La caída del campeón de Europa siempre resuena con estridencia. Y se repitió. Contrastó por vez infinita la infidelidad de la Champions League; la resistencia de la competición máxima a caer dos ediciones seguidas en las manos del mismo dueño. Ninguna caricia la enamoró todavía. A ello se dispone Allegri, un entrenador con el cartel de cumplidor que a base de cumplir ha conseguido lo que ni Pep, ni Mou ni Van Gaal: jamás ha dejado un equipo suyo por detrás de la clasificación que por talento le correspondía. Tras su apariencia indiferente, el técnico de Livorno genera plusvalías allá donde se sienta. Algo parecido a lo que sin parar intenta Morata, el canterano blanco que no admitió ser complemento porque se vio a sí mismo decidiendo partidos importantes, como las estrellas. Tenía razón. Y por último, Buffon. Jugar la Final de las finales excita a cada hombre, pero la entrevista que concedió Gianluigi tras el 90 del Bernabéu denotaba una alegría distinta. Debió pasar una vida ante su mirada. Pudo interpretarlo como la recompensa por aquel año en la «B», o a aquellos otros sin luces cuando no había en el mundo otro arquero como él.
Pirlo la movía lenta y el Real rompía a la contraEntrando en el análisis, debemos arrancar contando que no asistimos a un partido de nivel. El Madrid careció de autoridad, regularidad y acierto y aun así fue superior. Alimentarse de los errores ajenos le resultaba más que suficiente. Los primeros minutos fueron sintomáticos. La Juventus salió con carácter y sabedora de que si no marcaba estaba fuera; asumió el peso de la posesión y trasmitió una estampa de grandeza que, anímicamente, le sentó de maravilla. Al revés que al Bernabéu, que no entendía por qué Kroos, James e Isco no poseían el balón. No obstante, pese a lo chocante del paisaje, el Real ya había creado tres goles antes de que Casillas -notable actuación- apareciese por televisión. Toni, Alarcón y Rodríguez no dejan de ser artistas, aparentaron cierta blandura, pero su posicionamiento competía. Con la colaboración de Bale, formaron un 4-4-2 que, por más que pareciese pusilánime, ni fue desbordado ni recibió chuts comprometidos. Y a la contra, en cambio, los locales sí llevaban peligro. Aunque con un matiz: al estar Bale tan abajo, las transiciones carecieron de pegada. Ronaldo no las completaba. El portugués perdía el control sobre sus pies tras cada esfuerzo largo.
La ineficacia de CR7 en los golpes del primer tiempo constituyeron uno de sus relatos más impotentes.
En realidad, aunque hubo más contenido, la gran noticia de la noche residió en la capitulación de la BBC. Hasta la conquista del Mundial de Clubes, el Madrid había sido un rodillo donde las proezas individuales fueron innecesarias. Su modelo de juego lucía implacable y la mayoría de sus goles llegaron de la forma que más dominio evidencian: sólo había que empujarlos. Ni que decir tiene que la participación del tridente en dicho juego fantástico, en especial la de su estrella Cristiano, era decisiva en tal facilidad. Su juego entre líneas, el más maduro y preciso de su carrera, marcaba la diferencia. La insuficiencia aterrizó cuando el Real extravió tal caudal colectivo. Desde entonces, el equipo blanco, provisto de un presupuesto récord, no ha contado con el desahogo del llamado «gol del crack», esa acción de carácter individual en la que un atacante se fabrica un tanto con un chut imposible o una jugada personal. James e Isco se inventaron algunos, pero la BBC al completo no ha llegado ni a cinco. Benzema porque no consiste en ello, Bale por su falta de iniciativa y Cristiano porque no ha podido. El curso de la BBC explica por qué el Madrid ha sumado una cifra tan, tan baja de puntos inmerecidos, y en parte, su eliminación de la Champions. Aunque debe constatarse que a Bale anoche no se le pudo poner un pero. Lo intentó todo, fue la ofensiva del Real. Anoche -solo anoche-, su problema residió en su posición. Arrancaba desde demasiado atrás. Sobre todo, en las contras.
El Madrid nunca jugó lo suficientemente bien como para asustar y deshacer mentalmente a la Juventus.
A falta de esa vida extra que el tridente blanco sí profesaba un año ha, lo único que le quedaba al equipo era jugar muy bien. Y tampoco lo logró. Su ventaja estribaba en James e Isco recibiendo en la frontal del área, cada vez que eso ocurría la Juventus se desordenaba de mala manera, pero apenas sucedió. En primer lugar, porque matar en base a transiciones le parecía tan sencillo -lo era- que mostró poco interés en atacar de manera organizada; y en segundo término, porque cuando no le quedó más remedio que hacerlo, no lo afrontó desde la claridad. James e Isco en la frontal, en lugar del objetivo, eran la última solución. Cuando las circulaciones pegadas en la banda no tenían más salida, entonces sí se miraba atrás y se buscaba al español o al cafetero. De esta guisa, los arreones recayeron en pies de Marcelo y Benzema. El brasileño, que iniciaba sus conducciones sin nadie que le custodiase, era imparable para los de Allegri. El francés, entre líneas, indetectable. Estuvieron realmente bien. Pero el marcador reflejaba un escueto 1-0 al final de los primeros 45 minutos. ¿Corto? Sí, pero no inexplicable. La ausencia de un ritmo ofensivo fijo y la insuficiencia de Cristiano como punta de los contraataques razonaban el marcador. Eso y que la Juve, a pesar de sus importantes problemas tácticos, siempre estuvo entera de mente, pues el Real no la abrumó.
Cuando Benzema frenó, se apagó el Real MadridDespués del descanso, Marcelo y Benzema empezaron a bajar, y Bonuccci, Chiellini y Pirlo tomaron el balón como al comienzo del encuentro. Como Karim no sólo había sido importante en el ataque organizado sino que también había articulado las transiciones ejerciendo de eje de las mismas, su apagón restó salida al Madrid y dio tranquilidad a los de Allegri, que poco a poco fueron sumando piezas sobre la frontal en la búsqueda de una segunda jugada. Se mentiría si se dijera que olían a gol, gozaron de pocas chances, pero a fuerza de erosión, Vidal, Marchisio y Pogba contra Kroos, Isco y James era un negocio que se prestaba al optimismo. Aunque el 1-1 de Morata llegase a balón parado, en esencia fue esa superioridad física la que lo forzó. Y de ahí en adelante, como ocurriese en Turín tras el penalti del Apache, la Juventus fue mejor que el Madrid. De manera neta, además.
Los tres cambios de Allegri cimentaron la superioridad bianconera en la última media hora del choque.
Lo más duro para Ancelotti fue justo eso. Desde el momento en el que Allegri tuvo la clasificación, adiós. Massi metió a su equipo atrás, eludió la salida en corto que tan insegura resulta con este Pirlo mayor y el Real se volvió inofensivo. O sea, cuando la Juventus dejó de fallar, cuando dejó de regalar, el Madrid se convirtió en la nada. Isco y James seguían teniendo la llave, y de ellos nacieron las únicas dos ocasiones nítidas, pero a sus compañeros no parecían interesarles. Marcelo por la izquierda y Bale por la derecha eran la única apuesta constante de los locales, sin embargo, al fundamentarse en conducciones de larga distancia y hacia dentro, las tareas defensivas para Marchisio, Vidal y Pogba quedaban simplificadas. Así no se desordenaban. Y meter el pie sí saben. También dar el primer pase de una transición. Contraatacaron muy bien. Morata y Tévez se desmarcaban en banda y administraban cada pelota que ganaban con suma inteligencia, conscientes de que, aunque estuviesen muy lejos, Paul y Arturo iban a alcanzar su altura antes y, sobre todo, mejor que Isco, James y Kroos. Pudieron sentenciar en dos disparos, pero encontraron respuesta bajo palos. La Juventus, inferior en el global del envite, fue superior en los 30 minutos del final.
Tras exactamente 20 años de carrera, Gianluigi Buffon luchará por su primera Champions League.
A sus 37 años de edad, Buffon se ha ganado la oportunidad de alzar el título que le falta. Aunque parezca increíble, el excepcional portero italiano no conquistó la Champions todavía. Le ayudará Allegri, a quien el Barça conoce por experiencia y del que sabe que no debe fiarse. Massimiliano es lo más parecido a un lobo con piel de cordero que halla refugio en los banquillos de Europa. Por su parte, el Madrid se despide de su sueño aportando información conflictiva. El buque insignia de su proyecto, la BBC, no ha respondido este curso. Todo equipo, cada temporada, está expuesto a la irregularidad; nadie jugó nueve meses seguidos al nivel de su mejor pasaje. Se requieren determinados añadidos para salir vivo de los momentos malos. El conjunto de Ancelotti, pese a contar en el área ofensiva con el factor que se pasó el fútbol en 2014, no ha encontrado en ninguna de las dos áreas el sostén que precisó en no pocos instantes. No obstante, radicalizar el análisis carecería de fundamento. Cinco semifinales en cinco ediciones contrastan que el Real es un referente europeo. Estar matemáticamente vivo en la Liga a falta de dos jornadas también señala que la pudo someter. Le sucumbirá la tristeza por no visitar Cibeles, pero incluso sin tocar nada en el verano, haciendo lo mismo que este año, podrá volver a palpar metal en el próximo 2016. Y tras doce meses sin su tacto, la Champions le mirará con otros ojos. Ella es así. La de James, sin el conjuro del desamor, irá para dentro.
hola 14 mayo, 2015
Pirlo titular en la final…no creen que es salir con 10 jugadores?