Platinismo: El negro argentino (IX) | Ecos del Balón

Platinismo: El negro argentino (IX)


“Siempre que pintas iglesias pintas angelitos bellos, pero nunca te acordaste de pintar un ángel negro”. «La Juanbimbada» de Andrés Eloy Blanco.

El cineasta Alberto Masliah se preguntó si había negros en la Argentina y filmó en respuesta «Negro Che: Los primeros desaparecidos», un documental en donde se indagaba sobre la realidad de los afrodescendientes del país. El título establecía un paralelismo entre la desaparición sistematizada de personas e ideas durante las dictaduras militares y el proceso de ocultación de la herencia negra e indígena promovido por el estado argentino desde mediados del Siglo XIX. Masliah señalaba a uno de los padres fundadores de la argentinidad, Domingo F. Sarmiento -que fuera presidente de la nación y sobre todo educador de la misma-, como uno de los principales ideólogos del proceso de supresión de la huella étnica y europeización de la Argentina. El llamado «padre del aula» había detectado precozmente el fenómeno de la globalización, alertando de que todos los pueblos del mundo se hallaban en camino de convertirse en un mismo, esto es, constituidos mediante similares leyes, constituciones, libros u objetos de arte. Sin embargo, no consideraba a todas las razas susceptibles a este proceso de modernización.

Tanto las naciones indias como los esclavos negros eran juzgados por el maestro Sarmiento como «incapaces de progreso», así como de alcanzar «las altas regiones de la civilización», lo que fomentó la creencia de que el desarrollo iría vinculado al «blanqueamiento» racial y a la «europeización» de las costumbres. Se fraguó así el mito de la Argentina blanca, tomando como base intelectual los escritos del propio Sarmiento o los del también político Juan Bautista Alberdi, a la vez que se favorecía la ocultación de todo lo indígena o negro. Sarmiento celebraba en 1845 que las guerras continuas hubiesen exterminado a la población masculina de origen africano e intentó alentar la migración de británicos y nativos de la Europa del Norte como forma de fomentar el desarrollo industrial y la cultura, así como de ahogar las etnias mediante inmersión en lo que el historiador costamarfileño Jean-Arsène Yao llama “exclusión por fusión”.

Pese a que a principios del S.XIX los descendientes de africanos constituían entre un 30 y un 60 por ciento de población argentina, según la región, ya en 1883 Sarmiento se permitía afirmar que el negro «como raza (…) [había] desaparecido del todo en las provincias». Atribuyéndose generalmente esto a conflictos bélicos, epidemias (el cólera, la fiebre amarilla) y otras causas de tipo social. No obstante, enfoques más modernos como el documental de Masliah, las investigaciones del antropólogo Pablo Cirio o los trabajos de la profesora de literatura y afrodescendiente, Miriam Gomes, abogan por explicarlo como una «desaparición artificial» o proceso de invisibilización.

La invisibilización de la negritud como resultado de un sesgo cultural e ideológico.

El censo nacional de 1887 pasa a atribuir a los negros un 1’8% de la población, justo en un periodo en que, según Pablo Cirio, la comunidad afrodescendiente se destaca por su «prolífica actividad social y cultural». Lo que para Cirio revela que en el censo, más que una fotografía de la época o una abstracción matemática, estamos viendo «cuestiones ideológicas». Si que es incontestable la enorme mortalidad padecida por los varones de raza negra durante el S.XIX, así como que esto propició los enlaces mixtos entre mujeres de origen africano -generalmente panaderas o lavanderas de oficio-, y varones de raza blanca, provocando la decadencia de los rasgos étnicos. Algo que censos sucesivos categorizan sustituyendo la voz «negro» por «trigueño». Sin embargo, incluso en el S.XXI pervive la identificación no solo con el origen ancestral, sino con la cultura de los esclavos.

Estos, además de obra imprescindible en el desarrollo agrícola o en las guerras por la independencia, participaron activamente en el desarrollo de la cultura nacional como, por ejemplo, en el origen de formasLa argentinidad es un proceso del mestizaje biológico y cultural musicales característicamente rioplatenses como la payada, el tango, la milonga, el candombe o la chacarera. Por no hablar de la gastronomía. Varios de los principales símbolos de la argentinidad culinaria son de origen negro. El dulce de leche, producto del descuido de una cocinera negra de Rosas. Las achuras o los mondongos, guisos en base a las partes del animal que los criollos rechazaban. Lo mismo el asado, que el mismísimo Jorge Luis Borges describía como comida de negros en una anécdota. Regresaba a casa de estar con sus amigos y le explicó a su madre que estos le habían invitado a comer a lo que ella le inquirió: «¿No habrás comido asado, esa porquería que comen los esclavos?». La argentinidad resulta pues, como todo en América, un producto del mestizaje biológico y cultural; algo que para nuestro sesgo ideológico, acostumbrado a discriminar entre absolutamente negro, indio o blanco, resulta complicado de encajar. El antropólogo Carlos Martínez Sarasola lo resumía diciendo que «los argentinos somos una gran mezcla afortunadamente, una gran diversidad cultural, pero muchas veces tenemos inconveniente en reconocerlo». Tanto es esto que un concepto antaño ligado a una identidad racial (negritud) ha acabado adquiriendo un sentido social despectivo.

Un paseo por el uso de la palabra «negro»

Dado que el imaginario colectivo nacional acabó considerando que «en Argentina no hay negros», con el tiempo el término pasó a ser reutilizado, generalmente, como sinónimo de «pobreza» o para designar la mezcla de criollos con indígenas (cabecitas negras). Según Pablo Cirio, su significado no aludía ya a aspectos étnicos, culturales o históricos, sino que se refería a una cuestión económica y social. No obstante, el uso del término no siempre ha tenido un matiz negativo en su empleo. De hecho, incontables futbolistas argentinos han sido apodados cariñosamente de este modo sin presentar rasgos fenotípicos característicos de los africanos -aunque si de mestizaje indio- y sin que hubiese aparentemente la voluntad de ofenderles.

Una lista sin vocación de exhaustiva y en la que además «negro» no siempre sería el apodo en exclusiva, incluiría a jugadores como Rinaldo Martino, que había llegado de su Rosario natal siendo el “Negro” hasta que un desliz gramatical tras un partido le ligó para siempre a «Mamucho». Una villanía de su compañero Bartolomé Colombo, que le escuchó comentar que la performance de Marinelli (Huracán) había sido “más mucho mejor” que la suya y el siempre atento Colombo no perdonó y le endilgó un nuevo mote. También le llamaban «Negro» a José Manuel Durand Laguna, sempiterno seleccionador del Paraguay (1921-45) y famoso por haber jugado un partido con la Selección nacional argentina sin haber sido convocado para ello. Sucedió durante el Campeonato Sudamericano de 1916. A punto de empezar un partido se tuvo que ausentar por trabajo Alberto Ohaco, en aquellos momentos el mejor jugador nacional, y los dirigentes se encontraron con un roster de apenas 10 jugadores. Sin tiempo y con prisa se les ocurrió pedirle auxilio al «Negro» Laguna, que estaba allí en calidad de espectador, y el jugador de Huracán aceptó la oferta. Bajo al vestuario, se visitó de corto y a los 10 minutos le marcaba a Brasil el primer gol del partido.

La extraña paradoja de los «Negros» aparentemente caucásicos.

Existe hasta un clan de eminentes mediocampistas «Negros» millonarios, integrado por Juan José López, Héctor Adolfo Enrique y Leonardo Astrada. Especialmente brillante fue el caso de los dos primeros. El Negro JJ, ejemplo para Horacio Pagani de esa rara avis que es el peón de brega no exento de juego, sumó para River seis títulos en el periodo comprendido entre 1975 y 1980. Luego le pasó el testigo a Héctor Enrique y el cambio de «Negro» se saldó con la conquista de la triple corona de 1986 (Primera División, Copa Libertadores y Copa Intercontinental). Otros casos relevantes serían el de Omar Palma, jugador con más títulos oficiales en la historia de Rosario Central. Miguel Ludueña, ídolo en cuatro clubes. O el de uno de los últimos extremos puros de Argentina, Oscar Alberto Ortíz, memorable jugador de San Lorenzo.

El propio Charro Moreno revelaba en una serie de entrevistas concedidas a «El Espectador» que su mentor en River Plate, el divo Bernabé Ferreyra, le reclamaba de las inferiores diciendo que «en la cuarta hay un negrito que juega un montón y poneLa palabra «negro» no siempre ha tenido una intención negativa la pelota justa para el hombre de punta. No lo descuiden». Y al escucharlo de boca de un delegado del club, Moreno, lejos de ofenderse, decía haberse sentido «dueño del mundo». A su vez el periodista Pablo Rojas Paz publicaba sus crónicas sobre fútbol bajo el seudónimo de «El negro de la tribuna», lo que ilustra que su uso no siempre tiene una intención negativa, aunque ofender sea su propósito habitual. Por ejemplo, existen numerosas anécdotas, de tinte cómico, respecto a ocurrencias de futbolistas argentinos ante rivales de raza negra. Quizás la más famosa es aquella de Néstor «Pipo» Rossi durante el Sudamericano de Lima 1957, en partido contra el Brasil, cuando le gritó a su compañero Omar Sívori: «Cabezón, corrélo al negro». Sívori, estupefacto, le respondió: «‘Pipo’, son todos negros», a lo que Rossi, divertido, le replicó: «Bueno, correlos a todos». La frase se hizo tan popular que “Marquen al negro” se convirtió en un chiste recurrente cuando se jugaba ante combinados africanos. Durante el mismo encuentro, mientras Argentina comandaba el marcador pero atacaba Brasil, Pipo se desplomó en mitad de la cancha y sus compañeros acudieron a socorrerlo. Entonces les confesó: «No pasa nada… Teníamos que parar un poco… Enfriar a estos negros… Si no nos pasan por arriba».

Menos conocido es que el Charro Moreno, durante la gira brasileña que supuso su debut en el equipo, le diría a sus compañeros antes de enfrentarse a Vasco da Gama: «Tranquilos muchachos, que a éstos les hacemos cinco. Mirá lo que es el que me tiene que marcar, es muy feo el negro, lo voy a bailar». River ganó, efectivamente, por cinco goles a uno. Un discípulo de Moreno en la Máquina de River, la «Saeta Rubia» Alfredo Di Stefano, también había protagonizado una historieta de corte similar. Según el periodista español Julián García Candau, Alfredo le habría hecho un túnel a Didí durante un entrenamiento en el Real Madrid, apostillado con un «Ché, negro, compráte una sotana». El brasileño trató de devolvérselo allí mismo, pero Di Stefano cerró las piernas a tiempo y con el balón de nuevo en su poder le espetó un «esto a papá no se le hace». Cualquiera de estas chanzas, celebradas en su momento, se verían muy penalizadas a la luz de la sensibilidad actual. Resulta sintomático que Alfredo, ya viejo, negase sistemáticamente la mofa de la sotana, si bien este era su procedimiento habitual con todas aquellas aventuras que aludiesen a su mal carácter como jugador.

El futbolista «negro» argentino

Cuando surge la cuestión de un ejemplo de afroargentino en la selección nacional, inmediatamente aparece el nombre de Héctor Rodolfo Baley. Su caso es famoso por haber formado parte del combinado campeón de la Copa del Mundo de 1978 con el rol de exótico suplente de Fillol. La televisión en color y el título le dieron cierta notoriedad, pero este episodio no resulta singular ni en el equipo nacional ni mucho menos en el campeonato argentino.

Tres generaciones de la misma familia jugaron en el club Atlético Los Andes (Lomas de Zamora) protagonizando tres ascensos. El abuelo Manuel da Graca a segunda (Primera B) en 1938, el padre Abel da Graca a primera en 1967 y el nieto Hernan da Graca otra vez a segunda (Nacional B) en 1994. Cuando el último de la saga consiguió el ascenso en casa del Lanús, su padre y su abuelo se abrazaron entre lágrimas para celebrar el decisivo gol que su vástago había conseguido contra el Deportivo Armenio. La historia, excepcional de por si, destaca todavía más por actuar como una síntesis del afroargentinismo. El abuelo Manuel era un negro de pura cepa, su hijo Abel un mulato y el nieto Hernan ya un criollo en el que la herencia africana resultaba irreconocible.

Aunque sin duda el caso más notable, por impacto deportivo, es el de Alejandro Nicolás de los Santos. De los Santos fue delantero de San Lorenzo, Sportivo Dock Sud, Porvenir y Huracán, durante las décadas de los ’20 y ’30, y también de la selección nacional argentina, conDe los Santos fue uno de los grandes nueves del fútbol argentino la que se proclamó campeón Sudamericano el día de Navidad de 1925. El torneo se tuvo que dirimir en formato de liguilla de tres (Argentina, Brasil y Paraguay) por las renuncias de Chile y Uruguay, y se resolvió a favor de Argentina tras un empate a dos contra el Brasil del mulato Friedenreich en el último partido. La base del equipo nacional la conformaban en aquella ocasión los jugadores de Boca Juniors recién regresados de su triunfal gira por Europa, incluyendo a dos de los refuerzos de otros equipos que se habían llevado de prestado en aquella aventura: Luis Vaccaro (Argentinos Juniors) y Manuel «La Chancha» Seoane (El Porvenir). Para la ocasión se les agregó también a Juan Bianchi (Progresista de Gerli), Juan Carlos Irurieta (Argentino de Quilmes), Martín Sánchez (Colón de Santa Fe) y a un compañero de Seoane en la delantera de El Porvenir, «El Negro» De los Santos.

Alejandro no marcó durante aquel torneo triangular, en el que la estrella fue la Chancha Seoane, pero si fue gran goleador y figura histórica del Porvenir. Se cuenta que durante una victoria contra Racing, en la que estaba presente el hincha más famoso de la Academia -y símbolo de la argentinidad-, el cantor Carlos Gardel, los niños del Porve se le acercaron para burlarse del muy famoso cantante a lo que este respondió lanzándoles una patada. Uno de los muchachos, de nombre Luis Di Gravio, afirmó después que se le había escuchado decir: «¿Quién es el negro éste? ¿Nadie lo puede parar?». A De los Santos le dio tiempo incluso de jugar durante el profesionalismo (1931-34), esta vez en las filas del Huracán y junto a uno de los grandes artilleros argentinos, Herminio Masantonio, así como de oficiar de director técnico en el mismo club en tres etapas distintas. La revista «La Cancha» le dedicó una nota durante su segunda andadura como entrenador del equipo (1940), responsabilidad que combinaba con su puesto en la Aduana, revelando su mayor secreto: a sus 38 años era el orgulloso padre de seis afectuosas hijas.

Talentos negros en un césped verde.

Otro delantero de la misma época, pero menor abolengo, fue Julio Luis Benavidez, al que actualmente se recuerda principalmente por haber actuado como suplente durante el bicampeonato xeneize de 1934-35. Julio apenas gozó de oportunidades, contextualicemos que en su rol se movían Roberto Cherro, Varallo o Benítez Caceres, pero debió de dejar un buen recuerdo puesto que volvió como entrenador en 1948. Antes de llegar a Boca había destacado sobremanera en el amateurismo, conquistando cuatro veces seguidas la Liga Cordobesa con el Instituto de Córdoba (1925-28), y ya con la llegada del profesionalismo firmó por Tigre con quien tiene registros irregulares pero llamativos. Por ejemplo, en 1933 anota 6 goles en 5 partidos, pero la falta de información nos impide conocer su verdadera dimensión como jugador, si bien llama la atención que sea el único afro-argentino, del que tenemos constancia, que apareció en las fotografías sobre deportistas serializadas como propaganda por la marca de cigarrillos DOLAR.

Todo no fueron atacantes claro, también hubo defensores afroargentinos. Uno de ellos fue Alberto Arcangel Britos, quien tuvo una destacada trayectoria tanto en Argentina como en Colombia. Se había iniciado como half en Independiente, donde debutó (1952) marcando a un gran puntero goleador, Santiago Vernazza, y luego formó durante años una célebre línea media junto a los hermanos Varacka. Acabó migrando al fútbol colombiano (1960) y allí, bajo la dirección técnica de Adolfo Pedernera, triunfó ubicándose en una defensa de tres junto a Carlos Montaño y Jorge Mousegne. Bastantes más oscuras son las referencias que tenemos sobre Carlos Fariña, también half, aunque en una época anterior a la de Britos. Parece que fue titular habitual en Ferro Carril Oeste entre finales de la década de los ’30 y principios de los ’40.

Más popular es el caso de Ernesto Mauricio Picot, tapa de «El Gráfico» en 1953 y puntero o entreala derecho de San Lorenzo de Almagro (1947-54) y Newells (1955-1957). Se le recuerda especialmente por dos anécdotas. La facilidad que tenía para marcarle al mítico Amadeo Carrizo y que jugó a préstamo con el Santos de Pelé en una gira de estos por Argentina, aunque finalmente el equipo brasileño no efectuó la transferencia. El que sí acabó firmando por el Santos fue José Manuel Ramos Delgado, de padre caboverdiano, aunque él nacido en Quilmes. Pasó seis temporadas en el equipo brasileño y allí fue considerado uno de los mejores zagueros de la historia del club. También jugó con la Selección nacional argentina y hasta ganó un título. La hoy olvidada Copa de las Naciones, organizada por la Confederación Brasileña de Fútbol en 1964, pero que en su momento fue altamente valorada. El ascendiente y caudillismo de Ramos Delgado queda perfectamente reflejado en las 16 ocasiones que actuó como capitán del combinado nacional, y su genuina ascendencia rioplatense en una frase que pronunció ya retirado: «Si ganaba jugando mal no me iba contento a mi casa». El espíritu de «La Nuestra» pintado de chocolate.

 

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Comentarios (21)

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Mi más sincera enhorabuena al autor de este artículo.
Desconocía absolutamente todo lo comentado en los primeros párrafos. Supongo que no solo ocurrió en Argentina.

David, ¿se supo algo sobre el nivel técnico de las estrellas negras formadas en Argentina? ¿Se hacía alguna distinción o algo así? Hablo sobre todo de control sobre el balón.
@David_Mata_Ecos
Te has vuelto a salir. Ya hasta aprendemos historia.
Yo el último negro que recuerdo, que formaría parte de los defensas, es el negro Caceres y creó que más que mulato tenía raices aborigenes.
Es muy recurrente, en Sudamerica, la utilización de la palabra negro y me partó con las anecdotas de Sivori, Di Steffano, etc. hoy con las camaras que lo controlan todo se formaría un buen lío tal y como le paso a Suarez cuando llamó negro a Evra pero sinceramente creó que la utilización que se hace hoy en día (no digo que en pasado no) de la palabra en Sudamerica no tiene ese cariz despectivo que se le ha querido ver aqui en Europa.
Sale una buena lista de jugadores con el apodo de Negro aunque personalmente no conozco a la mayoría, por no decir que solo conozco a los de River.
Cuando ví el título debó reconocer que en quien pense fue en JJ López. Si a alguien le interesa dejó aquí una entrevista que le hicieron en El Grafico en 2004 http://www.elgrafico.com.ar/2008/11/05/C-133-jama... y un par de goles https://www.youtube.com/watch?v=GSEpFO2yKxc y https://www.youtube.com/watch?v=oi52LexskTQ
@ David Mata

En ese caso, creo que por mera omisión del dato, podemos decir que no existía esa diferencia técnica, porque encima, de existir, por lo que se percibe en los primeros párrafos de este texto, sí hubiera quedado constancia escrita. Si encima están ahí los ejemplos que citas y de esa forma, casi que son la confirmación del asunto.
Guau. Tremendo artículo, de verdad.
@David_Mata_Ecos
Historia, Justicia Social y fútbol situado en un tiempo de mitos y servido de un texto con una exquisita y elegante prosa ¿A quien puede no gustarle?

Es curioso que tras la emancipación de las colonias los nuevos países renunciasen a sus raices indigenas para declararse descendientes de los europeos, o se criollas. Existe un paralelismo tremendo con el caso de Brasil donde los jugadores negros sufrieron una discriminación. Tengo entendido que incluso en Fluminense, club que fue fundado por italianos, se espolvoreaba a los jugadores negros con polvos de talco para que pareciesen blanco. Es algo flipante. Esta asociación de Argentina y Brasil me a recordado el fútbol mulato y su conexión con uruguay http://www.ecosdelbalon.com/2014/04/historia-futb...
En Europa sin embargo, al no ser un país con grandes minorías étnicas, hasta la actualidad, los primeros casos de fútbolistas negros llamaban mucho la atención y se veían como algo exotico y diferente. No hay más que recordar a la "Perla Negra" Ben Barek y la conmoción y curiosidad que despertó su fichaje por el Atlético de Madrid (según creó se llenaba el Metropolitano para verlo jugar).
Posdata: Que extraña pareja debían hacer Ben Barek y el sueco Carlsson en la España de finales de los 40.
Excelente nota!!! Como agregado a la parte "política" sólo podría decir que al día de hoy siguen existiendo éstas particularidades más bien tristes, tanto la indiscutible mayor herencia europea en Argentina como la negación de raíces (tanto Afroamericanas como Amerindias como la idea de relacionar a "Gallegadas" o "Tanadas" a algo bruto y/o soez como si no fueran nuestras herencias también), en ésto no fue de menor influencia la llamada "La Conquista del desierto", realizada alrededor de 1880 por el presidente Julio Argentino Roca, supuestamente la idea era la conquista de la totalidad geográfica (principalmente La Pampa y la zona Patagónica) de los Argentinos Criollos sobre los pueblos Amerindios, el verdadero resultado terminó en practicamente una masacre total de éstos pueblos, los pocos que quedaron fueron migrando hacía el norte del país, hoy en día Argentina es un país donde la mayoría tiene un fenotipo más bien europeo, y lamentablemente es común ver a los fenotipos Amerindios ya sean originarios (que también los hay en buen porcentaje) o de paises vecinos (donde éste fenotipo es el de mayor porcentaje) de forma claramente discriminatoria, tanto es así que en las canchas se ha llegado al punto de "insultar" a las hinchadas rivales llamándoles Bolivianos, Paraguayos, Chilenos, tanto en la forma coloquial correcta como con los términos más despectivos de Bolita, Boliguayo o lo que sea... una lástima. En contraparte también en la nota se refleja mucho las formas contradictorias de los Argentinos, muchas veces un mismo término se utliza como insulto y como "halago" o forma cariñosa en otras situaciones, en mi provincia (Córdoba) es el lugar donde más comunmente se utiliza la palabra "Negro" de forma cariñosa, aquí también hay una gran cultura fierrera de adeptos al automovilismo, recuerdo ésto porque me viene a la memoria El Gallego Sainz, alguien a quien sin ser Gallego se le decía de esa forma con la intención inversa a la ofensa, Sainz es muy querido y decirle el Gallego siempre era una cuestión familiar cariñosa; sea como sea como Argentino me dan mucha pena estas cuestiones, es algo muy instalado en nuestra cultura, nos ha genereado el desprecio de muchos de nuestros vecinos, fundamenteda por un lado y estereotipada también, de hecho en otros países es normal que nos digan narigones, dado que por nuestras asendencias el fenotipo más normal aquí es el Dinárico proveniente de Italianos y centroeuropeos (la nariz romana que le dicen) pero como cualquier estereotipación lo único que genera es rencores, lo cierto es que desde mi punto de vista la diversidad siempre debería ser una ventaja. El agregado gracioso puede ser que más allá de los estereotipos yo tengo la nariz más grande que Messi y DiMaría juntos, pero muchas veces al viajar me dicen de todo menos argentino, en España hasta que no hablaba la mayoría me creía italiano, en inglaterra no sé porque motivo pero con la mayoría que hablé me decían que me habían creido francés y luego viajndo dentro de Argentina misma en más de una ocación me han pedido "Tip Tip", para colmo tengo un acento que dentro de Argentina es más bien neutro entonces en Córdoba me dicen "porteño" pero cuando viajo a BsAs me dicen Cordobés... yo soy nacido y criado en Santa Fe.... conclusión los esteriotipos no son más que eso, un generalización inútil.
PD: Acá hay muchas gente de españa, aprovecho para mandarles saludos, hermoso país, la pasé genial, Barcelona me pareció una de las ciudades más hermosas que he visto, y salir de "tapas" a la tardecita una de las costumbres más divertidas a la que me adapté inmediatamente jaja.
De los mejores artículos que has escrito David, y eso que han sido buenos casi todos.
Te diría que en Argentina se nota mucho la presencia de "trigueños" desde que tengo memoria, mientras que en nuestro país (Uruguay) no es habitual esto, pero si, como ya lo saben es mas frecuente y normal ver dos o tres negros por seleccionado.
El dulce de leche no se pero el candombe es uruguayo, para que sepan los lectores.
De acuerdo David, un abrazo y espero con ansias un estudio profundo de la otra parte del Rio de la Plata.
@abel

Que pocos simpatizantes tiene el Tottenham... Todos preferimos ver a los buenos en otro lado... Aunque... Si se marcha Jan, tu crees que queda algo en white hart lane, Lloris (que esta fatal) y acaba de contar ya... Una pena!! Peor invertido el dinero de Bale no ha podido estar, ni el Livpool con el de Suarez, porque los resultados son pesimos, pero me niego a creer que algunos fichajes no estan bien tirados... Para eso vale mas hacer como el United que lo de CR lo metio en el calcetin todo ^^

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