No era imposible, pero sí fue inevitable

Tras 35 jornadas y tres entrenadores, el Córdoba Club de Fútbol ha dejado de ser equipo de la Liga BBVA. Un final que entraba dentro de las posibilidades que barajaba la afición blanquiverde, sobre todo teniendo en cuenta lo sorprendente del ascenso y lo deficiente del verano, pero que ha llegado antes de lo que todos esperaban. Y no sólo eso, sino que además por el camino tampoco ha disfrutado como merecía después de haberse pasado 42 años lejos de la élite. Dicho esto y pese a la desventaja que muestra la clasificación, lo cierto es que el Córdoba tuvo una evolución que en el mes de enero pareció ser buena. No fructificó y el descenso fue inevitable, pero lo cierto es que salvarse no era tan imposible como llegó a parecer durante varios tramos del curso.

De menos a más y de más a menos. La ruta del Córdoba.

– El Córdoba del «Chapi». En los primeros meses de liga, a los de Albert Ferrer les costó transmitir que eran un equipo de Primera División. Suena duro, pero fue así. Su Córdoba era un conjunto laxo y muy poco competitivo en defensa que, mediante la posesión, intentaba controlar los partidos. Y, ciertamente, el balón lo tenían, pero este hecho le servía de más ayuda al rival que a los cordobeses, incapaces de producir combinaciones rápidas o de generar cierto desequilibrio para llegar con peligro a portería contraria. La idea no era mala porque ninguna la es per se, pero la poca calidad de la plantilla no encontraba escondite en la propuesta. Al final, aunque fuera a título personal, sólo Fede Cartabia logró sacar algo productivo de las primeras jornadas. Insuficiente, aun así, para lograr estrenar la casilla de victorias.

– El Córdoba de Djukic. Con el técnico serbio, el club califal comenzó a competir. Dejó de priorizar el balón, solidificó su entramado defensivo y buscó en la velocidad de Nabil Ghilas, el cual aún estaba trabajando para ponerse en forma, el argumento diferencial con el que comenzar a ganar partidos. El resultado, partiendo de lo futbolístico, fue magnífico y el Córdoba consiguió enlazar varios buenos resultados con el argelino como figura destacada: 0-1 en San Mamés, 0-0 vs Levante, 5-0 en Camp Nou, 2-0 vs Granada, 0-1 en Vallecas, 1-1 vs Eibar y 1-2 vs Real Madrid. Fue precisamente en su partido contra el equipo de Ancelotti, cuando también se comenzó a entrever que Ghilas iba a poder tener compañía en lo que quedaba de temporada. Llegó Edimar al lateral, Bebé para las transiciones y emergió Florin Andone, que se fajaba y además marcaba. Y al Córdoba le sentó bien. Sin embargo, tras una serie de malos resultados donde le faltó suerte y, sobre todo, calidad atrás, fuera en defensa o en portería, todo se comenzó a caer… desde fuera hacia dentro.

– El Córdoba de Romero. Sin tampoco una desventaja definitiva ni una imagen que pudiera insinuar que la temporada estaba acabada, la sensación es que una vez se fue Djukic el equipo comenzó a actuar a imagen y semejanza de su jugador más participativo: Bebé. Ilusionante a la carrera, impaciente con el balón, muy fallón ante portería y despreocupado en defensa, el Córdoba de José Antonio Romero todavía no conoce la victoria y ocasiones, como el día del Deportivo, tampoco le han faltado. Aunque únicamente fuera para prolongar lo que ya era inevitable.

Florin Andone es una de las mejores noticias del año.

No resulta fácil sacarle una lectura positiva a un equipo cuyo mejor momento fue una derrota, pero la experiencia en la élite siempre curte y, precisamente, esto es algo que le ha faltado al club califal para poder competir con más garantías en su regreso. Además, la reciente renovación de José Ángel Crespo y la explosión del rumano Andone pueden ser los primeros argumentos para pensar en un nuevo asalto a la anhelada Primera División. Un descenso nunca es una buena noticia, pero a veces sí termina siendo una oportunidad.

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