Ser seleccionador no es un trabajo fácil. Mucha exigencia, máxima expectación y pocos días para trabajar con un grupo de jugadores que, en la mayoría de los casos, sólo tienen en común el lugar en el que nacieron. No es de extrañar, por tanto, que muchos técnicos traten de potenciar la idea de su selección utilizando como base el trabajo de uno de los equipos del país. Así fue el caso de los últimos tres campeones del mundo: Italia en 2006 con la Juventus, España en 2010 con el Barcelona y Alemania en 2014 con el Bayern Munich. Los Gianluigi Buffon, Fabio Cannavaro, Carles Puyol, Sergio Busquets, Xavi Hernández, Bastian Schweinsteiger o Thomas Müller hacen bueno aquello de “for club and country”, una expresión inglesa de la que, curiosamente, la «Three Lions» nunca se ha beneficiado.
Inglaterra no ha tenido a su Bayern o su Juventus.
Ni siquiera en 1966, cuando Inglaterra ganó su Mundial, se puede decir que el éxito se fundamentara en la columna vertebral de ningún equipo. Alf Ramsey contaba conRevie lo probó con el L’Pool en los años 70 Bobby Moore, Martin Peters y Geoffrey Hurst del West Ham, pero la conexión era meramente individual. De hecho, en la final ante la Alemania Federal, hasta ocho equipos diferentes estaban representados en el once titular. Esto en parte se debía a la histórica descentralización del fútbol inglés, pero también a que hasta 1962 era un comité técnico el encargado de realizar unas convocatorias que se parecían más a las un All Star que a las de un equipo. Los años pasaron y, aunque Inglaterra fue cambiando, los intentos de llevar a la selección el modelo de un equipo fracasaron por completo. Ni funcionó en los setenta cuando el Liverpool tiranizaba Europa, ni tampoco con la eclosión de los famosos «Fergie Boys» en el más recientemente. Y el problema, al final, siempre terminó siendo el mismo: juntar a “Gerrard con Lampard” para ganar con “Rooney”.
Ahora que tanto Steven como Frank se han retirado del fútbol de selecciones, Roy Hodgson parece estar dispuesto a dar continuidad a lo que ya inició en el Mundial de Brasil: construir una nueva Inglaterra en torno al proyecto de Brendan Rodgers en Liverpool. En dicha cita, además de batir los registros procedentes al convocar a cinco reds, el seleccionador inglés juntó a Henderson con Gerrard en el doble pivote y a Sterling con Sturridge en el centro del ataque. Dos movimientos muy simbólicos porque, indirectamente, sacaban del once a Lampard y de sitio a Rooney. Con esta disposición Inglaterra no logró pasar la fase de grupos, pero sí que transmitió unas sensaciones tan diferentes como positivas gracias al descaro, la chispa, la verticalidad y frescura de Daniel Sturridge y Raheem Sterling. Ellos pueden ser la renovada imagen de la selección inglesa. El talento lo tienen. El potencial, también. Y con los fichajes de Lambert y Lallana, más la posible explosión de Jordon Ibe, compañeros de vestuario no les van a faltar. Quizás, quien sabe, el viaje a Francia comience en Merseyside.
@RdGarca 9 septiembre, 2014
Yo diría que al Alemania-Bayern Munich de este año hay que ponerle un super asterisco. Es cierto que al inicio empezaron así, pero luego Low tuvo que hacer muchos cambios luego.
Sobre la base para la próxima selección inglesa, también hay que ponerle un ojo al Arsenal que ha juntado a Gibbs, Chambers, Wilshere, Walcott, Welbeck y Oxlade y si el equipo arranca, Hodgson tendrá que tomarlos muy en cuenta. Es que básicamente Arsenal y Liverpool son los dos únicos equipos en los que puede fijarse la selección en este momento.