De todo lo bueno que hicieron los humanos, lo mejor, con diferencia, fue defender a Messi. En el día de su vuelta a casa, Guardiola se arremangó la camisa y demostró respeto reverencial hacia quien él sabe por encima del bien y del mal. Nunca se había asistido a un despliegue defensivo semejante preparado por el entrenador del pase corto; programó un sistema de ayudas perfecto y dotó a cada uno de sus jugadores del máximo conocimiento posible sobre el número “10” del Barça. El posicionamiento, la orientación de los cuerpos, la paciencia técnica; primero Xabi, Bastian y Jerome y, más tarde, Alonso, Alcántara y Boateng ofrecieron un curso avanzado de cómo se contiene al chico que nos lleva a ese otro sitio donde ocurren cosas que en el fútbol nunca pasan. Lionel Messi fue anulado por el FC Bayern Múnich. Sólo regateaba hacia la banda, su pase de rosca no tuvo destino, apenas pudo chutar en juego. De ahí la fiereza de lo acontecido. Dejó meridianamente claro que, si él está bien, la competición más importante de la Tierra carece de capacidad para acogerle. Hay que apuntar, de igual modo, que repartió justicia en gran medida. Su equipo, como equipo, enseñó más fútbol. Siempre estuvo más cerca de marcar.
Rakitic doblaba a Messi y abría al Bayern de PepEl Bayern Múnich saltó al campo con una formación extraña y probablemente cortoplacista. Es típico de su técnico empezar los partidos con una disposición alternativa que será cambiada tras un primer instante. Tres centrales, tres centrocampistas, dos delanteros abiertos y, lo más curioso, dos carrileros largos, siendo Thiago Alcántara quien ejerció de “Dani Alves de Baviera». La intención pareció diáfana; tocar atrás con los tres del cierre, Xabi Alonso y Lahm y encontrar una salida limpia hacia Thiago en el lado de Alba, Iniesta y Neymar, que van cortos de energía y son menos ayudados por Busquets, quien suele decantarse hacia su derecha. Así, asociándose a ritmo bajo, templaría los ánimos y sobreviviría al siempre comprometido arranque de los azulgranas. No obstante, aunque estratégicamente guardaba su lógica, el plan fracasó con estrépito. El trabajo en primera línea de la MSN fue intenso y continuo, así como la participación defensiva de Rakitic, que desaconsejaba al Bayern echársela a su pivote vasco. La iniciación de los de Pep era lentísima y no lograba progreso, lo cual derivó en alguna pérdida delicada que no acabó en gol porque Suárez, Alves e Ivan, destacados del pasaje, sí nacieron en el globo. Especial atención al croata. Cuando el Barça pausaba su ataque, aprovechaba que los alemanes se cerraban sobre sobre Leo y percutía al espacio libre sin que nadie le siguiera. Dichas rupturas explicaron su encuentro más relevante como futbolista del Camp Nou. Fue el bastón de la medular local.
El 3×3 que dejó Guardiola al principio contra Messi, Neymar y Suárez no pareció nada competitivo.
Si robar arriba otorgaba ventaja a los culés, recuperar abajo daba comienzo a la fiesta mayor. La verdad, esto fue incluso desagradable. Guardiola dejaba en su mitad un tres contra tres con duelos individuales entre Rafinha y Messi, Boateng y Suárez y Benatia y Neymar. Era imposible no acordarse de la semifinal del año pasado; también no contemplar, aunque fuera por breves instantes, que quizá, sólo quizá, no sea Guardiola tan completo como pensamos cuando dispuso de Lionel. Diseñó una situación insostenible que pudo echar a los bávaros de la Champions en apenas 15 minutos de eliminatoria. No cabía explicación a su trascurso; sobre todo, se insiste, viniendo del 5-0 de la temporada anterior. Sólo el extraordinario derroche de talento de Xabi Alonso y Manuel Neuer, ambos en noches de homenaje a sus respectivas posiciones, mantuvo a Pep con una vida que su puesta en escena, por este escenario concreto, por su defensa de los contraataques y las salidas desde atrás del Barça en general, no mereció. Y resulta fuerte esgrimir esto sobre un candidato al título, pero no cabe otra cuando un simple pelotazo aéreo a Messi origina una ocasión manifiesta de gol en contra tras prolongación con la testa del cuerpo de 1,70. Por suerte para los germanos, su técnico rectificó el dibujo, pasó a línea de cuatro, trucó el enfoque completo y propició un envite diferente.
X. Alonso, como un año ha, obró una exhibiciónCon el Bayern parado en un 4-3-1-2, el encuentro sí tomó color de noche seria. Xabi Alonso fue provisto de dos líneas de pase claras y, a partir de la conexión con Thiago (interior izquierdo), hizo ganar metros a su equipo. Empezó a notarse que la presión azulgrana sólo tenía sentido si su rival metía la pata e, inteligentemente, los de Luis Enrique dieron un paso atrás para ceder menos espacios. Dicho lo cual, en lo táctico, lo cierto fue que, de ahí hasta el final, la iniciativa sí perteneció a Pep. Por la izquierda Bernat y Thiago encontraban un margen de maniobra que Alaba y Toni Kroos, sus dos homónimos del curso pasado, hubieran sabido aprovechar, aunque en este caso el monumental Dani Alves sobreviviese como si fuera sencillo. En el otro lado, en la derecha, con Müller y Lewandowski volcándose hacia allí, sí ocurrían cosas más negativas. Thomas daba la cara y Alba y Mascherano sufrieron moderadamente. En cualquier caso, incluso en estos compases del choque, en los que por cierto el Barça vio desactivada su posesión por el buen trabajo de Lahm y Bastian sobre Iniesta y Busquets, el gol era un final mucho más afín a los locales que a los visitantes. Suárez, sublime del 1 al 15 en ventaja, mantuvo su nivelazo también contra un Bayern racional, volviendo loco a Boateng con sus controles orientados y dando ataques varios a Neymar y Messi; el brasileño los marró porque no le salían los driblings y Leo, porque lo de Alonso y sus esbirros ponía la piel de gallina. En serio: descomunal Xabier Alonso, batiendo líneas en ataque y creando la más impenetrable como defensor. Y Neuer. Siempre Neuer. Imposible vaticinar qué hubiera sido del campeón de Alemania sin semejante pareja de héroes.
El Barça completó 28 regates. El Bayern, 3. La diferencia de talento individual fue insalvable para Pep.
El segundo tiempo trajo consigo un nuevo giro de guion. Guardiola dio una vuelta y, resumiendo, pareció asumir que marcar gol por juego no le iba a ser posible. Con Bernat y Thiago superados por los hombres de “Lucho”, que a su vez estaban sumergidos en un sistema que no regalaba pros a los Pep, los únicos argumentos del ataque forastero eran Müller y Lewandowski, y no merecía la pena desnudarse en pos de que entre ambos tratasen de desbordar al Barça. Así pues, se puso a defender. Con la pelota, eso sí. Abrió descaradamente a sus puntas, en especial al polaco, hizo grande el campo y, sin la portería como destino, tocó el balón más seguido y sin pérdida. De esta manera logró lo que había perseguido en el primer cuarto de hora: desactivar el vértigo culé. En lo emocional, el Barça se vio afectado. Le costó entender que el Bayern mandase tanto en el Camp Nou, que imprimiese su intención sobre el verde con tanta autoridad. Cuando a Iniesta y compañía les tocaba la pelota, la administraban con prisa y mal, y se partían un poquitín. Cuánto se acordaría Pep de Robben durante este pasaje. Fue el suyo; el mejor escenario posible para los bávaros. Control y posesión alta. Igual que se apuntó la perplejidad provocada por el primer cuarto hora alemán, se impone declarar que lo obtenido por los mismos en el segundo periodo sólo está al alcance de Guardiola. Con un atacante autosuficiente y TOP envenenando su ritmo bajo, un Hazard, un Reus o un Tévez por ejemplo, hubiera tenido su oportunidad. Al no contar con ninguno, incluso en este tramo a su favor, el Barça creó más peligro. Messi seguía controlado, pero Ney se había encendido. Por Ney, el Barça era mejor hasta cuando Pep escribía la historia. El 0-0 y usar «el factor Allianz Arena» era su única salida.
Dani Alves es la tarántula divertida que se pone seria cuando llega la verdad; el lateral que gana títulos.
Y entonces llegó la acción. Un error en salida del equipo que jugaba a no perderla, propiciado por la pasión de Rakitic y la sabiduría de Daniel, encaró a Messi contra Neuer en ventaja relativa. Era la primera vez en 77 minutos que Lionel hallaba una situación remotamente favorable; Guardiola había otorgado libertades a delanteros tan sublimes como Neymar o Suárez para que no sucediese tal cosa. Sabía que un segundo del argentino, solamente un segundo, borraría meses de su trabajo. Y efectivamente, así resultó. Pep fue uno más ante el mejor, sintió la desolación penetrable de la impotencia más total. Desde fuera, atendemos a la supremacía de Lionel desde la admiración y la leve comprensión que está en nuestra mano, pero ahí abajo, contra él luchan gigantes con categoría de semi-dioses. La resignación sumisa, por más que la anuncien de palabra, debe provocar un shock y un dolor de recitación imposible. Se notó en los jugadores del Bayern. Los once entraron en esa sexta dimensión que absorbe cerebros y transforma en marionetas a tipos íntegros e inteligentes. Un 3-0, un apabullante 3-0 de lecturas riquísimas. Partiendo de la base de que el fútbol no sólo es táctica, que el talento aplicado de los jugadores importa incluso más, el enfrentamiento entre el Barça y el Bayern dio pie a un marcador cercano al definitivo. Si se revisa el vídeo de las ocasiones, era perfectamente pausible. Pero ese partido quedó 0-0. El otro, el de Messi contra los bávaros, fue dominado con puño de hierro por el equipo de Xabier. Y ése, ése y no el otro, fue el saldado por victoria de tres tantos. Con media Final de Berlín. Con un trocito de historia. Con el anonimato de Pep Guardiola en un banquillo del Camp Nou. Messi ha vuelto. De otra manera, pero con el mismo efecto: en el deporte de los errores, fallar se ha prohibido otra vez. Si se le quiere ganar.
hola 7 mayo, 2015
Messi, Messi, mucho Messi. Despues del 1-0 el Bayern entro en caos y en el caos, el Barcelona se hace mas fuertr. Dan por muerto al Bayern o lo ven aun con vida?