Con 0-2, 1-4 y 2-5, el Athletic Club de Bilbao siguió llevando a cabo el propósito en forma y actitud con el que comenzó el partido. A pesar de evidenciar su poca capacidad intimidatoria más allá de Aduriz y que sus cinco últimos hombres lo iban a pasar realmente mal, los de Valverde nunca cerraron el párpado. El Barça de Luis Enrique fue dueño de un encuentro, otro más, donde los culés demostraron que, ahora mismo, subidos al patinete todas las cuestas son descendentes. La confianza blaugrana anuló el incesante pressing vasco. Desde ahí, su trío de atacantes resolvió.
El Athletic no modificó nunca su idea en los 90 minutos
Como los de Valverde no pueden garantizar nada jugando a lo que no les sale, ayer ejercieron el papel que las rayas y el estadio han protagonizado en los últimos cuatro años, antiguo San Mamés incluido; partidos donde la disputa, la presión a todo campo y el robo adelantado fuesen la constante. Así que la salida culé iba a determinarMuy buen Barça ante ‘pressing’ su propio rendimiento y la temperatura del choque, que por lógica debió enfriarse hasta en tres ocasiones, pero no fue así. Sea por la actual confianza o por la reiniciada capacidad de sus piezas para salir de un acoso sobre su inicio de juego, o por la suma de ambas, pues el estado de ánimo descubre atrevimientos y finuras que hasta el momento permanecían a oscuras, el Barça cada día es más fiable cuando enfrenta a seis o siete efectivos en su propio campo. Mezclando amplitud a varias alturas, superioridad numérica en la primera línea -el guardameta es uno más- e involucrando, como ayer, a sus dos mejores dribladores viniendo en apoyo o recibiendo como los más lejanos, los de Luis Enrique ofrecieron un alto nivel en la fase más repetida del choque y la más comprometida de su pasado reciente.
La orientación de sus piezas y su correspondiente y perfecta descarga cuando cada marca individual bilbaína armaba la acción de robo fueron dos claves producidas en relevo. Primero se originaba una y la otra iba de la mano. Con Bravo ganando segundos, en el momento justo y lugar adecuado, que provocaban que un punta le buscase, liberando así la siguiente pieza del damero, muy abierta -Piqué, Mathieu- o bien orientada para oxigenar -Busi-, el Athletic prolongaba el esfuerzo o comenzaba a equilibrar su balance defensivo cuando uno de los delanteros podía ya conducir. Fuese su inclusión para intentar restar poder áereo a Aduriz, la labor del titula ayer Mathieu le sirvió al mister asturiano para disponer de un libro abierto simétrico de pies naturales en cada costado de la primera línea que facilitaba la descarga fugaz, tanto hacia dentro como hacia fuera. El pressing local, que nunca desfalleció cuando perdía arriba la pelota o su rival sacaba de puerta, no es que fuera improductivo, que no lo fue porque hurtó algunas que quedaron cojas por la poca intimidación que genera cualquiera no llamado Aritz, sino porque el Barça se deshizo con especial fluidez de cada situación.
El trío culé, tras la presión, fue lo que se presuponía
Con los locales sobrecargando el lado de Leo y Alves, Neymar comenzó a tirar apoyos que deshacían el último nudo: el del envío en largo o el pase paralelo en banda de Alba cuando por dentro Rico taponaba a Busquets. De hecho, Leo vs Balenziaga y Neymar vs De Marcos fueron los duelos que terminaron por deshacer el plan vasco. Al argentino se le sumó Alves en ataque para hacer del ‘3’ el hombre por el que compadecerse, mientras Óscar lo único que podía hacer con el ’11’ era cometer falta antes de que su marca se girase. Esa velocidad de ejecución, de vértigo y calor, de precisión propia pero potenciada por el momento actual, se enfriaba en modo killer cuando los tres de arriba salían en escuadrón. Superada con tanta eficacia esa primera y, a la postre, única trampa, los últimos cinco hombres -De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga, San José- no podían casi ni competir. El espacio abierto, sus cinturas cerradas y la manifiesta inferioridad ante un tridente sin necesidad de mención… no impidió que el Athletic se pegara un particular y enésimo homenaje grada-jugador del 1 al 90.
@__tincho 9 febrero, 2015
Hoy vi al Messi de Rijkaard y al Messi de Pep en la misma persona. No era una suma de los dos, sino la sintesis de ambos. Titanico. Dictatorial, deportivamente hablando. Hoy sentí que vi historia.