Suele decirse sobre el juego del fútbol que hay dos decisiones que nunca implican una mala elección, el disparo y el cambio de orientación. Se puede cometer un fallo eligiendo una pared, una anticipación, un regate o casi cualquier cosa, pues son acciones sujetas a que se produzcan en un momento o lugar inapropiados, pero el chut y el cambio de orientación son actos que comprometen poco. Pueden no ser el mejor fin para una jugada, pero uno malo, raramente.
El Athletic no gira en ataqueDe un cambio de orientación ipso facto surgen varias ventajas tácticas. Es automático. Para empezar, quien lo lanza está mandando el esférico a un compañero que ve su nacimiento y su trayectoria de cara y hacia una banda a la que ningún contrario está mirando en ese instante. Y hacia una zona a la que ese mismo rival deberá correr perdiendo de vista el propio balón si quiere marcar al hombre de destino. Es decir, el cambio de orientación desorienta al oponente, pues es éste el único que gira el cuello y quien debe correr. Por otro lado, lógicamente, quien recibe el envío se encuentra en un carril más despejado, con más espacios, que el de origen, favoreciendo su paso al ataque. Para más inri, el fallo técnico más habitual, que suele ser que el lanzamiento se vaya largo, se convierte apenas en una saque de banda en contra, una de las acciones más fáciles de defender en el juego. Según Bielsa, aquélla en la que quien defiende tiene más opciones de recuperar la posesión de inmediato. ¿Que si un cambio de orientación se queda corto y el rival está perfectamente colocado puede darse una contra? Sí, como si Neuer bloca un tiro de Messi y presume de saque con la mano para echársela a Robben en carrera. Pero en general, suele erigirse, junto al chut, como la decisión que menos veces resulta improcedente. Y justo ahora, precisamente el ex-equipo del Loco no la usa casi nunca.
En cuanto el Espanyol cerró el centro, el control fue suyo. Y fácil.
En la ida de la semifinal de Copa disputada entre el Athletic Club y el Espanyol, celebrada anoche en San Mamés, este asunto resultó capital. Durante su primer periodo, el equipo de Sergio González se vio más débil de lo que acostumbra en el carril central. Quizá la nueva presencia de López, lateral derecho hasta hace nada, como segundo pivote desestabilizara la estructura, o puede que los nervios de verse a tres partidos de un título se notasen para mal. Sin ser el Athletic muy superior, sus pases rectos y verticales servían para avanzar a veces porque los pericos no estaban a su nivel, siendo la mejor prueba el gol de Aduriz, axioma perfecto de lo comentado. Cuando en el segundo periodo el Espanyol reajustó piezas y se hizo más estrecho, los pases locales empezaron a rebotar contra el 4-4-2 visitante. A rebotar hasta un punto incómodo. Y como el Athletic, pese a tener a Beñat sobre el campo, nunca cambiaba de acera, el Espanyol no tenía por qué abrirse. No dejó la eliminatoria lista Sergio García porque la Copa, San Mamés y el Athletic suelen darse una vida extra. Simplemente por eso.
El cautivo 12 febrero, 2015
Aduriz tiene 33 para 34 años. Inevitablemente tendrá que ir acabándose mas pronto que tarde. Auguro un futuro negro en Bilbao sin su nueve. Es uno de los equipo que menos gol y determinación tiene en su línea de tres, y no se ve que llegue un relevo productivo en breve.