La temporada 2012/2013 comenzaría a explicar que, mientras Leo Messi estuviera en el Fútbol Club Barcelona, el ciclo del conjunto catalán no se acabaría. De su estado de forma, su compañía y su entrenador dependería cuántas veces iría la afición barcelonista a Canaletas, pero incluso en el peor escenario posible, bastante cercano al que se viviría el curso siguiente, el argentino haría optar al Barcelona a ganar títulos. No obstante, antes de que todo esto sucediera, quien había comenzado a tener la iniciativa en España era el Real Madrid de Mourinho y Cristiano. Los madridistas lograron darle la vuelta a los Clásicos, encontraron la manera de «complicar» a Leo Messi, incidieron en la edad de Xavi Hernández y, en menor o mayor medida, propiciaron la salida de Pep Guardiola.
El pragmatismo de Tito y ¿el azar?
En un contexto verdaderamente delicado, partiendo de una posición de inferioridad y de otra derrota más en la Supercopa de España, Tito Vilanova pareció abordar el primer tramo de la temporada de la forma más pragmática posible. Entendía que sus mejores avales competitivos a muy corto plazo eran Leo Messi y el poso que había dejado el FC Barcelona 2009-2011, e incidió en ambos de manera obvia, directa y concreta. Para lo primero abrió a los dos extremos, fueran quienes fueran (Pedro+Tello o Alexis+Villa), pues su función era la de dar espacio a Messi, quien así quedaba aislado de su propio equipo… pero también, aunque en menor medida, del rival. De cara a exprimir lo que había sembrado la etapa de Guardiola, lo que hizo Tito fue formar una base de dos (4-2-2-2) con Busquets y Xavi jugando prácticamente en paralelo. Esta disposición, como la de los extremos, tenía ciertas imperfecciones que parecían casi insalvables, pero anímica y clasificatoriamente rentó. Y no por azar.
El Barça llegó con 6/6 triunfos al Gran ClásicoCierto es que durante esta etapa, que acaba en la séptima jornada con la visita del Real Madrid al Camp Nou, el Barcelona de Vilanova consigue varias victorias sobre la mismísima hora tras no haber podido acreditar ser un equipo superior al rival, pero dichos triunfos tenían su explicación. Si bien en área propia el mal momento de Valdés y de Piqué no solucionaba todo lo que exponía el colectivo, en la contraria había acierto y calidad. Adriano decantó el encuentro contra el Valencia, Xavi Hernández apareció ante el Granada y Villa emergió en el Pizjuán. Sus momentos aislados, enlazados siempre por la despótica soberanía de un Messi que ya había resuelto una situación delicada en El Sadar, le permitieron al Barcelona de Tito llegar con ¡ocho puntos! al Clásico. Exactamente la misma renta con la que saldrían del mismo, pues pese a que el Real Madrid se siguió demostrando superior en el cara a cara, Leo Messi logró «remontar un 0-1 sin tener ocasiones». Y no por azar.
El Barça de los centrocampistas
Contar con Messi y el espíritu competitivo de esta plantilla había resultado aval suficiente para sobrevivir los primeros meses de Liga, pero Tito Vilanova sabía que dicho plan se podía caer en cualquier momento y que, además, era muy incompleto para la Champions League. A sabiendas de esto, primero corrigió su propuesta ante José Mourinho y después, poco a poco, su proyecto comenzó a coger su forma y nombre real: el Barcelona de los centrocampistas.
Jordi Alba, Andrés Iniesta y Cesc Fábregas sería clave.
Resulta curioso que el primer Barcelona «sin Xavi» fuera apodado como el de «los centrocampistas», pero la denominación era más que correcta. Después de haber ganado tiempo victoria a victoria, Tito Vilanova rompió la base de dos, partió la pareja de extremos y acabó con el 4-2-2-2, devolviendo así a Busquets al puesto de único mediocentro y situando a Andrés Iniesta como falso extremo. Una posición clave tanto para su rendimiento individual, como para que Jordi Alba pudiera encender por fin su moto, hasta entonces calada por la ubicación tan abierta de los extremos. Pero el lateral no fue el único beneficiado por la idea de Tito y el talento de Iniesta. Cesc Fábregas, enigma aún no resuelto por el fútbol culé, encontró en este escenario un contexto que resaltaba todas sus cualidades a través del constante intercambio de posiciones con Andrés. Así, además de pisar el área cuando quisiera, el de Arenys fue ganando peso en el juego hasta lograr que el Barcelona se moviera bajo su dirección: más eléctrica, vertical y directa que la de un Xavi que, por primera vez desde 2009, no ocupaba el lado fuerte del circuito. Un hecho que le permitió dejar de sufrir en cada giro para comenzar a disfrutar de la frontal, donde todavía podía marcar la diferencia.
Sin Tito no hubo respuesta a los problemasEncontrado un buen modelo y con los grandes protagonistas del mismo muy enchufados, entre el final de diciembre de 2012 y el comienzo de enero de 2013 el Barcelona recuperó parte de la fluidez, el equilibrio y la lógica perdida en los últimos tiempos. Pero duró poco. Muy poco. La desaparición de Cesc planteó nuevas preguntas y exigió otras ideas, algo para lo que el equipo no estaba preparado tras la desgraciada ausencia de Tito Vilanova. Así, sin respuestas ni capacidad de reacción, el Barcelona comenzó a ir a la deriva, sufriendo en la Copa del Rey y doliendo en la Champions League. Entonces, ¿cómo logró levantar el título de Liga con récord de puntos y varias jornadas de margen? Simplemente, Leo Messi.
Leo Messi, tanto con tan poco
Antes de entrar de lleno en la reinterpretación que realizó Leo del milagro «de los panes y los peces», hay que situar su figura en el contexto táctico. Aunque la primera idea de Tito fuera darle espacio y la segunda rodearle con muchos centrocampistas, el rosarino no tuvo absolutamente nada a favor en el 85% de los partidos de la Liga. El panorama a su alrededor era muy pobre. Nadie se creía a Pedro y Alexis pinchados en banda, Cesc desde febrero no acertó ni a sacar de centro y Xavi ya no podía gobernar lo ingobernable. Ahora no se trataba de sí debían acompañarle los mejores o los más adecuados, pues no había «mejores» al uso ni -casi- «adecuados».
C.Tello fue la única ayuda que recibió MessiEs de hecho muy significativo que el mejor aliado de Leo Messi durante los últimos meses de competición fuera Cristian Tello. O, mucho mejor dicho, la jugada de Tello. Ésta consistían en estar abierto, atacar el lado débil cuando Leo iniciase la diagonal y, una vez en el área, abrir el regalo que le había empaquetado el genio. Una acción aparentemente simple protagonizada por un jugador todavía unidimensional, cierto, pero que llegado a este punto era la única herramienta que lograba desahogar un poco a Messi. “Villa es importante jugando como nueve, sujetando a los centrales”, comentó un día, agobiado y agotado, tras uno de esos partidos en los que había tenido que enfrentarse a todos, propios y ajenos, para conseguir tres puntos más que le acercaran al título.
Sin lesión, hubiera superado los 50 goles de la 2011/2012.
Pero lo fascinante de esta Liga no fue el triunfo final en sí, sino el hecho de que nunca pudiera perderla desde que el Real Madrid pinchara en Getafe un 27 de agosto. En ese momento, cuando los merengues aún dependían de sí mismos, ya reinaba la sensación de que cinco puntos eran demasiado margen para Leo. ¡Cinco puntos! ¡Con 36 jornadas por disputar! ¡Ante el Real Madrid de Mourinho! Y lo mejor de todo es que, en realidad, así era y fue. Durante esta temporada, el argentino definitivamente convirtió lo incoherente en racional, lo ilógico en normal y el mal llamado azar en probabilidad. Porque Leo produjo un gol en 30 de los 32 partidos que disputó, marcó tres tantos (46) más que Villa, Cesc, Pedro, Alexis, Villa y Tello juntos (43), y anotó un gol a cada uno de los 19 rivales a los se fue enfrentando de seguido. Cuando el Barça jugó bien, Leo Messi inventó adjetivos. Cuando jugó mal, directamente fue una quimera.
Porque al final, en el día a día, Messi es la mayor certeza que este bendito juego se ha permitido inventar. Su fútbol iría evolucionando, demandando cosas distintas y matizando también a su equipo, el cual fue cambiando para poder acompañarlo, pero en el fondo todo ha sido bastante parecido desde que Joan Laporta llamara a su casa tras estar en la de Ronaldinho. Porque mientras el Barcelona siga siendo de Leo… siempre habrá que poner puntos suspensivos.
···
···
HAZ CLICK AQUÍ PARA VER TODAS LAS COLECCIONES DE
– ORIGEN | ECOS –
···
Jesus 21 mayo, 2015
Creo que el mayor talento como escritor que tiene Miguel Quintana es contextualizar el pasado, lo hace muy bien!!!