No orquestó esta vez presión alguna, pero no por ello dejó de emplear el Txingurri la magia de San Mamés. Se representó en un despliegue físico máximo y continuo que tomó valor futbolístico en forma de carreras heroicas. Cada uno de sus cachorros se hartó de esprintar atrás y abortar ataques blancos. No obstante, no puede esgrimirse que el ritmo defensivo del Athletic fuese alto, sobre todo porque sus iniciativas no eran colectivas y, por tanto, espacios sí había. Su trabajo táctico no pareció destacable. El concepto fue otro. Los leones fueron un grupo de misioneros que no se conocían y recién llegados al tercer mundo. Ni el orden ni la compenetración brillaron con luz propia. El deseo y la generosidad fueron sus herramientas básicas.
El fútbol del RM fue un tedioNo resulta fácil contarlo y de antemano se pide comprensión a la afición ganadora, pero siendo este texto un análisis táctico y no en sí una crónica periodística, nos vemos forzados a señalar que, pese a la emotividad de la propuesta, ésta, como oposición contra un candidato a ganar la Champions League, debería haberse quedado cortísima. El Madrid, de cuyo partido no cabe decir nada positivo, se movió poco, lento y mal, y aun así tuvo jugadores desmarcados en cada jugada mientras Carletto mantuvo su 4-3-3. Había merengues libres tanto por dentro como por fuera, pero desplazaban tan, tan, tan lentamente la pelota que Iñaki Williams corriendo superaba por velocidad a cada pase del Real. Eran tan pesados los toques y controles visitantes que permitían a defensas mal orientados llegar los primeros, y con suficiencia, a todos los balones divididos, que equivalían, más o menos, a cualquier pase hacia delante que daban Kroos y cía. La clave del encuentro radicó en que, por San Mamés y por el fútil fútbol acogido, las piernas vascas corrían más que los pases del Madrid. O sea, algo bastante increíble.
El Athletic fue 11 Iñakis: apasionado, con ciertas habilidades y no demasiado formado.
Descrita la fase pilar del encuentro -ataque posicional visitante contra defensa organizada local-, toca continuar apuntando que tampoco se divisó en el Athletic un plan demasiado complejo para salir a la contra. Es más, practicando el Madrid un fútbol de calidad súper parecida a la del 4-0 del Calderón, Iker Casillas sufrió tanto o menos que cuando hace unos meses su equipo se paseaba por Europa al ritmo de James y Ramos. Dos cabezazos de Aduriz desde posiciones que sólo él y un puñado de hombres más saben convertir en peligro fueron todo el balance ofensivo del conjunto rojiblanco. Y la verdad, no pareció que fuese por mérito del Real, más allá de que Pepe demostrase su nivel.
Es decir, hallábamos que, como equipos, ninguno tenía muy claro cómo atacar en cada momento. Sin embargo, mientras que en el Madrid sólo compareció Ronaldo -movimientos perfectos, lectura ideal, ritmo altísimo-, en el Athletic todas sus piezas dieron el do de pecho y expusieron lo que llevan dentro. De nuevo en plan misioneros recién reunidos, sin demasiada cohesión, como en defensa, pero algo era algo. El empuje de De Marcos y Balenziaga dando aire, la llegada de Mikel Rico vistiendo la parte de arriba, la pausa de Iraola oxigenando la posesión, la acción de Muniain dando un plus de calidad, las carreras de Iñaki encendiendo a la grada… aquéllo que cada cachorro podía aportar, en algún instante lo ofreció. Y por encima del resto, Aduriz y Beñat. El primero por ser superior y el segundo por ser la distinción. Ocupando zona de mediocentro, y como consecuencia administrando el primer pase de la transición, Etxebarria supo recibir sin peligro de pérdida y elegir el lado de salida más oportuno para cada ocasión. Quizá no se vieran los misiles teledirigidos de sus mejores horas, pero en cuanto a lectura y poso, su actuación fue irreprochable. Su rumbo y el sudor del grupo bien pudieron justificar la victoria del Athletic Club.
En cuanto a quien hasta hoy fue líder, su desempeño preocupó porque alteró la lógica de su temporada. Desde el principio de la competición, su trayectoria había sido entendible y normal: empezó confuso por los cambios en el once titular, encontró el sistema y empezó a crecer, tocó techo, fue bajando paulatinamente por las lesiones y porque pudo perder algo de tensión tras cumplir sus primeros objetivos, esa cuesta abajo desembocó en algunos pinchazos que le costaron autoestima, encadenó varios partidos muy pobres y, tras éstos, inició una línea ascendente que parecía fiable y racional. Pero de repente, lo de ayer. Lo de ayer no tocaba. Jugó como si le faltase todo. Como si no tuviese de nada. Ni titulares, ni suplentes, ni entrenador, ni carácter ni sistema.
kikamen 8 marzo, 2015
¿Qué aporta Illarramendi al Real Madrid? Lo intento, lo intento muchísimo, pero no consigo sacar nada positivo de sus actuaciones. Ya no es sólo que me parezca que, sinceramente, no da el nivel para jugar en el Real Madrid, es que lleva una caraja encima que raramente se encuentra en Primera División.
Aparte de esto, pues circulación muy lenta como ya se ha dicho, un partido excepcionalmente malo de Kroos, que Benzema tampoco ha andado muy fino en sus acciones… No se si llamarlo cansancio físico o cansancio mental, pero me parece que hay claras muestras de cansancio, del tipo que sea.
No se, no pinta bien el Madrid. A ver si la pérdida del liderato les vuelve a espolear.
Saludos.