Entre los 15 y los 17 años, Lassana Diarra dejó el fútbol. Sus malas experiencias en Nantes y Le Mans le desencantaron del deporte y optó por abandonarlo. Aunque luego le recuperó el Havre y puede decirse que su carrera se recondujo con creces, es posible que esos dos años de desarrollo perdidos hayan sido la clave de que ninguno de los grandes por los que pasó terminase de apostar por él.
Solo le falta el conocimientoEn el mundo de las cosas concretas, Lassana Diarra lo tiene todo para ser un jugadorazo. En la élite hay muy pocos pivotes que superen sus condiciones físicas y técnicas, exceptuando la carencia de centímetros, que sí supone una debilidad en su demarcación, se trata de un prototipo casi perfecto. En todo lo cuantificable rebasa el notable: es rápido, es fuerte, es reactivo, es resistente; tiene pase corto, largo, primer control e incluso extras como el chut o el regate; y también está provisto de una técnica defensiva eficaz, sabe usar el cuerpo y mete bien el pie. El problema de Lassana radica en lo abstracto: no sabe leer el juego. Ni táctica ni emocionalmente. Eso le ha separado del estrellato al que por genética le era legítimo aspirar. Igual si hubiera entrenado desde los 15 a los 17 años sí habría adquirido ese conocimiento que luego echó en falta.
Motivado, en cualquier semi-grande de las grandes ligas brillaría.
El caso es que estamos a tres días de empezar 2015 y parece ser que nuestro protagonista pondrá fin al segundo parón voluntario de su carrera. Desde que rompiese su vinculación contractual con el FC Lokomotiv de Moscú el pasado mes de agosto, Lassana ha enlazado cinco meses de descanso y reflexión cuyo efecto el tiempo se encargará de dictaminar. Y no tiene por qué ser negativo. Aunque la mencionada pobreza analítica del francés le impida ser el mediocentro titular de un candidato a la Champions, sus fantásticas condiciones le permiten de manera sobrada ser un tipo importante en una gran Liga europea. Es tan superior física y técnicamente a la media que, como ya sucediese en su etapa en el Portsmouth, en cuanto la exigencia baja un poco sobresalir es para él una mera cuestión de actitud. Si el primer paréntesis futbolístico de su vida pudo costarle no ser un crack, este segundo, bien invertido, podría devolverle al rol que por calidad le corresponde: hacer plantilla en un grande o defender a Tévez, Götze, Messi o Rooney en las filas de un club UEFA. Y a poder ser, con un plus de madurez gracias a las vivencias acumuladas. Veremos dónde acaba.
Danityla 28 diciembre, 2014
Siempre vuelvo al mismo tema pero es que cuando jugadores con unas condiciones tan buenas no triunfan me siento estafado. La mitad de los que hemos jugado al fútbol como hobby daríamos lo que fuese por haber tenido esas ventajas naturales.
En fin, estaría muy bien verlo en la Liga.