Al terminar el encuentro, Guillermo Valverde recogía en Twitter la sentencia del que reconoce en su producto el punto de declive en su ciclo de vida: «A un equipo como nosotros que se dedica a correr detrás del balón no se le ha perdido nada en los cuartos de final». Jürgen Klopp, el entrenador que creó una experiencia inolvidable, se fue sólo y andando a casa tras el choque. La Juve terminó el encuentro pasándose la pelota con suma facilidad, registrando un 0-3 que recompensa el intento de dejar atrás su papel de reparto en las grandes superproducciones.
Y aunque el 2-1 de la ida no dejaba del todo tranquilos a los turineses, el gol de Tévez en el Juventus Stadium sirvió para calmar el ambiente de un conjunto con inseguridades recientes que solventar, resultado desde el que buscar un gol ante el más que presumible arreón inicial local. Otro nuevo zapatazo del argentino dejó helado a un Signal Iduna Park que volvió a acompañar y mimetizar el ánimo de su equipo… pero esta vez por todo lo contrario. El Borussia Dortmund ha perdido muchas cosas por el camino en los últimos dos años pero era un equipo que presentaba cartas potentes a doble partido. Su particular estilo y estructura de robo adelantado, influjo psicológico, velocidad punta y vértigo en jugadas a un toque, así como su determinante y embriagador escenario eran argumentos aún notables para simplemente competir. De todo ello no se supo en hora y media.
El Dortmund se pasó la pelota como si pesara quince kilos
La Vecchia jugó muy cómodaLa Juve aterrizó en Dortmund sin Andrea Pirlo y vio como Paul Pogba se retiraba lesionado en la primera media hora, pero ello no hizo más que convencer a Massimiliano Allegri de que el plan era sencillo en negro sobre blanco como acertado resultó a posteriori. Llevarlo a cabo con éxito resultó al final lo de menos, pues el BVB se mostró hastiado, envejecido, sin iniciaiiva ni mando, casi manipulado en lo más profundo de su identidad. Su circulación desde el primer pase -hablamos de una antigua referencia en la celeridad y sorpresa de su salida y gestación de cada jugada- fue anunciada como cuando Hollywood te dice cuando tienes que llorar.
Allegri se la jugó a replegarse siempre, con un bloque estrechísimo, retrasando a Pogba y Vidal, hombres más externos y vigilantes de Schmelzer y Sokratis, si es que en algún momento se incorporaron, asistiendo con comodidad a un ejercicio pasivo de pases inconexos, lentos y mensajeros de una más que probable sentencia en forma de contragolpe llevado por Morata y Carlitos. La Juve tenía enfrente al Rey Theoden, consumido y resignado por su rumbo en Bundesliga, hasta hace un mes a punto de la catatonia, en medio de un reino de Rohan cuyos caballos ya no cabalgan como antaño. Un reino que a punto estuvo de autoproclamarse imperio, y que a efectos prácticos, identitarios y futbolísticos lo fue, pues conquistó a casi todos, formaciones y espectadores, de una u otra forma.
Tévez y Morata bailaron sobre la tumba del BVB
Ante tal contexto, la segunda línea de la Juve, formada por momentos por un único hombre, Claudio Marchisio, en ningún instante fue cuestionada por cada uno de los atacantes y centrocampistas amarillos. Sin espacios para correr, Gundogan cayó en el olvido y Reus no compareció a los lados del italiano para amenazar por dentro lo que por fuera se daba por desechado. El resto cargó un área a la que se le mandaron balones por si las canillas de Buffon, Chiellini y Bonucci tenían un día malo. Tras naufragar la principal fase del encuentro, el BVB quedó del todo desestructurado, y ahí entró en acción la pareja ofensiva del momento en el Calcio, y consecuente y mayor argumento ofensivo, junto a Pogba, del campeón transalpino.
Se avisó desde todas las partes y corrientes de opinión: Álvaro Morata estaba destinado a herir a Klopp hasta el K.O. técnico. El madrileño se compenetra a la perfección con el torrente de fútbol que siempre fue el Apache Tévez, y de ellos surgió todo el caudal atacante. El ex madridista, a falta de hoja de servicios y trayectoria que intimidara a Subotic, Hummels, Gundogan y Bender, mostró un repertorio de movimientos cortos, medios y largos a los espacios que convirtió la lejanía hacia Weidenfeller en posibilidad de marcar. Álvaro y Carlos se potencian, se compensan y se multiplican, haciendo ancho y profundo el guión de Allegri. Al final terminó la Juve amasando la pelota, gobernando el silencio de un páramo sin almenaras que encender. Se fue Klopp como Theoden, cuya casa conquistó Tévez de la mano de Morata.
hola 19 marzo, 2015
El equipo que se ha parado con mayor autoridad en el Signal Iduna Park,es verdad que el gol de Carlitos lo facilito,pero tiene muchisimo merito de la Juve. Yo me los anoto a que pasan de 4tos(mi apuesta personal). Tremendo el nivel de Tevez,aunque ayer fue una enorme Juventus. Soy yo o Allegri esta bastante infravalorado?