Cuando a un equipo estándar de José Mourinho se le cedía la posesión, cuando se le proponía el reto de abrir un cerrojo cerca del arco rival, su prioridad parecía muy clara: cometer los errores cuanto más arriba mejor y con un buen número de piernas propias entre su portero y la zona en la que iba a perderse el balón. En pos de ello, subía el ritmo y verticalizaba, bien por mediación de bolas frontales si contaba con un «9» boya o, más habitualmente, utilizando los costados y los balones cruzados a la espalda de la defensa. Éstos segundos eran poco precisos porque, frente a repliegues retrasados, hay poco espacio donde colarlos, pero intentaba controlar los rebotes y jugar desde ellos. En los cruces importantes de la Champions, salvo en algunos partidos de su Madrid, cuya abismal superioridad individual le forzaba a proponer otras cosas, la idea mourinhista pura era tal cual.
Para la contra, Cavani en izquierda y Lavezzi en derecha.
El PSG empezó muy encerradoAunque alineó un doble pivote formado por Matic y Ramires, Mourinho afrontó el derribo del muro francés como lo harían entrenadores más asociativos, buscando distraer desde el toque aparentemente inocente, encontrar así el hueco para saltarse una línea y atacar de esa manera. Y no lo consiguió. El PSG metía hasta nueve jugadores de campo por detrás del esférico -los cuatro defensas, los tres medios, Lavezzi y Cavani-, recordando más (no en táctica, pero sí en estilo) al equipo de Ancelotti que cayó contra aquel Messi cojo en 2013 que al que sucumbió a las órdenes de Blanc hace un año en Stamford Bridge. El orden francés era positivo y la extrema lentitud y falta de intención de los pases del Chelsea le facilitaban mucho las basculaciones. Más allá de algún latigazo de Hazard, que no deja de ser uno de los regateadores más consumados del planeta, el ataque blue no hacía ni cosquillas. Apenas lograba cruzar la divisoria. Y a la contra, con Ibrahimovic de receptor y lanzador, la banda izquierda de Matuidi y Cavani hacía daño del serio.
En el segundo periodo, el PSG asumió la posesión y atacó.
Cuando a un equipo estándar de José Mourinho se le concedía el bien de asumir la posesión y permitirle jugar a repliegue y contra, lo más normal era asistir a una exhibición defensiva. Perdiese o ganase, esos 90 minutos se convertían en un curso avanzado de defensa posicional preparado para ser estudiado hasta por los maestros. Anoche, en el segundo tiempo, a causa del poco sincero 0-1 que lucía el electrónico, el Paris Saint Germain cambió su chip y pasó al ataque, cambiando el 47% de posesión que había tenido hasta entonces por un sólido 63%. Y el Chelsea, más que un muro de piedra, pareció un dulce gelatinoso.
En el 2º T, Cavani cambió de ladoAstuto, cuando cambió el contraataque por el ataque posicional Blanc también cambió de bandas a Lavezzi y Cavani. El argentino es más hábil regateando a pie cambiado y tiene mejor pase para accionar las rupturas de Matuidi en lo que se convierte el flanco más desbordante del sistema, mientras que Cavani, entrando desde la derecha, es un rematador colosal que intimida muchísimo y atrae hacia sí la atención del pivote derecho rival, por si acaso. Eso mismo ofreció espacio a Verratti y el italiano lo aprovechó subiendo unos metros su actividad, y como es un genio, sus mágicas maniobras generaban cierto caos. No sorprendía, porque la materia gris de Ramires-Matic en labores defensivas es la que es, y es escasa. Y en el lado fuerte, éxito total. Matuidi fue una bala en el corazón blue que ganó línea de fondo de modo regular, alternando tras hacerlo el pase atrás a Ibrahimovic con el centro aéreo hacia Cavani. Sólo Courtois, con sus seis paradas, evitó una clara victoria parisina.
Al final, el partido fue interesante para los dos técnicos.
Puede esgrimirse que el encuentro fue productivo para los dos. Blanc, tras meses viendo cómo su equipo jugaba a un nivel desesperante, asistió a un resurgir -quizá aislado, pero resurgir al fin y al cabo- contra uno de los cinco grandes aspirantes a la Copa. Por su parte, Mourinho obtuvo un resultado formidable y un aviso necesario: esto, en Europa, no es suficiente. Si apuesta por el Chelsea técnico, Cesc en el doble pivote es imprescindible. Y aun así, estaría por ver si solo el catalán podría acelerar lo suficiente la salida de balón para que no sucediera lo de ayer. Si en cambio opta por pegar un volantazo y regresar a sus orígenes… básicamente tiene que empezar casi desde cero. Táctica y técnicamente, sus hombres cometen demasiados errores cuando se encierran sobre su área. Su Chelsea es un conjunto hecho a imagen y semejanza de la Premier League, ideal para conquistarla. Y eso, entre semana, se vuelve una mala noticia. Pero son Mou y Stamford Bridge. Mejorarán y competirán.
Jefatura 18 febrero, 2015
Me encantó Verratti ayer. Para mi de lo mejor del partido junto Matuidi y Courtois. El italiano respondió a lo que el partido le exigía.