El Barcelona había ganado todos los títulos posibles, había emocionado a su desconfiada afición e impactado al mundo entero con su juego, pero Pep Guardiola consideraba que su elogiadísima obra todavía podía y debía ser mejor. Y así lo sería. Quizás no en términos de frescura, entretenimiento y diversión, pero sí desde un punto de vista eminentemente competitivo. Pero para llegar hasta dicho punto, el cual abordaremos en el día de mañana, primero hay que detenerse en lo que fue la segunda temporada del aún invicto binomio que formaban Pep Guardiola & Lionel Messi.
El falso 9 e Ibrahimovic
Pep Guardiola había llegado al Bernabéu, había observado lo que hacía el Real Madrid para minimizar a Leo Messi y había triunfado con una innovación que no parecía tener visos de ser circunstancial. No, al menos, si uno acude a la génesis del razonamiento del de Santpedor: «Creo que este chico es el mejor que tenemos, o de los mejores que tenemos. Pero al estar en la banda derecha hay días en los que cuesta que le llegue el balón. Y yo lo que quiero es que él participe». Ese último término es crucial. Guardiola quería aumentar la participación de Messi centrando su posición; una decisión que se demostraría ganadora hasta unos términos inimaginables, pero que afectaba al orden colectivo… y a una figura muy, muy concreta.
Samuel Eto’o había batido todos sus registros y era parte muy significativa de ese Barcelona trepidante, optimista y vertiginoso de 2009, pero si Leo iba al medio él perdía su sitio y se quedaba sin argumentos para seguir figurando en los planes de Pep Guardiola. Curiosamente Samu ganaría la Champions League ese mismo año ejerciendo de segundo lateral, pero esa es otra historia con unos protagonistas muy diferentes. La que sí atañe al conjunto culé, y de manera más que relevante, es la que vinculó a Zlatan Ibrahimovic con Guardiola. Esa extraña relación que, además de demostrarse imposible, paralizó durante algunos meses la evolución de Messi.
Del 4-3-3 al 4-2-3-1 y al 4-2-4. El prueba y error de Pep.
Con Ibrahimovic el Barça probó tres sistemasHasta la visita a Riazor, el Barcelona 2009/2010 se ordenó con un clásico 4-3-3 que tenía bastantes novedades: Busquets comenzó a entrar por Yaya Touré, Iniesta jugó muchos encuentros como extremo izquierdo y Keita o Pedro, según la posición del manchego, se iban repartiendo los minutos que dejaba un Henry en baja forma. Sin embargo, este dibujo no sólo conllevaba escorar de nuevo a Messi sino que, además, la respuesta de Ibrahimovic fue bastante pobre. Pese a sus siete goles, los mismos que Leo, no parecía casar con la idea e ideal del equipo. El reparto espacial era conflictivo, la particular personalidad del sueco no ayudaba y el Barça dejó de funcionar como un reloj suizo. Se podría decir que el juego de posición culé, que había vivido su cumbre a todos los niveles la temporada anterior, comenzó a tener ciertos problemas.
Xavi tiraba de manual e iba encontrando soluciones puntuales, pero la estructura no encajaba con su nueva estrella y Pep probó con el 4-2-3-1 (Leo tras Zlatan) y con el 4-2-4 (Pedro por Keita). Este último esquema consiguió aliviar ciertos carencias gracias a la actividad de un Pedro que comenzaba a mostrar sus cartas, pero Ibra seguía siendo un tapón que restaba fluidez al equipo catalán. Ni siquiera cuando acudía a banda, por donde pasaba para «fichar», Ibrahimovic dejaba de parecer un mero invitado. Un fallo de rácord.
Pep aprendió contra Pellegrini
Pero el Fútbol Club Barcelona seguía ganando e, incluso, lo hacía a un ritmo muy superior al del curso pasado. Una circunstancia que, aunque suene algo incoherente, tenía explicación: aun con sus problemas, el equipo de 2010 seguía siendo un equipo netamente superior a sus rivales en el fútbol español, contaba con soluciones individuales indefendibles y, por si esto fuera poco, lo dirigía un Pep Guardiola que comenzaba a demostrar su creatividad tanto a la hora de plantear partidos como de corregirse durante los mismos.
Una realidad con varias aristas que ante el Real Madrid de Manuel Pellegrini se demostró diferencial. En el partido de ida, al cual los blancos acudían como líderes, Guardiola sorprendió sentando a Ibra y dando entrada a Henry. Esto, per se, no cambió demasiado, pues el Barça seguía dibujando un 4-3-3 y Messi permanecía acostado en la derecha. Sin embargo, la buena marca de Arbeloa y las ayudas de Marcelo propiciaron el ajuste del técnico de Santpedor: Henry a la izquierda, Leo de falso 9 e Iniesta a la derecha. Una medida que mejoró el juego culé, pero que se encontró con la respuesta del Madrid en ambos sentidos: mientras su defensa defendía muy adelantada sin temor a los espacios a su espalda, el peligro lo protagonizaban Kaká y Cristiano en cuanto podían correr. Aquel día el Barcelona se mostraría vulnerable y terminaría ganando con un gol de Zlatan, lo cual no dejaba de ser un lógico reflejo de la fase que estaba atravesando el proyecto, pero dicha experiencia serviría de argumento para los posteriores cambios de Guardiola.
Pep finiquitó la Liga con Messi de falso nueveDe hecho, durante aquella misma temporada, Pep ya se corrigió a sí mismo cuando tuvo que visitar el Santiago Bernabéu en un partido que era crucial para el campeonato. Su plan se basó en monopolizar la posesión, controlando el ritmo de partido y evitando tomar absolutamente cualquier riesgo. El reloj jugaba a favor y, como se comenzó a demostrar desde entonces, la presencia de Leo Messi significaba empezar con al menos un gol de ventaja. Así pues, el argentino jugó de falso 9, Alves adelantó su posición, Seydou Keita actuó como interior y Pedro como extremo izquierdo. En la primera parte sólo hubo un disparo: el gol de Leo Messi tras quebrar la cintura a Raúl Albiol. Después, con el Madrid forzando la máquina, Xavi castigó cada error merengue y regaló el 0-2 a un Pedro que sí atacaba el espacio. La Liga volvía a ser culé.
El gol le pertenece a Leo
En esta ocasión, lo visto en el Bernabéu sólo fue la confirmación de una constante que se venía mascando durante todo este curso: en sus botas Leo tenía temporadas con más goles que ningún otro futbolista en Europa. Y no sólo por las 34 dianas en sí, sino por las circunstancias en las que las había logrado: el Barça había tenido problemas colectivos, su posición cambiaba continuamente y el que debía ser su mejor aliado no fue más que un obstáculo que, además de quitarle espacio, sólo le dio una asistencia en toda la Liga.
Messi activó en la 09/10 el modo «ganaligas»Por todo lo explicado, su año volvía a arrojar varias lecturas que debían de condicionar el futuro: su gol suponía una certeza tranquilizadora para el día a día, significaba estar siempre más cerca de la victoria que el rival y, por ende, facilitaba a Pep jugar con fichas blancas todas las partidas. La pregunta ahora era: ¿cómo podía Guardiola potenciar y aprovechar todo esto sin que afectase al juego de posición y a la profundidad del equipo? En este sentido, esta temporada se convirtió en un continuo «prueba y error» que en ataque descartó más soluciones de las que aportó. Sea como fuere, había dos conclusiones más o menos unánimes: Ibrahimovic no encajaba en Can Barça y Leo Messi tenía que jugar por dentro. Quizás así el juego de posición dejaría de ser tan perfecto, tan puro, pero el propio Pep Guardiola sabía que éste es un modelo/idea de juego que siempre ha admitido alguna que otra excepción, como la de Laudrup, si ésta compensaba. Y Messi, por dentro, disparaba sus cifras de los 0’58 goles por partido al 0’95.
El gol por partido se encontraba ahí: en el falso 9. Una disposición que Pep ya comenzó a utilizar de forma definitiva en las últimas jornadas de este mismo curso 09/10 cuando sentó a Ibrahimovic y volvió a un lógico 4-3-3 en el que, además de confirmar a Pedrito como una eficaz vacuna contra la falta de profundidad, permitió dar la alternativa a Bojan Krkić. Y es que en aquel tramo final, la gran esperanza de La Masia se destaparía como una excelente noticia por su su juego sin balón, su adaptación a Leo Messi y su presencia goleadora. ¿Sería él lo que nunca pudieron ser Ibrahimovic y Eto’o?
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gustavo 19 mayo, 2015
qué difícil es hablar de la real dimensión de Messi. con cuántas ligas va a terminar su carrera? cuántas Champions? ahora que ya se aseguró el Balón de Oro 2015, ganará 6? 7? 8? tiene 27 años!