El Córdoba ha cambiado. Atrás quedaron aquellos días en los que la única virtud de su fútbol era tocar el balón en su propio campo sin más pretensión que mantenerlo. La llegada de un entrenador de colmillo eslavo y una serie de fichajes de gran presencia ofensiva ha convertido al recién ascendido en un equipo que ataca muchísimo incluso cuando la posesión pertenece al otro. Desde la primera jornada del año se ha ido notando la mejoría, y en la pasada, pese a no superar el empate ante el Eibar, cuajó su primera exhibición. Ayer, contra el Real Madrid, encadenó la segunda. Fue derrotado, pero fue mejor que el líder de la Liga en todo menos en meterla para dentro.
Rossi supo leer bien lo de BaleComo la pelota fue de su rival (35% a 65%), su partido nació en la defensa. Aunque enfrente tenía a la BBC y a un equipo que este año ha jugado de cine, los de Djukic no se vieron demasiado exigidos, pues se encontraron, con diferencia, con el peor Madrid de la temporada. En cualquier caso, el Córdoba lo leyó y redujo perfectamente, hasta el punto de dejarlo en una triste ocasión en juego en casi 94 minutos de contienda, una cifra increíble. La clave estuvo en la posición de Rossi. El Real adoleció de inmovilismo, sus piezas (menos Benzema) empezaban y terminaban las jugadas en los mismos sitios, y recibiendo al pie el único blanco que generaba ventajas era Bale, que estaba muy abierto. Al principio, el galés lo aprovechó y junto a Carvajal bombardeó el área de centros, provocando dudas en los centrales -no se les da bien el despeje– y muchos córners a favor de Kroos y James. Rossi percibió que aunque en un caso normal lo prudente era quedarse en el centro y proteger la frontal, ayer no había riesgo en vaciar ese espacio e irse a la banda para hacer tres contra dos (Edimar, Ghilas y él mismo contra Carvajal y Bale), ya que el rival no amenazaba el pico de su área con nadie. Tomó la decisión de salir a las ayudas. El Madrid tuvo más problemas para encontrar al galés, y como éste no se movía para ofrecerse, se apagó su llama. Y tan tranquilito que se quedó el Córdoba. Dominaba.
Bebe abusó en carrera del mal preparado Marcelo una y otra vez.
Lo bonito llegaba cuando los Califas la recuperaban, normalmente tras un pase largo y sin razones de Marcelo o James Rodríguez. Tres cosas podían pasar a posteriori. Por ejemplo una asociación entre Edimar y Ghilas, que abusaron de Carvajal consiguiendo un dos contra uno constante sin que Khedira ni Varane hicieran mucho por evitarlo. Lo del francés tenía una explicación, y era que Florin Andone le estaba volviendo loco. La agresividad del rumano, que si no gana el balón al menos deja su huella en forma de choque que va minando, fue bestial. Se tiró todo el partido corriendo en batallas imposibles que pusieron de los nerviosos tanto a Raphael como a un mal Ramos. Y luego estuvo Bebe, protagonista absoluto de la tarde. Aprovechando un deficiente trabajo técnico de Marcelo, que se la jugaba y le metía el pie en cada duelo, Bebe se la echaba larga y la recogía 10 metros más arriba con suficiencia y plasticidad enormes; sin duda su impacto era propio de una estrella, pero falló una definición detrás de otra. Si Djukic le convence para que cuando se vaya de todos se la ceda a Fede en corto, su valor su multiplicará. Crea mucho, pero queda la sensación de que sus fallos no son casuales. A su último toque le falta técnica.
La que le sobra a Bale, a quien le bastaron 10 minutos sin Cristiano para atreverse a ganar el partido y conseguirlo. Pero sobre eso ya se hablará a lo largo de esta semana. Hoy toca rendir tributo a un equipo en el que se puede confiar. No para conseguir resultados, porque eso nunca se sabe. Se puede confiar en que será un placer hablar sobre ellos cada semana. Edimar, Bebe, Andone y Djukic nos han regalado fútbol. 20 jornadas para disfrutar. Ya van dos. Siguiente estación, Vigo.
Expósito 25 enero, 2015
En líneas generales de acuerdo con el artículo.
Me gustaría centrarme en Cristiano. Su último mes es preocupante. Resulta extraño que participe tan poco en el juego y físicamente se encuentra mal. Como bien mencionaste, Abel, ya desde principio de temporada había perdido punta de velocidad. Pero ayer, parece que no podía ni esprintar. Salvando las distancias, su temporada me está recordando a la de Ribéry el año anterior. Un comienzo fantástico, al mejor nivel de su carrera (quizá motivado por la posibilidad de ganar el Balón de Oro) y una segunda vuelta muy por debajo de la primera.
Enhorabuena por vuestro trabajo. Saludos.