Con la ganada ayer en el Vicente Calderón, Leo Messi suma su séptima liga desde que es profesional y la quinta desde que el proyecto lleva su nombre y apellido. Más allá de su menor o mayor importancia en los títulos de 2005 y 2006 con Frank Rijkaard como técnico y Ronaldinho como técnica, resulta necesario separar ambas épocas para poder entender en plenitud la dictadura a la que el argentino, junto a un brillante grupo de tecnócratas y artistas, ha sometido a la Liga BBVA. Un férreo yugo que comenzó a situarse sobre el fútbol español tras una simple llamada de teléfono.
El traspaso de poderes
Hasta su temprano apagón, Ronaldinho Gaucho era el gran nombre del fútbol español. Su impacto visual fue impresionante, su aporte colectivo se medía con títulos europeos y, además, estaban sus soberbios registros de goles y asistencias: 15-11 el primer año, 9-16 el segundo, 19-15 el tercero y, pese a su ya obvio bajón, 21-20 el cuarto. Pero su impacto en el club no quedó ahí, pues durante su efímero dominio también le dio tiempo a proteger con su amplia sonrisa a la introvertida figura de un canterano que ya impresionaba a todos. “Nunca es fácil llegar con 16 años y meterte a un vestuario, sobre todo con la manera de ser mía. Y bueno, Ronaldinho y los brasileños enseguida me acogieron. Sobre todo él. El primer día me hizo sentarme a su lado y lo hizo más fácil”, contaba Leo Messi.
Messi sucedió a Ronaldinho en el FC BarcelonaRonaldinho, de hecho, le había dado la asistencia de sus primeros goles. De cuchara, al espacio y con delicadeza. Una obra de arte que el ’10’ brasileño había diseñado en exclusiva para que el ’30’ argentino se estrenara en el campeonato que poco después tiranizaría. Este dominio, precisamente, llegó tras otra asistencia de Dinho. Esta vez fue indirecta y mucho menos celebrada, pero igual o más trascendente. Lo cuenta Guillem Balagué en el documental de Alex de la Iglesia. A los pocos minutos de anunciar en persona a Ronaldinho que su tiempo en Barcelona se había acabado, Joan Laporta cogió el teléfono y llamó a Jorge Messi. «Leo, ahora tú eres el líder», les anunció. El número ’10’ ya hablaba con acento rosarino.
La respuesta de Leo Messi
Que Ronaldinho ya no estaba preparado para encabezar el proyecto culé resultaba un hecho difícilmente cuestionable, pero eso no significaba que Messi estuviera preparado para sucederle. No hay que olvidar que el Barcelona, unos meses antes, había caído en el Bernabéu por 4-1 tras hacerle el pasillo. Al final ese 2009 acabaría de forma histórica, sí, pero durante aquel verano no había ninguna certeza. Toda duda era racional y lógica. Y Leo no escapaba a ello.
La derrota en Soria y el empate ante el Racing en el Camp Nou desde luego no ayudaron, pero pronto el equipo ya dirigido por Pep Guardiola iría sorprendiendo al mundo entero. Cuesta discernir si Messi era o no el líder de aquel conjunto, pero desde luego sí era su mejor jugador. Sus cifras, de hecho, vivieron su primera explosión durante dicha temporada: 14-2 en la 06/07, 10-14 en la 07/08 y 23-11 en la 08/09. Y el equipo acompañaba. En la sexta jornada, tras ganar al Atlético 6-1, se comenzó a hablar de tiki-taka. Ese Barça era diferente. Especial. Merecía nuevos adjetivos e, incluso, una nueva prosa para describirlo. Pero todavía no había confirmado nada. ¿Su juego era real? ¿Era competitivo? ¿El acierto técnico era un simple pico de forma? ¿Podría ganar así a los mejores? Durante los meses de noviembre y diciembre, los resultados ratificarían la propuesta de Pep y el estrellato de Leo: 0-3 en el Sánchez-Pizjuán, 4-0 al Valencia, 2-0 al Real Madrid de Juande y 1-2 en El Madrigal.
Eto’o, Messi y el espacio
Ese Barcelona nacía y crecía en la derechaEse deslumbrante y fresco Barcelona de Pep Guardiola nacía, crecía y vivía en la banda derecha. Allí se juntaban Rafa Márquez, Daniel Alves, Xavi Hernández, Leo Messi y una multitud de rivales que no sabían que era imposible quitarle la pelota al club catalán. Dicho desconocimiento, que no duraría demasiado por obvio, resultó fundamental durante toda la temporada, pues los contrarios se juntaban en la derecha y el Barcelona comenzó a matar en la izquierda por medio del cambio de ritmo de Iniesta, la sensibilidad de Thierry Henry o el acierto goleador de Samuel Eto’o.
El delantero centro camerunés había estado virtualmente fuera del Barcelona desde el primer día de Pep Guardiola, pero su ser indomable tenía muchas ventajas de las que se sirvió el equipo. Sus rupturas compensaban el juego de posición culé y su instinto comenzó a transformar en goles todo lo que por detrás creaban sus compañeros. Aquel año marcó 30 sólo en Liga, superando así todos sus registros históricos y reivindicando un lugar que él sentía que le habían negado. Un espacio simbólico que le otorgaron a un chico de 21 años con el que no se llevaba ni mucho menos mal, el cual incluso le hacía gestos de cariño, pero que a la postre también le quitaría su espacio futbolístico en la cita más importante del año.
Al final de aquella Liga cambiaría la carrera de Leo Messi.
En el Bernabéu, Eto’o fue a la banda de MessiHasta el famoso partido del Bernabéu, se podía decir que Eto’o actuaba como un punta clásico y Messi como un extremo tradicional. Jugaba a pie cambiado, claro, pero el puesto de Leo seguía estando en la banda derecha entre la línea de cal y el pico del área. De todas formas, ya durante la temporada se vio una ligera y progresiva evolución: en los últimos 20 metros, no antes, Leo pisaba posiciones algo más centradas. Es más, si uno analiza los 23 tantos que anotó en dicha liga, puede observar como sólo 7 (30%) son haciendo la diagonal desde la derecha. Exactamente el mismo porcentaje (30%) que los que anotó en el área en posición de punta y no mucho más (17%) que los marcados entrando por dentro desde atrás. Sea como fuere, el paso definitivo no se dio hasta la visita a Madrid. El equipo de Juande Ramos era sumamente imperfecto, pero tenía a Robben y venía de sumar 17 victorias en 18 partidos. Había Liga. Al menos hasta que se observó que el rol de Messi era ininteligible para Lass, Gago, Metzelder y Cannavaro.
“En la primera vuelta, habíamos visto que cuando Leo Messi iba hacia dentro, su lateral le perseguía. Entonces empezamos a pensar en qué pasaría si el que viene dentro es el delantero en vez del extremo. Habría que ver si sus centrales tendrían el coraje de perseguirle. No lo habíamos hecho nunca”, explicaba Pep Guardiola años más tarde en una conferencia. En realidad, sí lo había probado antes. Quizás sin ese fondo, pero sí con esa forma. En el Molinón, en la tercera jornada, Messi actuó por dentro y el Barcelona de Pep logró su primera victoria liguera. Meses más tarde, en el Bernabéu, levantaría su primera Liga con Xavi Hernández dominando, Andrés Iniesta bailando, Leo Messi desorganizando y Henry matando.
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JuanRaffles 18 mayo, 2015
Pep a Messi: “«Leo, cuando Xavi o Andrés se salten la línea y te pasen el balón, te vas directo a portería, a por Casillas." … "Fue un secreto entre ambos. Nadie más del Barça supo lo que Pep había transmitido a Messi aquella noche del primer día de mayo,” …“Aquel 2 de mayo de 2009, el Barça aplastó al Real Madrid por 2-6, Messi se convirtió en falso 9 y Pep sonrió, feliz.”
Excerpt From: Perarnau, Marti. “Herr Pep (Spanish Edition)