En el Bernabéu, cambiando el sistema y el estilo, Luis Enrique les confesó que todo el trabajo realizado hasta la fecha tenía, como mucho, un valor relativo. En el Camp Nou, con su juego y su victoria, fue el Celta de Vigo quien se lo confirmó de manera más objetiva. Los jugadores del Barcelona llegaban a Ámsterdam, la cuna del club catalán, en medio de una crisis anímica lógica e inevitable, y con el único aval competitivo del talento de sus tres atacantes. Frank de Boer, entrenador ajacied, leyó la situación y ganó incluso sin ganar.
F. De Boer fue pura escuelaHasta que el irregular e incompletísimo Jasper Cillessen permitió con su fallo la heroicidad del intenso Bartra y el récord de Messi, el Ajax mezcló momentos dominantes con instantes de gran exhibición. Lo logró recurriendo a la escuela más matemática, que es su única opción, ya que carece de talento diferencial. Con matemática nos referimos a que su 4-3-3 fue muy sencillo y natural, sin matiz ninguno, especialmente en su flanco derecho. Nadie hacía nada mágico o alternativo. Todo fue puro canon.
El Ajax creaba muchas más líneas de pase que el Barcelona.
Thulani Serero se erigió como uno de los nombres destacados. En choques pasados le habíamos descubierto como un interior apto, si bien anoche ejerció como mediocentro. Pareció un especialista. Para recibir el balón desde sus centrales, ladeaba ligeramente su posición, en pos de abrirles el ángulo y ofrecerles una línea de pase diagonal. O sea, si se salía desde Moissander (central izquierdo), Serero recibía por delante del central derecho, y viceversa si se salía desde Veltman (el diestro susodicho). El siguiente paso, como en el equipo que ganó la Champions del 95, no era un pase a un interior, sino al extremo, y fue El Gazhi quien mejor funcionó. En parte, porque lo de Alba, pese a sus vistosos robos, no fue competitivo, por decir algo. Ya desde El Ghazi sí recibía el interior, Klaassen, y el Ajax se asentaba en campo rival. Si recapitulamos, vemos que los cuatro pases evolutivos eran de muy fácil ejecución. De central a pivote cambiado de lado, de pivote a extremo abierto y libre y de extremo a interior una vez el primero había basculado al Barça hacia sí y había desmarcado al segundo. Nadie se precipitaba con un primer toque sin sentido, nadie se saltaba un paso de la hoja de ruta, nadie tomaba iniciativa individual alguna. Todo era canon. Y dio pie a un juego de posición, por compases, sublime. Los triángulos aparecían por todos lados; cada conductor holandés poseía entre tres y cuatro opciones de pase. Era una maravilla. Qué fluidez.
Por descontado, hay que considerar que el conjunto de Luis Enrique facilitaba el fútbol local. El Barça defiende demasiado mal en su propia mitad de cancha. En realidad no se puede salvar a nadie, pero lo de Busquets fue un exceso. Aporta muy poco al juego de su equipo. Si con el balón le condena su falta de creatividad y dirección, en defensa resulta aún más dañino. Su colocación y la orientación de su cuerpo carecen de cualquier impacto sobre el contrario. La estructura grupal es muy débil, pero, además, el Barcelona juega sin mediocentro. Nadie realiza las funciones correspondientes a dicha demarcación.
Messi tuvo que bajar otra vez para dar cierto orden al Barça.
En cuanto a la posesión culé, recuperada a partir del 0-1 y acentuada tras la roja a Veltman en el 70, buenas nuevas no hubo muchas. Volvió Xavi al interior izquierdo y siguió Rakitic en el derecho, sin demasiada presencia de ninguno de los dos. El catalán se mostró lúcido cuando la tocó, pero el equipo no le buscaba. La leve mejoría sólo llegó cuando el trío de delanteros modificó su posicionamiento inicial. De primeras, Messi jugó de «falso 9″ y Suárez y Neymar casi de extremos puros. Leo hizo poco, Luis anduvo incomodísimo y Ney, que apenas la tocó, dibujó las acciones más notables. Tras el 0-1, y más todavía durante la segunda parte, Messi y Suárez cambiaron sus puestos. El uruguayo pasó a ser delantero centro, y el argentino, como extremo, comenzó a bajar al espacio que Rakitic siempre deja libre, y desde ahí instaló a los suyos en campo contrario. Al final, todos los caminos llevan a Leo. Siempre. A Leo como introducción, como nudo y, sí, como desenlace.
trocko79 6 noviembre, 2014
Grandisima primera parte del Ajax, siguiendo las instrucciones de Frank de jugar facil y sin precipitaciones, y con esa tranquilidad y la mala presion de los de Luis Enrique los holandeses fueron sintiendose comodos, era sorprendente ver la facilidad con la que rompian las lineas rivales hasta los tres cuartos de campo rival. Con 4 pases sin apenas riesgo llegaban a la frontal y aun en esa zona conseguian saltar otra linea y entrar en el area blaugrana con una pared o una conduccion sin practicamente oposicion, solo la calidad de la delantera del Barça podia salvar un partido que se estaba complicando, la aparicion de Messi permitio un victoria que por lo visto en la primera parte no fue tan sencilla como algunos podian pensar