A doscientos kilómetros de la cuna de, mire usted qué lista, Messi, Menotti, Di María, Bielsa, ‘Kily’ González, Éver Banega y hasta ‘El Trinche’ Carlovich, entre otros, nació Walter Samuel. La provincia del fútbol bohemio argentino dio vida a varios de los más demenciales poemas futbolistas, pero también al libro gordo de medicina, especialización en cirugía, dedicado a defensas centrales. Zurdo, aunque no mágico, el hombre de mirada adriática y cuerpo pedrusco ascendió tan rápido en el fútbol como baja la línea defensiva en la que se sentía cómodo, sólo para ver como descendía su carrera cuanto más arriba le tocaba defender.
Samuel llegó a convertirse en un muro impenetrable para el Boca Juniors de Carlos Bianchi y para la Roma de Fabio Capello.Samuel brilló cerca del área Cuando todavía los centrales no eran kamikazes de la anticipación, sino sabios reposados que desinflaban ataques con el temple de quién cuida de un bonsai, reduciendo espacio, eliminando ángulos y sofocando al delantero, el argentino llegó a ser considerado top en la posición. Fortísimo en el choque, potente en el salto y sobrio en el mano a mano. Sus virtudes eran claras. Sus defectos también, pero a Samuel, recogido sobre su área y clavando sus pupilas en las del delantero, era imposible superarlo. Su carrera, a falta de un gran logro con su selección, era de central de época.
Pero llegó el Madrid. Necesitado de nuevos referentes en la zaga tras la infame 2003-2004 que vio incluso a un débil Raúl Bravo ocupar la posición, Jorge ValdanoEl Real Madrid lo necesitaba tocó la puerta del hombre roca. Poco y nada tardó el Bernabeu en espantarse ante el paredón de arcilla que vestía el dorsal ’19’. Obligado a controlar una parcela de terreno que para Samuel era una pradera inmensa que convertía en leones a todos sus rivales, recordando especialmente el día que Julio Baptista fue una bestia de verdad. Esa mancha en su historial borró su foto de las enciclopedias del fútbol. Con apenas veintiocho años fue excluido de la albiceleste y nadie se escandalizó. Su aura de defensa infranqueable había desaparecido y sólo volvería un lustro después. Enfrentando a Lionel Messi, Samuel se juntó con una pandilla de sudamericanos y negaron la existencia al futbolista cuántico. Una exhibición inmejorable, redentora, que volvió a ponerlo en las listas de grandes centrales y en un mundial.
Su lentitud fue un handicap insuperable.
Han pasado cuatro años ya desde aquella gesta, lograda cuando de él ya se hablaba con tintes de nostalgia, pero ‘Il Muro’ sigue creyendo en su pétreo fútbol. Hoy enfrentará al Real Madrid de los delanteros modernos. Hoy es más lento, más viejo, menos ágil y menos fuerte. No importa. Su gran talento siempre fue saberlo todo antes de que pase.
javimgol 16 septiembre, 2014
Il muro. ¿Daría el rendimiento de Cahill si jugara en el Chelsea actual, por poner un ejemplo de central de área?