Odia los córners. Los detesta. Representan la única situación del juego en la que no se puede ser como le gusta al ídolo de los uruguayos; rematar un saque de esquina botado por sí mismo… es imposible. Para todo lo demás, el nuevo delantero centro del FC Barcelona vale por dos. Es el resumen de su fútbol, no se trata de una hipérbole, Luis Suárez, en la práctica totalidad de las jugadas pertenecientes a un partido, realiza con su cuerpo las tareas correspondientes a una dupla de atacantes. Es el resultado de la mente de un niño que quiso ser de los mejores, que derrocha talento para comprender el deporte que practica y que fue ultimado por un físico impresionante en general y sin comparativa, sin comparativa, en un aspecto muy concreto: la capacidad para prolongar esfuerzos unitarios. Para que se entienda, vamos a imaginar que es un cantante. En ese caso, su don no equivaldría a dar 30 conciertos al mes, sino a que podría completar el «You´ll never walk alone!» entero sin respirar entre palabra y palabra. Su secreto no reside en un alto número de acciones, sino en que, afrontando todas a tope, no deja correr ni un suspiro entre una y la siguiente. El fin de una jugada es justo, de modo exacto, el inicio de la próxima. Desde hoy, Luis Enrique pasará a contar con un delantero que requiere la atención de tres defensas diferentes, a la vez. Suárez sólo resulta controlable si sus marcas se van relevando, si le van frenando en cadena, si se reparten el trayecto de cada embestida suya. ¿Podrá mostrarse tal cual junto a Lionel Messi?
Su ambición le ha hecho crear una virtud determinante a partir de su característica menos destacada.
No hay un solo jugador que recoja más rebotes que Luis SuárezAntes de entrar en la compatibilidad de las tres estrellas latinas y en el encaje de Luis en los dos sistemas de juego que viene manejando el Barcelona, conviene tratar las dos trabas más generales que se le pueden asignar al Bota de Oro: que carece de la excelsa técnica de sus compañeros y que su incesante hiperactividad podría chocar con la de Leo, como ya le ocurrió a Neymar en su curso de adaptación. En principio, ninguna de estas dos circunstancias debería preocupar demasiado. La imprecisión de Suárez es muy relativa. Primero, porque no es para tanto. Es cierto que su técnica no está al sublime nivel de su físico o su imaginación, pero aun así estamos hablando de un tipo con muchos recursos. De hecho, si a veces pasa por un jugador más impreciso de la cuenta se debe a su infernal ritmo de juego; juega tan rápido que es normal que la pelota no le obedezca a la perfección, y como su lenguaje corporal es algo destartalado, se crea una imagen que puede confundir. Además, el jugador ha encontrado la manera de hacer de esta no-virtud una virtud desequilibrante. Aquí es donde enlazamos con el primer párrafo -clave absoluta de todo lo que se venga en adelante- e invitamos a revisar este gol suyo al Cardiff City. El pase original de Suárez es malo, pero el jugador coge su propio rebote y aprovecha el desorden generado por el envío para hacer la jugada de gol. En su etapa como comentarista de televisión, Chichi Creus, actual director deportivo del Barça de baloncesto, decía que «Rebote en ataque, triple seguro». Explicaba que el equipo que defendía se comprimía sobre su canasta para capturar el tiro fallado y que, así, los tiradores del que atacaba se quedaban solos. En el fútbol pasa algo parecido, en el sentido de que una segunda jugada siempre va a ser más eficaz que una primera, pues la primera ya habrá descolocado al otro. Pues Suárez es especialista en recoger los rebotes de sus propias imprecisiones/precipitaciones. El jugador con más posibilidades sobre el césped a la hora de recoger un balón dividido tras un mal regate, un mal control o un mal pase de Luis es el propio Luis. Se entiende que al lector esto le pueda parecer una tontería, y de mediar cualquier otro jugador a fe que lo sería, pero es tan descomunal la frecuencia con la que éste completa esta secuencia que se ha convertido en parte destacadísima de su repertorio. La mitad de sus errores acaban siendo ataques a favor con espacios que antes no había. Un fallo-y-rebote de Suárez en una noche grande puede ser a Leo lo que al fútbol grupal culé tanto le cuesta ofrecerle: el surgimiento de un centímetro de espacio y una décima de segundo para engatillar a gol desde la frontal. Moraleja: a título individual, hasta lo menos bueno de Suárez es positivo.
Luis Suárez es uno de los delanteros más completos que se han visto; suma en todos los registros.
L. Suárez no sufrirá por no ser el jugador clave del sistema azulgranaYa que tanto nos hemos extendido en el primer supuesto problema -se ha hecho porque se considera improbable que lo expuesto no decante al menos un partido de altos vuelos en favor del Barcelona-, con el segundo iremos más ligeros. Suárez posee un repertorio casi ilimitado en el sentido de que es capaz de completar cualquier acción ofensiva que se le ocurra al espectador. No suele verse a Pedro rematando de cabeza, a Neymar atacando el primer palo o a Messi tirando uno de esos desmarques que no tienen por meta recibir el balón, sino crearle un espacio a un compañero para que reciba en ventaja; en cambio Suárez hace de todo todos los días. Baja a recibir, asiste, regatea en los tres carriles, por habilidad o por potencia, juega de espaldas, gana segundas jugadas, corre a la nuca de la defensa, remata de cualquier forma, chuta desde lejos, etc, etc, etc. Y le encanta hacerlo sin descanso, convirtiéndose en el epicentro del encuentro. Y huelga decir que si el ex-red se convirtiese en el epicentro de los encuentros, el Barça perdería potencial, porque a Messi también le gusta serlo y es mejor que él. Sin embargo, se puede afirmar con poco riesgo que Luis Enrique no tendrá ningún disgusto a este respecto. El papel que le ha tocado desempeñar a Suárez en la selección uruguaya del Maestro Tabárez supone la garantía de que sabe ser un futbolista sumiso a nivel táctico cuando se le pide. Tanto Forlán al principio como Cavani en el último bienio han sido los segundas puntas mientras él era el «9», tanto Diego como Edinson han tocado más pelota que él en el combinado nacional, y él ha aceptado un rol menos participativo -que no menos importante- con resultados excelentes. Suárez hace lo que sus entrenadores le piden. No necesita libertad total ni para auto-realizarse ni para rendir. Aunque tampoco nos engañemos; cuanta más libertad se le da, más desequilibrante resulta.
A Suárez, Messi de «10» le vendría mucho mejor que Messi de «falso 9″Con esto llegamos a la parte más interesante del análisis, su adaptación al equipo. Y vamos a empezar por cómo encajaría en el sistema antiguo, el de los interiores cerrados y los extremos abiertos. Se hará así por dos motivos. El primero, que momentos como el segundo tiempo en París o la visita completa a Vallecas contrastan que Luis Enrique va a echar mano de él; el segundo, que nos ayudará a entender por qué el asturiano ha diseñado el sistema alternativo, el de los interiores abiertos y los delanteros cerrados. Aunque no se haya probado, no cuesta intuir que el sistema antiguo perjudicaría a Luis Suárez, como ya perjudicó a Neymar. Se trata de un modelo que satura de raíz el carril central con tres figuras muy importantes, el interior de posesión e Iniesta por detrás, y Lionel Messi por delante. El papel de los otros puntas, que vienen a ser básicamente extremos, se ve bastante capado y orientado a abrir el campo en el inicio de las jugadas para crear espacios. Ni existe la posibilidad de bajar a tocar el balón ni resulta sencillo irrumpir en el centro del ataque sin molestar a Leo, que ya de por sí es sometido a un achique de espacios obsesivo por parte de sus oponentes. Hablando con claridad, para la estrella charrúa significaría una cárcel que mermaría sus capacidades. Pero del mismo modo que se dice esto hay que apuntar lo siguiente: incluso de esta forma, Luis mejoraría al Barça del año pasado, porque vendría a ser un Alexis Sánchez ultra vitaminado en todas las facetas del juego: su diagonal hacia el gol es mejor, su regate en banda es más efectivo, su capacidad para devolver paredes a Messi es muchísimo más alta y en general su habilidad para resolver un partido seguiría ahí. Suárez en el sistema antiguo no sería el as que ha fichado el Barcelona, pero, probablemente, el Barça no podría fichar un atacante que, en éste, lo hiciese mejor de como él lo haría. E incidimos en lo del párrafo anterior: Luis no necesita ser optimizado en lo táctico para sentirse valorado y marcar la diferencia.
Por otro lado, cabe señalar que el sistema antiguo, el de los interiores cerrados y los extremos abiertos, busca un control del partido a partir de la posesión y su centro del campo contra el que la precipitación de Suárez, que siempre hace lo primero que se le pasa por la cabeza, podría atentar, pero tampoco sería nada dramático. El charrúa nunca va a tomar pautas de juego sistemáticamente erróneas. Puede tener una idea mala -o de difícil ejecución-, pero no se obceca con repetir lo que no sale. Es impulsivo, pero también muy, muy talentoso en su toma de decisiones.
Sabedor de que el sistema antiguo caparía a Suárez, Luis Enrique diseñó el Barça de los delanteros.
Alcanzado este punto, muchos lectores pensarán que a un Luis Suárez no se le ficha para no optimizarlo, y menos tras la experiencia con Neymar el curso pasado, de la que seguro que el Barcelona aprendió mucho. Y si no han sido los lectores los que han desviado sus pensamientos hasta aquí, quien sí lo hizo, y desde el primer día de la pretemporada, fue el que manda. Luis Enrique acumula más de tres meses trabajando un sistema que le permita aprovechar lo máximo posible a quienes, en opinión de un buen número de analistas, son, tras Messi, los mejores jugadores del equipo: el «10» de Brasil y el «9» de Uruguay. Y es que, ¿cómo se iba a insistir de partida en un plan de juego cuyas principales víctimas fuesen precisamente ellos dos?
El sistema nuevo ofrece a Luis Suárez muchos más espacios adonde irEl sistema de los interiores abiertos y los puntas cerrados, utilizado por los azulgranas en todos los encuentros de este curso excepto contra el APOEL Nicosia y el Rayo Vallecano, halla su origen en un doble hecho: el deseo de apartar a Xavi de la jefatura del esquema y la búsqueda de espacios que facilitasen la convivencia entre Leo, Luis y Ney; tres estrellas cuyas zonas de influencia favoritas eran muy parecidas. Ahí saltó la liebre. Si no es Xavi, el plantel culé carece de un centrocampista capaz de dirigir una posesión larga, así que, ¿por qué no hacer como Argentina y bajar a Messi para que asumiese más peso creativo? Paliaría ese déficit al tiempo que dejaría espacio en el centro de la delantera para que Neymar JR y Luis Suárez ganasen libertad y presencia en su carril ideal. Como, encima, Messi había parecido algo aburrido el curso anterior y con este cambio iba a participar más y antes en el juego, Luis Enrique no dudó y construyó sobre este cimiento. ¿Procedimiento? Sencillo: los puntas se cerraron y ocuparon el territorio de Messi; Messi bajó y ocupó el lugar del interior derecha, que a su vez, para dejarle el hueco, se abrió a la banda; y como todo equipo ofensivo necesita hombres creando espacio como extremos y el dibujo había dejado de tenerlos, sus laterales cambiaron el chip y se convirtieron en tal. Así nació el Barça de los delanteros; aquél diseñado para que Suárez y Neymar dispusieran de un contexto que les permitiera explotar sus virtudes. Esa era la idea original y con lo que nos quedaremos. Posteriormente, el desarrollo del sistema fue propiciando inercias como un protagonismo brutal de Jordi Alba y Dani Alves y un papel quizá escaso para Rakitic e Iniesta, pero eso son temas diferentes. En este texto nos centraremos en Luis.
El Barça de los delanteros, en la práctica, acaba jugando con un solo medio; de ahí que corra más.
El sistema nuevo no se trata solo de un cambio en la colocación de las piezas, sino también, parcialmente, del estilo de juego: el Barça controla menos y corre más que antes. El número de transiciones aumenta, los espacios se abren y Luis, en un marco así, es algo impresionante. Sus desmarques de apoyo -bajar a recibir- son soberbios, y una vez recibe, su abanico de acciones le dota una imprevisibilidad total. De un lado, su control orientado es prodigioso, y su habilidad para dar el último pase, más que notable; del otro, su primer toque de descarga roza la perfección, y, enlazando otra vez con el primer párrafo, es capaz de unir el esfuerzo del desmarque de apoyo con un desmarque de ruptura inmediato tras dejar de cara a un compañero. Baja, toca y enseguida rompe a la espalda de la defensa como un rayo. Su manejo de la línea del fuera de juego, por cierto, sirve para aleccionar a los jóvenes, y sus definiciones combinan imaginación con eficacia. En jugadas rápidas, por su manera de interpretarlas, afrontarlas y ejecutarlas, Suárez explota.
Luis dará valor a los numerosos centros de Dani Alves (a algunos)Dicho lo cual, en determinados partidos el Barcelona no podrá jugar rápido. No porque Luis Enrique no quiera, sino porque sus adversarios lo van a imponer. Y ante rivales pétreos, Suárez mengua un puntito más que la mayoría. No consigue adaptarse a ritmos más lentos, mantiene las mismas revoluciones y su eficacia decrece. En cualquier caso, tratándose de un futbolista tan descomunal, de nuevo el descenso será relativo, porque, de hecho, Suárez al ataque estático del Barcelona le va a dar la vuelta para bien pero desde el mismo día de su debut. Por ejemplo, la innumerable cantidad de centros sin peligro que cuelgan Alba y Alves pasarán a ser una seria amenaza de gol ipso facto. Luis carece del instinto y la sutileza de un Falcao en ese tipo de acciones, pero su energía abruma, va a todas, que es algo de lo que Barça hasta ahora ha carecido. La agresividad rematadora de Suárez revalorizará muy seriamente una de las acciones ofensivas más repetidas por el equipo. Otro aspecto clave será su juego de espaldas, que permitirá a Messi tirar paredes de enorme calidad como hace con el Kun en Argentina cuando el delantero del City goza de salud. Y luego hay un futbolista que ha sido muy bien recibido pero que en realidad no está haciendo gran cosa, que es Rakitic, cuyo fútbol se verá reforzadísimo. Su hiperactividad entre líneas potenciará el pase vertical del croata, y sus desmarques al espacio, el largo. Para terminar, su energía e ímpetu, que le llevan a participar en los tres carriles, que es algo que el nuevo sistema le podría permitir, desencadenará una movilidad potencialmente muy interesante. Luis Suárez resulta contagioso. Su iniciativa provoca iniciativa.
Aunque Suárez ofrece un nivel fantástico en el flanco derecho, desde el izquierdo marca más goles.
Otro asunto que merece atención versa sobre el flanco del ataque culé que habitará Suárez, si el izquierdo o el derecho. Independientemente de que el intercambio de posiciones se acentúe, existirán puestos de partida y está por ver cuál acogerá a Luis. Desde donde el charrúa resuelve más partidos, sin duda, es desde la izquierda. Le facilita orientarse hacia la portería y sus cifras engordan. Si le toca moverse por la derecha, la calidad de su juego no se diluye, continúa siendo una cascada de fútbol y además saca a relucir su centro al área, tocado y certero, pero su cadencia goleadora frena. Con estas bases, y a sabiendas de que el nivel de Neymar sí se derrumba cuando juega a pie natural, cabe suponer lo siguiente: si el brasileño mantiene su racha, seguirá en la izquierda; si Neymar cerrase el grifo, Luis Enrique debería reconsiderarlo, pues Suárez bien apuntado sí garantiza víctimas. No en vano, es uno de los dioses del gol del Siglo XXI. Y hay que apuntar que en el sector izquierdo del Barça siempre se acaban más jugadas que en el derecho, pues es en el derecho, con Messi, Alves y, si juega, Xavi, donde se originan las ventajas para luego cambiar el lado. La asistencia natural, mientras Leo siga liderando, será desde la derecha hacia la izquierda.
Completado este análisis, seguramente quede la sensación de que el éxito de Luis Suárez en Barcelona está casi asegurado. Y deportivamente es así. En el fútbol siempre puede cruzarse una lesión, un problema de índole personal o, en el caso tratado, algún episodio polémico recurrente en su carrera, pero el vigente Bota de Oro es un delantero contrastado, maduro y formidable con una capacidad de adaptación perfecta para un candidato a la Champions League. Hablamos, sin temor a equivocarnos, de uno de los mejores futbolistas del momento, de una estrella que ni siquiera necesita alcanzar su mejor nivel para resolver un título. No obstante, la sensación de triunfo o fracaso, en cierta medida, irá de la mano de las conquistas colectivas, y ahí el Barça, teniendo un nivel alto y un potencial mayor, quizá no ofrezca la fiabilidad que Luis Suárez individualmente sí. Los dos sistemas manejados por Luis Enrique, hoy por hoy, parecen lejos del equilibrio. El antiguo constriñe a Luis y Neymar al tiempo que realza a algunos jugadores que llevan tiempo sin dominar grandes partidos; y el nuevo potencia al «9» y al «11» pero desnuda el centro del campo y aleja del área rival al mejor definidor de la historia. Sea como sea, estamos en octubre, hay tiempo para mejorar y nuestro protagonista hará todo lo posible porque así suceda. Con otra particularidad, si se asienta el Barça de los delanteros, no le será imprescindible jugar a la perfección para poder liquidar al mejor de sus rivales.
Mugiwara14 25 octubre, 2014
No hace falta ser un equipo perfecto para ser el mejor equipo. Y menos con esos 3… Si el barça consigue fortalecer su transición defensiva, creo que tiene mimbres para ello, y consigue que sus interiores produzcan un poco más, yo creo que a rafinha por ejemplo ese interior dereho le viene genial, serán muy muy fiables