Sin cumplirse el minuto 1 del partido, Torres abrió el marcador y la caja de los truenos. La jugada en sí fue reveladora. Contuvo un pase interior de Ramos, un corte fácil del Atleti, una pasada de frenada de Pepe, una fría conducción de Griezmann y un astuto desmarque del «9». Como paisaje, un Real completamente abierto, anti-competitivo. Parecido a lo que luego se vería en el resto de la noche.
Ancelotti creó tensión, pero…Ancelotti necesitaba tres goles para pasar, había criticado la falta de ritmo y profundidad de su equipo en la ida y había prometido algún cambio para remediarla. Y a fe que lo hubo. En busca de una dinámica de juego de apariencia infernal, y sabedor de que el Atlético -como todos- prioriza defender el centro sobre tapar las bandas, juntó tres cracks en cada costado, obtuvo superioridad numérica en los mismos y lanzó centros sin parar. El caudal ofensivo era enorme, un disparate, algo impropio de un duelo entre gigantes, 55 centros y 31 tiros se contaron. Pero la calidad de los mismos fue baja. Decir que el Atlético estuvo cómodo sería absurdo, a nadie le gusta que le aprieten tanto, había un número de rebotes cerca de su meta que por supuesto le incordiaba, pero aun aceptando que no controlaba lo que ocurría, el descontrol imperante le daba bastantes más opciones que a su adversario. Y no ignoraba que eso era así.
Para atacar sin tregua por banda, el Real regaló todo el medio.
Cuando atacaba por izquierda, el Madrid reunía en la banda a Marcelo, James y Cristiano. Los tres abiertos a la vez. Y cargaba el área con Isco (?), Bale y Benzema, mientras que Carvajal esperaba en el tercer palo por si el centro iba largo recuperarlo y volver a centrar. Y cuando atacaba por derecha hacía lo mismo cambiando los nombres. Es decir, por ejemplo Isco hacía de segundo extremo derecho junto al galés. Con este sistema, los blancos situaban en zona de rechazo a Kroos solo. El Atlético por su parte defendía el área con siete hombres y el portero. Por tanto, tras cada despeje hasta siete rojiblancos miraban el rebote de cara mientras todos los del Madrid menos Kroos perdían tiempo en girarse para poder ver el balón. La superioridad táctica del Atlético en la acción más frecuente del juego -el rechazo en la frontal de Oblak– no podía ser mayor. La obsesión de Ancelotti era tener superioridad numérica en banda para (semi)finalizar muchas jugadas y generar atmósfera de remontada, y lo consiguió, pero a costa de perder cualquier voz o voto sobre el carril central, que es el más decisivo. Porque ya no era que el Atlético dominase tácticamente los rebotes, sino que, una vez los ganaba, lo único que le separaba de Keylor eran Ramos y Pepe. Y éstos, conscientes de que aquéllo era un caos, defendían con un estado de nervios impropio de su categoría.
Torres siempre estaba donde el Atleti lo necesitaba para salir.
Griezmann, fino y constanteAsí pues, en realidad el encuentro apenas iba a tener vida si el Atlético desaprovechaba una y otra vez la ventaja de la que disponía. Y llegó vivo al segundo periodo porque durante el primero, el uso que hizo el Atleti de la misma fue irregular. La formidable actuación de Torres -se hizo enorme tanto en las bandas como en el espacio que separaba a Kroos de sus centrales- daba salida constante a los colchoneros, pero no había apoyos y Fernando se veía obligado a verticalizar. Por suerte, Griezmann enriquecía la verticalidad. Pero algo faltaba. Todos sabían qué cosa.
Antes de que sucediera, Ancelotti movió ficha de nuevo. En el 45. Mudó a Isco y Bale a la izquierda, con Marcelo, y a James y Cristiano Ronaldo a la derecha, con Carvajal. La interpretación pudo ser doble. La compleja, que poner a pie cambiado al interior en vez de al extremo cerraría más la posición del más retrasado y eso podía mejorar su ocupación del carril central a la hora de dominar los rebotes. La simple, que Isco estaba impresionante, cada intervención suya era un oasis en el desierto y le valía la pena ponerlo en su sitio para ver si sonaba la flauta. Pudo sonar, pero no lo hizo. Y salió otro flautista, Arda Turan.
Durante media hora, el Madrid persiguió sombras rojiblancas.
El turco hizo acto de presencia en el minuto 57 y de ahí al final la diferencia entre ambos equipos fue muy amplia. Como suele suceder cuando el Atlético va ganando y busca paz, el equipo tocaba la pelota hasta que el rival más o menos le encerraba, entonces se la pasaba a Arda y él salía de la presión con una facilidad harto frustrante para su adversario. Dicho esto, y sin restar valor al futbolista cuyo ingreso cerró la contienda, lo de Koke es otro mundo. Koke es quien colectiviza el truco de Turan. Es una auténtica máquina moviéndose en campo contrario, ofreciéndose siempre y uniendo compañeros por medio de sus pases. Sin opción de pérdida. El Atlético no marcó otro porque ni siquiera lo buscó. Prefirió recrearse bailando en el Bernabéu. Si gana y tiene a Koke y Arda, Simeone mata durmiendo. Cantando nanas.
hola ecos 16 enero, 2015
Más de uno comentó, creo recordar, que lo mejor que le podía pasar a Torres era marcar y resultar determinante cuanto antes dada su frágil condición mental. Y lo de ayer supone un subidón anímico tremendo. Veremos…