventada con el mayor de los sufrimientos. En ello, la figura de Koke salió más que fortalecida, fuese por puntualidad en su golpeo o por sus capacidades tácticas y futbolísticas para tratar de flotar en cada oleada. Su calidad para guardar la pelota y frenar el próximo ataque de su rival se añoraban desde el banquillo. Fue en su vuelta donde su cotización dentro del sistema creció exponencialmente, por todo lo que faltaba en su ausencia, por más que en su presencia todo no fuese como en la etapa de mayor brío.
Apuntada su mayor virtud al inicio del texto para el final, Koke demostró en ciertos partidos del último tercio que el Atlético era él. Apareció más atrás, las pidió todas, no dio excesiva claridad a la salida porque no es un cerebro y tampoco tuvo ayuda, pero comenzó a moverse como un crack del que dependen los equipos cuando agonizan. Agitó las dos mitades, brilló con su clarividencia táctica a la hora de activar espacios y equilibrar alturas, dejando claro que su personalidad para jugar y competir es absolutamente arrolladora. Entre tanto contratiempo, fue la insurrección de Koke.
lobezno 17 mayo, 2015
Ahora que no nos ve nadie: cámbiale a "Insurrección".