Una línea blanca en el horizonte. Despeñaderos desnudos bajo un cielo encapotado. Una muralla sin más refuerzo que su propia ubicación defiende el corazón de un territorio llano y accesible, muy difícil de defender contra el invasor que consigue poner un pie en sus amables colinas. Es por ello que los acantilados de Dover son tan importantes en el imaginario inglés. Primera y última línea de defensa de la isla de Gran Bretaña desde tiempos inmemoriales, este cinturón albino de poco más de cien metros de altura se plantó ante los romanos como frente a los normandos y ya se había encarado antes con los anglos y lo sajones. Visión ansiada por Napoleón y la Armada Invencible antes de que sus planes de conquista hicieran aguas, su aparición en el horizonte señalaba a los pilotos de la Luftwaffe el momento de la verdad: en los años cuarenta la batalla por Inglaterra, como tantas otras veces, se disputó sobre los níveos acantilados que conforman la única defensa del país contra sus agresores.
El Barça de Luís Enrique es más sólido en transición defensiva.
El Barcelona acarrea desde hace algunos años una marcada vulnerabilidad: la gran exposición de su zaga a unos espacios indefendibles. Diseñado para llevar al límite un plan de juego muy concreto, el equipo catalán sufre mucho en transición defensiva desde que no es capaz de imponer el dominio tiránico en campo rival que caracterizó los mejores años del proyecto. Varios factores han confluido en esta debilidad, empezando por un mediocampo que siempre defiende hacia adelante y siguiendo por la falta de talento para la contención en muchas piezas del equipo. En tiempos recientes los adversarios del conjunto azulgrana han encontrado un ancho pasillo hasta su línea defensiva a poco que la técnica les haya permitido sortear una presión deslavazada.
Preocupado de forma evidente por esta cuestión, Luís Enrique se muestra precavido desde la misma fase ofensiva de su equipo. La progresión lateral que propone el entrenador asturiano resta juego interior al Barcelona pero le permite mover el balón a una altura favorable para la presión en campo rival. En este contexto los interiores se mantienen cerca de Sergio Busquets y muy presentes por detrás del balón. La defensa culé aún concedeLa mejoría en este capítulo es evidente: el Barcelona está recibiendo menos contragolpes y los que salen adelante no cuentan con la ventaja acostumbrada. El conjunto catalán incluso ha insinuado la intención de defender de forma algo más ordenada en campo propio cuando surja la necesidad. En el fondo, no obstante, las cosas no han cambiado tanto: El equipo sigue fundamentando su control en la capacidad para jugar el balón muy arriba y tiende a destaparse cuando se estira demasiado. Está en manos del rival intentar llevarle la contraria, y si el Villarreal ya manejó algunos tramos de agitación la visita de un especialista inspirado supondrá un reto importante para la recobrada seguridad azulgrana.
Iker Muniain no es todavía un futbolista de muchas certezas. A su irregularidad cabe sumarle lo poco resolutivo de su fútbol en los metros finales, un factor que de vez en cuando limita en demasía el resultado de lo mucho que es capaz de generar. Porque entre líneas el joven león es un conquistador consumado al que el partido del Camp Nou no sólo le llega en un momento dulce sino que potencia sus mejores cualidades. Muy eficaz filtrando balones y desbordando en conducción por la zona del diez, ágil estos días como no siempre lo está, a Iker Muniain lo único que le cuesta un poco es habilitarse entre líneas y el Barcelona es poco exigente en estos términos. A sus adversarios les pide técnica pero les concede recepciones.
Iker Munian es ideal para explotar las debilidades azulgranas.
Futbolista muy incómodo para Sergio Busquets, si Iker Muniain está entonado invitará a los centrales a salir y será pieza clave para convertir las opciones de salida de su equipo en jugadas que generen verdadera inquietud en terreno culé. Que lo acompañe Ibai Gómez o Beñat Etxeberria es la duda que definirá su posición de partida: Con el extremo bilbaíno Ernesto Valverde formaría un conjunto más más ancho y sólido que ubicaría a su mejor atacante en el espacio más sensible, en principio una adecuación precisa al juego del Barcelona. Pero tampoco carece de sentido la carta del melenudo interior para el que el entrenador vasco sigue imaginando una plaza en el futuro del equipo. Tras mostrar cierta mejoría el ex-bético también se vería beneficiado por un contexto que le facilitaría el espacio para ese gesto que nunca ha perdido a pesar de su pobre rendimiento en Bilbao. Complementos, en cualquier caso, para que Iker Muniain asalte los acantilados de Dover.
LR. 13 septiembre, 2014
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