Hay futbolistas que siempre encuentran una nueva oportunidad en los ojos del espectador. Ya sabéis a quién me refiero. A los muy técnicos, a los bonitos de ver. Y entonces dan igual las decepciones que carguen en sus espaldas, que pueden ser muchas según el caso. Verdaderos dandis del balón, la dimensión estética de estos jugadores les avala y no importa demasiado que no siempre compitan ni resulten útiles a su equipo. Se dice a menudo de ellos que saben jugar muy bien, por ese día en el que la inspiración les acompañó, y en los malos momentos se les disculpa porque se atribuyen los significativos bajones de su fútbol a complejas ecuaciones de raíz intangible, propias de su particular enfoque de un oficio que sienten, se dice, como un arte. Y por lo tanto, cuando fallan, merecen toda la comprensión del mundo.
Danny Welbeck no es uno de estosWelbeck es más manejando más espacios futbolistas. Para un atacante poco técnico es complicado ganar adeptos entre el público, y más aún si es poco resolutivo ante portería. No obstante, el espigado delantero inglés, que presenta ambos inconvenientes, se cuenta entre los favoritos de sus entrenadores. Quizá porque además de mostrarse algo torpe con el balón en los pies también es sinónimo de profundidad, esfuerzo y, en definitiva, competitividad. Segundo punta o delantero centro de fútbol muy dinámico, Danny Welbeck se muestra peor cuánto más fija es su posición sobre el campo. Por ello nunca se ha asentado como nueve puro ni como hombre muy abierto en banda pese a tener cuerpo para ambos roles. Con libertad para correr, por el contrario, se mueve mucho, bien y muy rápido y su juego deviene siempre útil al colectivo. Muy difícil de contener en ruptura, a falta de una técnica más refinada administra con cierta creatividad sus recursos a la hora de llevar el balón hasta la otra punta del campo. Para este hijo de Longsight la línea de fondo nunca queda demasiado lejos.
Welbeck es un punta poco técnico, profundo y muy trabajador.
Como en toda postura esteticista, hay algo de nostalgia en la aproximación a los grandes talentos visuales del fútbol. Una necesidad de algo, la búsqueda forzada de un no sé qué al que Walter Benjamin llamó “aura” en sus trabajos, y que viene a ser un acto original de creación, sito en un lugar, una forma y un instante concretos, que el hombre contemporáneo percibe ausente en los productos que le ofrece la era de la reproducción masiva de los materiales culturales. El crítico alemán afirmó que el ser humano aspira hoy a rescatar esa esencia que, asume en su fuero interno, se pierde en el paso que se da entre una obra singular y sus incontables reproducciones y modificaciones en el marco de la cultura de masas.
Esa búsqueda no se da en el caso deSus esfuerzos pueden ser muy útiles Danny Welbeck. Y de hecho podríamos definir al nuevo 23 gunner como un “futbolista reproductible” bajo una óptica benjaminiana, en tanto que sus mayores virtudes no señalan ningún talento demasiado singular, sino un oficio sencillo y una predisposición personal, en principio, al alcance de cualquiera. Cierto es que el talento también puede ser físico, y salta a la vista que el delantero inglés tiene piernas poderosas, pero incluso en este apartado los méritos del jugador parten más bien de una enorme generosidad en el esfuerzo que de una condición corporal fuera de serie. Las piernas de Danny Welbeck no son tan especiales como su constante activación, el disfrute de esa actividad agotadora que muchos de sus colegas tienden a evitar en la medida de lo posible. Así las cosas a nadie se le ocurre buscar en este inglés de padres ghaneses ninguna traza del aura que define, en opinión de muchos, la dimensión artística del fútbol. A Danny Welbeck, un delantero que ha condicionado eliminatorias europeas desde el trabajo defensivo, jamás lo ha iluminado el fulgor del estrellato.
Pese al contraste de estilos puede aportar cosas al Arsenal.
Poniendo por caso el medio artístico más joven de su época, Walter Benjamin señaló que el cine es el ejemplo perfecto de una disciplina contemporánea que comprende en si misma un proceso de reproducción y postproducción de la experiencia original sobre la que trabaja. De este modo, en el séptimo arte la ausencia del aura benjaminiana deviene particularmente notoria, como lo es en consecuencia la necesidad de buscarle un sucedáneo adecuado. Algo con suficiente carga estética y un trasfondo lo bastante agitado como para saciar la sed de autenticidad del público: esto es, el culto a las estrellas de la gran pantalla. O lo que es lo mismo, a los futbolistas referidos en el primer párrafo de este texto. Futbolistas muy diferentes a Danny Welbeck.
Encarnación del último pragmatismoCon él Wenger gana un activo competitivo ganador que han conocido los Diablos Rojos, el delantero inglés fue un instrumento del que Alex Ferguson sacó enorme provecho en noches muy señaladas. No deja ser curioso que este atacante de perfil bajo haya sido más relevante en los encuentros más complejos del año, los que tanto se le atragantan al Arsenal, que a lo largo de esas temporadas regulares que Arsène Wenger, su nuevo entrenador, acostumbra a mantener bajo control. Danny Welbeck llega a un lugar extraño para sus características, un proyecto muy dado a mimar el balón sobre el césped y alimentar las pulsiones esteticistas del público, pero lo hace llevando en su mochila una cuota de competitividad algo corta de calidad pero probada al más alto nivel y generosa en certezas a poco que el patriarca del lugar le adjudique funciones familiares. Al fin y al cabo el nuevo fichaje londinense no admite comparación alguna con Thierry Henry, héroe de su infancia y piedra angular del Arsenal más consistente que recordamos, pero alguna cosa sí tiene en común con el futbolista más importante de la historia del club: la profundidad y su espacio favorito sobre el campo.
trocko79 3 septiembre, 2014
Que dificil es ver a un jugador con una calidad por encima de la media sacrificarse y ser intenso. Son pocos los equipos que lo han logrado y han conseguido grandes frutos.
Supongo que el Arsenal lleva tiempo intentando que la calidad de sus jugadores fuera mas fructifera combinandola con intensidad y sacrificio, para ser competitivos de verdad. Al no lograr esos resultados parece que se opta por sumarlo a traves de jugadores intensos y sacrficiados como Welbeck y Alexis, este segundo con mas calidad pero que llama mas la atencion porque se deja todo en el campo