Sin Gabi, Tiago ni Godín, el Atlético de Madrid logró plaza para los cuartos de final de la Copa de Europa teniendo que remontar un resultado cuyo momento anímico y puramente futbolístico actual no puede acometer en 90 minutos. Por incapacidad, acuerdo tácito y pavor a que la ausencia de prórroga hiciera cundir el pánico en cualquier dirección en unos últimos minutos jugados con 1-1 o 2-0, Atleti y Bayer se citaron en una tanda en la que el lanzamiento de Hakan Calhanoglu sobre Jan Oblak definió en un instante la relación que alemanes y españoles han llevado a cabo en estos 210 minutos: el que más aguantara haría caer al otro por un soplido, azaroso y definitivo.
Simeone jugó su partido copero estándar, pero lo hizo a partir del 1-0, del cambió de Moyá, el cual obligaba a valorar muy bien los dos siguientes, en minuto e intención, y sobre todo, desde el 45′, cuando Raúl García sustituyó a Cani. A la primera mitad le sacudió un permanente estado de precaución en ambos equipos, extensible a la práctica totalidad del encuentro, sólo que esta vez no fue una precaución sólida, fiable y competitiva. Los locales por escasez, y los visitantes por falta de costumbre y carácter en tal altura, dejaron un choque con un promedio del 63% de acierto en el pase. El balón fue directo y largo en todas sus fases, lo que llevó a los entrenadores a reaccionar desde el banquillo siempre en base a la premisa de que en el pelotazo estaba el gol o la defensa del mismo. Sin embargo, a minuto 0, la entrada de Cani en banda y de Koke en el pivote invitaba a combinar y crear jugadas que ofreciesen la suficiente velocidad en el pase para crear ocasiones en un partido de presumible marcador corto. Dotar de vida al poquísimo gol que actualmente tiene este Atlético, de entre los ocho del próximo bombo, uno de los que menos gol atesora.
Cani tuvo una intención que Simeone desechó tras el 1-0
La poca capacidad de Cani como pieza defensiva y sus pérdidas de balón en campo propio tuvieron una rápida respuesta, alrededor del minuto 20, cuando Simeone cambió al zaragozano y al turco de bandas. El ex del Villarreal empezó en la izquierda, la banda de Bellarabi, siempre más presente que la de Son, quien se metió en Simeone nunca buscó el 3-1la mediapunta dejando su carril sin marca fija. Como el Leverkusen profundizaba más por allí, Cani se perdía y Arda quedaba alejado de la transición hacia la portería de Leno. Matando dos pájaros de un tiro, el argentino puso a Turan en el costado zurdo, se cerraron esas vías y se ganó al ’10’ cerca de cada robo para darles sentido. En los dos primeros tercios de la primera parte se volvió a observar a un Atlético desabrigado tras la pérdida, continuista en mostrar una de las caras más grises del trienio. A pesar de atar siempre a sus laterales, de rematar todo balón parado con únicamente cuatro hombres, los espacios existieron cuando el balón rodaba. Fue en la fase en la que el Atlético comenzó a buscar el guiso individual de Mandzukic cuando hizo creíble su propuesta de buscar el gol y dejar a cero su marco. El croata sacó petróleo en cada disputa, originando la falta del único tanto cantado.
La otra gran debilidad defensiva se ubicó en Joao Miranda, serpenteante en sus apariciones e inseguridades, al que Simeone situó de central izquierdo -siempre es derecho con Godín- como circunstancia que terminó de desfigurar su vertical. Su llamativa falta de confianza le llevó a cometer errores múltiples, de cualquier índole, pero sobre todo extraños; balones de muchísima altura que despejaba sin técnica y al centro cuando no los dejaba botar a lo Mascherano por inseguridad o falta de contundencia. Fue entonces cuando la entrada de Raúl García devolvió parte del pelaje que hace del Atlético en su feudo un equipo dificilísimo de eliminar.
B04 resistió pero apenas intimidó al el Calderón en los 120′
En un tira y afloja por sostener los planes que estaban construyendo un encuentro tan áspero, Roger Schmidt terminó por clausurarlo en su marcador final. Echó mano de Simon Rolfes y Stefan Kiessling, tallos de una enorme envergadura que anularon por completo todas las acciones a balón parado, afrontadas por su rival con la predisposición de botarlos al primer palo, así como igualar el tremendo desgaste de saltos y costalazos a los que somete la viga navarra. Mientras Gámez y Juanfran subían mirando hasta el último céntimo antes de pagar, el Bayer cerraba su área con número y centímetros. La prórroga, jugada ya por Torres, le sirvió a su equipo la facilidad de ser profundo por banda sin tener que proyectar en ningún momento a un retrasado, acción que subrayó aún más la falta de gol de un equipo que se está quedando sin anotar a balón parado y que en juego sólo son capaces de hacerlo tres jugadores, tan sólo uno de ellos en jugada propia y personal; tan sólo uno de ellos si se cuelgan numerosos balones desde los costados.
El escenario, la suerte de los 11 metros y el estatus de dos conjuntos de jerarquías bien distintas hicieron de la tanda de penaltys un reflejo entre el diferenciado instinto de supervivencia. Simeone se jugó el billete poniendo frente al espejo los fantasmas de Torres, a quien le faltó lanzar el quinto con una venda en los ojos. La plantó, dio tres pasos de espaldas al arco, se giró y lanzó ajustada al palo. Sabía que si se pausaba, Leno se la paraba. Por último, se han de remarcar las cinco primeras palabras de este texto, pues son relevantes en su ausencia o su presencia. De cualquier modo, el pase es un bálsamo y ganar ayuda a comenzar una nueva y última dinámica, pero el Atlético de Madrid va con lo justo, pues si bien, al fin y al cabo son cuatro partidos competidos al 1-0, no está en su mano hacer nada más. No parece estar en su mano pasar rondas si no es así.
El cautivo 18 marzo, 2015
Creo que es el momento en que debemos valorar lo milagroso del final del año pasado. Los partidos que el Atlético ganaba sin generar ni una ocasión de gol y solo por su acierto a balón parado le dieron el campeonato. Y era algo absolutamente extraordinario. El Messi del Atletico, creo que lo definio Arroyo.
Ahora que el acierto a balón parado ha vuelto a cauces normales, hay que darse cuenta de los enormes problemas que tiene este equipo para hacer un gol. El enredadera problema estriba que para construir mas en ataque ha perdido la seguridad defensiva que debía ser su bastión, sin ganar el punch ofensivo que esperaba, quedándose a medio camino de casi todo.
La verdad es que este año el Atleti no me transmite la solvencia de toda la etapa Simeone.