Como si hubiera programado los acontecimientos, reduciendo cualquier mínimo impacto que pudiera suponer un rival que lo había desnudado hace apenas dos meses, el Chelsea ganó la Capital One Cup demostrando que a su entrenador no se le ha olvidado ser fiel a sí mismo cuando se juega tocar chapa. Los fallos atrás en los tramos finales de partido, el puntual descontrol de determinadas piezas o la extraña fragilidad e inferioridad de sus repliegues en momentos concretos hacían de los londinenses un conjunto pendiente de aprobar la asignatura que mejor se le dio siempre a su comandante: la desfachatez como sinónimo de audacia. Reconocer de arriba a abajo a su rival, rebajando la operatividad de sus (mejores) hombres al servicio del colectivo para competir desde ahí.
Este párrafo de apertura se debe a lo que ocurrió a partir del minuto 20 de encuentro. Hasta ese primer cuarto de final, Mourinho salió a buscar arriba a Pochettino. A robarle el balón, a forzar el pelotazo o a estirar el campo y separar las piezas para generar ritmo de juego y actividad en general. Como Dier pudo con Diego Costa, y Kane y Eriksen llegaban a zona de tres cuartos, el portugués debió de mirar a Cesc, Hazard y Willian para decirles que bajaran, primero 20 metros, y después sus posaderas, con el ánimo de comenzar a jugar la final que estuvo históricamente en su cabeza. Y más con las piezas de las que actualmente dispone.
En cuanto Mou cerró filas, sólo hubo un equipo sobre Wembley
La final se resume perfectamente desde que Kurt Zouma -Matic era baja-, un falso mediocentro que se estuvo quieto por delante de sus colegas de posición, anuló las dos alturas del Tottenham de MauricioC. Eriksen, más que anulado: Harry Kane y Cristian Eriksen. Se recalca que dicha desactivación no fue el hombre sino el cometido. Denegada la cabalgada a Kane disponiendo un 4-1-4-1 con los once hombres en su propia mitad, al delantero inglés del momento se le potencia con un centro lateral o una conexión entre líneas de un Eriksen de cierta calidad como ’10’ pero que queda reducido cuando aparece por delante del segundo mural, el de Cesc y Ramires. El danés quiso renunciar a bajar metros a sus recepciones las veces que pudo, pero la batalla ya la había perdido su equipo cuando la pelota buscaba la banda.
Fue, por fin, una notable reminiscencia de los equipos de Mou. Taponaron a la perfección por dentro y fueron superiores por fuera cuando el reto técnico quedó en las botas de Walker, Rose, Townsend y Chadli sin metros que galopar. Desde ahí comenzó a ganar seguridad y a reconocer su plan para grandes citas. Sin ver superadas sus líneas, la altura defensiva de los blues era francamente sostenible para comenzar a salir. A diferencia de otorgarle libertad a Eden Hazard, el Chelsea tuvo a Fàbregas casi al mismo grado de frescura y movimiento que los dos cracks ofensivos. Si uno piensa en la autonomía y arrancada del belga con respecto al español, casi que compensa que el ’10’ quede más retrasado defensivamente. Cuando Cesc es el interior que se suelta y deja a un pivote y otro mediocampista por detrás de él, Mourinho cierra el puño.
Diego Costa: un martillo pilón, pilón, pilón
Y es que el segundo gol ejemplifica muy bien que los planes del de Setúbal han de otorgar a Cesc un papel alejado de tantas y retrasadas atenciones, esfuerzos y responsabilidades defensivas que le hacen bascular hacia todas partes como pivote del 4-2-3-1. Hasta esa acción tan esencial, siempre figuró sobre Wembley el Costasistema. Tener a un tipo que siente la soledad como un reto próximo al éxito, sentimiento que nunca lo adquirió ni le fue enseñado, sino que es parte de sí como cualquier hueso de su cuerpo, acerca al Chelsea a la victoria. Diego Costa es una idea que consiste en darle agua a los suyos mientras sólo él corre sin parar en medio de las dunas… que se convierte en realidad. Los hechos puntuales, los detalles, fueron marcar a balón parado en el 43′, con el rival defendiendo un centro lateral en fila india de siete hombres y marcar el segundo al comienzo de la segunda. Entre medias, sonido de viento. Mourinho nunca ha necesitado más a partido único.
hola 2 marzo, 2015
Partido de los que le gustan a Mou. Siempre manejo el partido y jugo bien sus cartas. Bastante bueno lo de Zouma como mediocentro.