Hablando de la Champions League, todos hemos leído “si fallas te vas para casa”, pero nadie oyó ni por un casual “si aciertas pasas seguro”. Es parte de la cultura del torneo y la asumen casi todos los grandes. A esto se debe que tantos entrenadores se estrujen la mente para cubrir sus defectos olvidándose, sin la menor pena, de potenciar sus puntos fuertes. Massimiliano Allegri, técnico de un equipo de nivel justo para una semifinal europea, optó por ir contracorriente y sacó una renta de 2-1. La Juventus se mostró como es y a pocos les pareció equilibrada; sin embargo, su fuerza, su resistencia y potencia constaron de manera brava. Para la vuelta ya se verá, pero en la ida fue suficiente. Ante un Madrid perdido.
Sin delantero centro, el Madrid se desorientóLa intensidad del uno y del otro no estaban en consonancia. La eliminatoria duraba 180 minutos; el Madrid lo tenía muy presente. Demasiado. Y no le estaba permitido. Ancelotti alineó un once inédito con una ausencia de difícil digestión, la de un delantero centro. Formar sin uno de esta estirpe desconfigura el ataque blanco y con él su sistema, exigiendo una reintrepretación del mismo para la que requería una mente activa. No la tenía y fue un desconcierto. En parte, porque el dibujo derivó hacia aquello que se le asigna aunque Carlo diga, rueda de prensa tras rueda de prensa, que suyo no es: el 4-4-2. Un 4-4-2 en defensa y ataque. Tévez, Vidal y Morata lo aprovecharon.
Bale presionó a James, James a Ramos, Ramos a Kroos y Kroos al Real Madrid hasta desconectarlo.
Dos de los madridistas que mejor interpretan su modelo habitual, James y Toni Kroos, patentaron la confusión de su equipo. James veía de repente cómo había un tipo nuevo que le sacaba de su lugar. Era Bale. Los movimientos del galés, que en muchas iniciaciones se abría y se quedaba abierto, terminaban empujando al cafetero a línea de centrocampistas, en vez de mantenerlo en la de delanteros como siempre que ocupa la derecha. Al bajar el teórico extremo James, su interior hipotético, Sergio Ramos, también perdía una altura, además de meterse más al centro, ejerciendo de segundo pivote. Y Kroos, acostumbrado a jugar solo ahí, no supo dónde ponerse. Cada salida de balón del Madrid era un potencial disparo sobre Iker Casillas.
Arturo Vidal completó una actuación heroica. Llegó a todas partes. Pero porque el Madrid le esperaba.
Ante ese panorama, la Juve de Allegri creció. Morata, Vidal y Tévez presionaban con pasión y provocaban fallos muy serios, especialmente en las tres piezas que más se expusieron: Ramos, Marcelo y Carvajal. Dicho esto, tampoco puede esgrimirse que el sistema de Allegri marcase diferencias. No fue que el orden italiano no dejase espacio libre y que empleasen esa superioridad táctica para encimar y robar. Lo que sucedió difirió de tal cosa. El Madrid, pese a su molesto desorden, tenía líneas de pase limpias en todas las direcciones, Carvajal, Marcelo y Sergio Ramos recibían la pelota solos. Suyo era el demérito de ni soltarla ni devolverla y permitir a Álvaro, Carlos y Arturo alcanzarles y meterles el pie. Que figure para el Bernabéu: la presión de la Juve, tácticamente, no tapaba ni a un Madrid sin cara y ojos. De hecho, muchos robos ni siquiera fueron de bota a bota, sino pases largos de lentísima velocidad que Morata cortó tras perseguirlos.
Pepe y Varane apenas ayudaron a su equipoLo que sí hizo la Juve lo suficientemente bien como para ser detonante fue moverse arriba. El encuentro ofensivo de Tévez fue bueno, y el de Morata, mucho más. Ambos puntas exhibieron la agresividad que les caracteriza y alternaron desmarques de apoyo con rupturas peligrosas, cruzándose entre sí tanto en el eje horizontal como en el vertical, desatando el más absoluto caos, sobre todo, en el sector izquierdo de la defensa merengue, el de Varane. Lo cual no excluye que Pepe completase una actuación tan pobre como la del francés. Ninguno supo afrontar la situación. Por supuesto estribaba gran dificultad, porque lo que sus compañeros hacían por delante no les facilitaba la vida, pero son Varane y Pepe. De ellos se espera valor añadido. La posición de Kroos abría carreteras sin vigilancias, y muy largas, pero centrales como los de Carlo deben asumir responsabilidades y recortar tales distancias. No puede haber medio ancho de campo entre Marcelo y Raphael como en el 1-0.
Isco fue el único jugador blanco que supo detectar lo que ocurría y ponerlo en favor de su Madrid.
No todo fue negativo para el Madrid. Isco jugó bastante bien, lo cual le bastó para demostrar que la Juventus, sin balón, en su propio campo, no tiene con qué resistir a un Real medianamente equilibrado. El malagueño logró recibir alguna vez abriéndose a la izquierda y emplear a Marcelo, Kroos y Ronaldo para crear algo en el carril del medio, propiciando que su equipo diera pases al fin en el terreno de Gianluigi Buffon. La magnitud de su encuentro excedió el detalle de que fuera el único al que le salieran los gestos. Aunque estuviera implicado en las tres ocasiones blancas, su aporte batió la importancia de eso. Con su serenidad y capacidad para forzar a sus compañeros a desarrollar un determinado tipo de fútbol, originó 20 minutos que incitan a pensar que el vigente campeón no se llevó para casa un resultado irremontable. Isco volvió a enseñar que sus bondades superan por bastante el virtuosismo que con el balón evidencia. Por encima de ello, es un influyente carácter campeón al que le brota este deporte practicado como se debe.
Los cambios de Ancelotti y Allegri dieron el control total y absoluto a la Juventus de Turín.
En parte por «el efecto Isco» y en parte por la inseguridad de la zaga visitante, Allegri y Ancelotti acordaron un encuentro mucho más amarrado en el segundo periodo. Ambos colectivos saltaron de modo más conservador tanto con el esférico como sin él, lo cual se percibió en la apertura de las piezas. Los de fuera (laterales, interiores, extremos) estaban más cerrados. El choque perdió ritmo y también ocasiones. Y en esas, un chut de Marcelo con posible marchamo de gol que rebotó antes de entrar, cayó en pies de un punta rival y comenzó una contra que nunca debió existir. La velocidad de Carvajal anuló el peligro en gran medida, pero justo entonces cometió penal. Lo marcó Tévez y se adelantó la «Vecchia Signora». Carletto, buscando un ataque más claro, devolvió a su frente su estado habitual con Chicharito, un clásico ariete. Pero a cambio de Isco. Craso error, analizado con perspectiva. El Real fue desprovisto de todo su juego interior y se vio reducido a llegadas por banda y centros desde cualquier lado. Pobre ofrenda a la Copa de Europa. Massimiliano, atento, pronto reconstruyó su defensa con el 5-3-2. O sea, tres centrales para despejar. Dominó el partido desde entonces. Gustó menos que al principio, pero lo controló más y salió a la contra con veneno. Sólo la salida de Morata, el futbolista de la semifinal por ahora, alivió la pesadumbre de sus exs.
K.K. 6 mayo, 2015
Madre mía el partido de Bale. Madre mía la temporada de Bale…
Lo de Kaka' se va a quedar corto.