El Real Madrid, con el 0-2 de Gelsenkirchen a modo de ventaja, escudo y presunto acicate, precisó de un milagro, o similar, para evitar que el 04 le remontase el resultado en el Santiago Bernabéu. Impresionante. El equipo de Roberto Di Matteo no sólo pudo conseguirlo, sino que, según lo acontecido, debió hacerlo. El Madrid estuvo fuera de La Liga de Campeones. Apenas algo casi milagroso, nada menos que tres intervenciones perfectas de Iker Casillas (!) en el tiempo de descuento, impidió la caída de quien no hizo por mantenerse en pie.
El Real no tuvo problema físicoEste Madrid 2014/15 es una idea extremista como todas las que tienen como fin fabricar el mejor equipo del mundo. En su caso, los valores que destaca son la técnica y la calidad ofensiva en general, hasta el punto de que su centro del campo suele estar formado por tres hombres que hace tres temporadas ejercían como mediapuntas en sus respectivos clubes. En el once titular, defender lo que se dice defender saben muy pocos; se trata de un grupo en el que, uno a uno, ni son tácticos ni son intensos. Sobre todo, no son intensos. Para resultar sostenibles, necesitan bordarlo con la pelota, desordenar la estructura contraria y potenciar la propia, de tal manera que, cuando el oponente recupere el balón, posicionalmente sea dificilísimo para ellos salir en transición aunque el Madrid no agreda mucho. La prueba de que ésto es posible es que ya lo han hecho. Cuando se alababa la supuesta entrega física de Isco, Kroos y otros, se aludía queriendo o sin querer a lo que, con su torrente de fútbol, obraban para luego dar una carrerita, robar fácil y aparentar ser defensores que nunca fueron, que no son y que nunca serán. Sudaban porque tienen tan, tan poco en defensa que hasta esa mini-carrera les costaba trabajo, pero la dificultad de la misma era baja.
No ha cambiado la forma física de los hombres de Carlo; ha cambiado la intensidad que demandan sus esfuerzos, así como la complejidad de las decisiones tácticas que deben afrontar. Su mal juego con balón desemboca en ello cuando no lo tienen. Y es imposible compensar una transición defensiva nociva con la plantilla actual del Real. Kilómetros, dibujos, nombres… Nada de eso importa. Si el Madrid con la pelota no edifica un partido donde sin ella todo sea muy fácil, está abocado a la derrota por la confección de su proyecto. Y eso aprovechó Di Matteo.
El posicionamiento del Madrid era de una calidad muy escasa.
En ataque, el sistema habitual del Madrid fue un 4-1-5, más o menos. O sea, Isco, Khedira, Ronaldo, Benzema y Bale solían ocupar una misma altura por delante de Kroos. Cuando el alemán enviaba el pase a uno de sus compañeros, que solían esperar de espaldas y con menos agresividad que sus marcadores, alguno de los cinco defensas del Schalke se anticipaba y se encontraba ante sí tan solo dos obstáculos: primero Kroos solo y luego, a lo lejos, los zagueros e Iker.
Barnetta fue el rey lanzandoAunque la actuación del móvil Meyer fue muy brillante porque es súper técnico y bonito, y pese a que Sané tras su ingreso también lo hizo fenomenal, el hombre clave de la contra alemana fue Tranquilo Barnetta, que ocupó la posición de carrilero derecho en el 5-3-2. Corría, se desmarcaba de Isco, recibía libre y lanzaba la transición con precisión e inteligencia. El Schalke tenía clarísimo que debía salir por él y la ejecución del plan por parte del suizo fue perfecta. Cuando en el segundo periodo entró Goretzka y se situó como interior derecho, su juego se enriqueció aún más y resultó más incontrolable para el escaso Real. La armaron bien.
Huntelaar se comió a VaraneEsto anterior define la vía de escape tras robo alemán. Si era el portero Wellenreuther quien iniciaba la jugada, el hombre objetivo era sin duda Huntelaar, que en el juego directo se impuso con claridad tanto a Pepe como a Varane. Y como el Madrid se estaba dando cuenta de la que estaba liando y eso no hace sino acrecentar el caos, Isco y Khedira dejaron solo a Kroos y Meyer y compañía administraron mejor que a gusto las segundas jugadas. El gran peligro de esto residía en que no reducía su eficacia cuando se producía más cerca de Casillas. Si le colgaban el globo a Huntelaar en el área pequeña, lo ganaba igual y un compañero finalizaba desde la frontal. Qué jugadorazo es El Cazador.
Nada tuvo que ver lo de ayer con lo de Dortmund del año pasado.
A media hora del final saltó Modric al campo. No se le vio demasiado bien, pero no lo necesitó para tener su impacto sobre el partido, pues su mera presencia envalentonó a sus compañeros y recuperó movimientos que no estaban haciendo, según Ancelotti, porque han perdido confianza en su sistema. En cualquier caso, Huntelaar marcó un nuevo golazo y anuló tal efecto para bochorno del Bernabéu, que vio a su equipo sometidísimo de ahí al final por el oponente más modesto, con permiso del Basilea, que quedaba vivo en la Champions. Podrá esgrimirse que hace un año el Madrid vivió un episodio similar a este en el Signal Iduna Park, pero ninguna semejanza existe entre ambas derrotas. Aquel día, el Real cometió errores desafortunados que le pusieron a un gol de perder su ventaja contra un equipo experto y con nivel que arremetía al brutal calor de su grada, y en los últimos 15 minutos no le chutaron ni una vez. Tampoco del 45 al 60, cuando el Borussia Dortmund más quiso apretar. Controló la situación todo lo bien que podía controlarse y se presentó como candidato a la Copa de Europa de la que luego se apropiaría. Lo de anoche se distancia muchísimo de tal cosa. El Madrid se clasificó porque su portero, que apenas para y aún menos gobierna, se comportó como un cancerbero de élite en los minutos finales. Dicho de otro modo, se clasificó casi de casualidad, aunque tan dura afirmación corra el riesgo de ser injusta con la primera mitad de Cristiano Ronaldo, que como viene siendo, fue fuerte. La gloria, no obstante, para Barnetta, Meyer, Sané y Klaas-Jan.
Alejo87 11 marzo, 2015
Upa, Abél! Primera vez que te escucho tan fuertes comentarios para un futbolista. Sin duda alguna hablo de Casillas. Te tuvo que haber mosqueado mucho el partido del Real ayer. No comento mucho en artículos del RM porque corro el riesgo de parcializarme, pero en realidad lo de ayer fue muy fuerte. Si Modric consigue encarrilar esto habrá alcanzado cotas que nadie jamás imaginó cuando el croata pisó Chamartín.