El Madrid de la Décima ya no existe. Se despidió en la Cibeles. Mientras duró, rindió como un notable equipo de fútbol, seguramente el mejor de su breve momento, aunque resultase algo incompleto e irregular. Concebido para jugar con Alonso, Khedira y Modric en el centro del campo, la lesión del alemán provocó una serie de ajustes y reajustes que terminó con Di María ejerciendo de interior izquierdo, una posición para la que nunca fue educado. Formalmente es preciso apuntar que dicha solución se trató de un parche, pero menudo parche fue. El recurso consagró los reflejos de Ancelotti, el descomunal nivel individual de Di María y la calidad táctica de Xabi y Luka, que, entre regate y regate de Ángel, compensaban aquel extraño triángulo de dos vértices casi como si fuera uno de verdad. Pero como el Real parece poder fichar a dedo y pretende vivir más tranquilo, oteó el mercado y señaló al centrocampista más grande que vio. Y lo contrató. Se llama Toni Kroos y con él pasan tres cosas. La primera, y de ahí que el primer Madrid de Carletto haya pasado a mejor vida, que es el joven más influyente de Europa, el que más condiciona los equipos en los que juega. La segunda, que su calidad, pese a ser sin duda excelente, podría no estar a la altura de su inigualable ascendencia sobre el juego. Y la tercera, que no queda claro que Cristiano Ronaldo vaya a hacer buenas migas con él, porque sus estilos predilectos no coinciden. Cambiar al épico Di María por el omnipresente Toni Kroos afecta profundamente a los diez compañeros del interior izquierdo del Real.
Kroos tiene el singular don de cambiar a su gusto equipos en los que ni siquiera es el mejor jugador.
Suma días de 150 toques en 90´ y no baja del 90% de acierto en el paseComo un centrocampista íntimamente ligado a la posesión del balón; así se presenta Toni Kroos. En lo táctico, su sino reside en estar siempre desmarcado y disponible para sus compañeros en la línea anterior al balón. Es decir, se sitúa por detrás de donde ruede la pelota y se esfuerza por estar siempre accesible para recibirla sin cesar. En lo técnico, su virtud fundamental radica en la precisión. Pese a intentar más de 100 pases por encuentro y no ser en absoluto plano -mezcla toques en corto con cambios de orientación y envíos verticales-, ronda el 92% de acierto noche tras noche. Y en cuanto a lo importante, que es el uso que le da a su táctica y a su técnica, cabe separar dos influencias que parecen mellizas pero solo son primas hermanas. Por un lado, Kroos implica un incremento de dominio territorial instantáneo en sus equipos. Por el hecho de tenerlo, automáticamente un colectivo pasa a acaparar entre un 7 y un 10% más de posesión y a jugar entre 15 y 20 metros más arriba. O sea, lo que él promueve a título individual encuentra su réplica firme en el colectivo porque lo condiciona por completo, porque integra al todo. Y luego queda su capacidad de dirección. Sus pases no solo favorecen la tenencia de la pelota, que como tal solo serviría para defender, sino que ordenan los ataques estáticos. Kroos sabe dónde están sus diez aliados, dónde sus once rivales y cuánta distancia separa cada pieza de la contigua, e interpreta de fábula dicha información para facilitar la ofensiva de su conjunto. Siempre y cuando sea factible. Y esto es importante. Vayamos a sus limitaciones.
Toni no es un mago del balón; para que su equipo no se atasque necesita que éste juegue muy bien.
En el fútbol hay una serie de acciones tildadas de «imposibles» que en realidad sabemos que no lo son, que están al alcance de unos pocos fenómenos. Y el Real Madrid del año pasado estaba copado de tipos así. Modric cogía el balón en la zona de un pivote, podía regatear a tres y plantarse en la frontal del área; Isco podía controlar un pelotazo y dibujar un giro de 180º al mismo tiempo para romper una presión; Di María podía robar la pelota en su propio córner y segundos después ceder un pase de la muerte a Benzema en la portería contraria. El Madrid se habituó al caviar individual y Kroos, en este sentido, no iguala el virtuosismo. Su repertorio es sobrio, fiable y completo, domina las acciones lógicas, pero no posee la calidad extra de los genios blancos, y en cierto modo podría preocupar que el menos virtuoso de sus centrocampistas sea el que más influya sobre el juego. Le hace híper dependiente de lo que le rodea. La prueba la encontramos en los choques más decisivos del año pasado: los cuartos de Champions contra el Manchester United, la semifinal contra el propio Madrid y la Final del Mundial contra Argentina. A pesar de que Kroos es un futbolista regular hasta el punto de parecer una máquina, en ninguno de los citados partidos superó el 6,5 sobre 10. ¿Por qué? Porque ni Alemania ni el Bayern Múnich tenían un funcionamiento consolidado para superar a grandes rivales y él no tiene ese puntito extra capaz de dar vida a situaciones muertas. Fichando a Toni Kroos el Real Madrid ha firmado un contrato de matrimonio que le obliga a convertirse en un equipo superior y más dominante. Kroos le da esa oportunidad, que vale títulos y un legado, y que es algo que no le daría ningún otro centrocampista actual. Pero si no la toma, si los de Ancelotti no logran ser un equipazo de ensueño, habrán perdido algunos recursos que le hacían dominar siempre en aquel caos que propiciaban.
Pongamos un ejemplo práctico basado en la defensa. Vamos a empezar describiendo el hipotético escenario positivo. El hecho de que Toni Kroos sea un pasador permanente con un porcentaje de acierto impoluto dotará de confianza a jugadores como Ramos, Pepe o Alonso para que den un paso hacia delante y se liguen a la cadena de pases. Se creará un microclima de seguridad asociativa que tenderá a juntar a los once blancos en una posición más alzada y a hacer el sistema más cerrado en el buen sentido. En el instante en el que pierda el balón, surgirán dos ventajas. La primera, que será un momento inesperado para el adversario, porque uno no se espera quitarle la pelota al equipo de Kroos, no es un acto frecuente en un partido de fútbol. La segunda, que como el Madrid se habrá juntado alrededor de la pelota, tendrá muchos hombres cerca del nuevo poseedor del esférico, resultando más sencillo acosarle y arrebatárselo. En un gran Real, esto es lo que ocurriría. Es decir, defendería bien corriendo menos. Pero, ¿y si Ancelotti y los suyos no alcanzan a consolidar un gran Real? En ese caso, el Madrid estaría menos junto en el momento de la pérdida, el contrario tendría más espacios para correr a la contra y a Kroos se le notaría que es muy lento, que carece de conceptos defensivos de calidad y que el material de su cintura es madera de roble. Se le rebasa con facilidad y luego no recupera su posición. Hay que considerar que el Madrid sigue teniendo a Coentrao, Arbeloa, Ramos, Varane y Pepe en defensa y a la BBC, Modric, Isco y James en ataque, así que su capacidad para resolver desventajas sigue estando ahí, no hay que radicalizar hasta el extremo, pero entiéndase el cambio de enfoque. Cambiando a Kroos por Di María, el campeón de Europa aspira a la perfección a costa del recurso que le hacía dominar en las tempestades. El que le dio parte de su Décima.
Toni Kroos tocará el balón más que Xabi Alonso, pero Xabi no perderá su control sobre el partido.
Aunque recorren vías distintas, Xabi y Toni se paran en el mismo sitioHabiendo asumido lo que supone casarse con Kroos, toca analizar las relaciones más íntimas que surgirán entre el alemán y sus compañeros para medir hasta qué punto será posible una implementación idílica. Y hay que comenzar por su unión con Xabi Alonso. Al respecto existe una leve desventaja posicional y muchas ventajas futbolísticas. La posicional gira sobre la posición favorita de ambos. Alonso es un pivote que tiende a dar diez pasos hacia su izquierda y Kroos es un interior izquierdo que tiende a dar 10 pasos hacia atrás. Dicho de otro modo, comparten parcela de terreno favorita. Por mediación de Ancelotti deberán negociar y hallar un acuerdo que les permita coexistir. La solución más natural parecería colocar a Kroos de interior derecho, pero parece delicada. Toni es un robot, un jugador muy automático, muy rutinario, y el año pasado jugó tres encuentros en la derecha y más de 40 en su perfil ideal. ¿Adolece de alguna carencia técnica que le impida cambiar de interior? Más allá de que no es un malabarista rollo Modric-Isco, no, pero insistimos en su biotipo como jugador: es animal de costumbres, y siempre da miedo sacar a esos de su hogar. Como Ecos del Balón no sirve para ofrecer soluciones a los grandes entrenadores del mundo sino para disfrutar exponiendo sus retos, aquí cortamos y quedamos a la espera de lo que Carlo invente. Eso es reparto de espacios, colocación. Luego está lo gordo, que será la influencia del dúo; lo que produzcan o decanten, y ahí, Kroos nació para alargar la carrera de Alonso unos meses más. El vasco es un director de orquesta muy particular porque representa no la perfección táctica, sino un paso más allá de la misma, y ya el año pasado se destacó por dominar salidas de balón incluso sin tocarlo. Es una estampa habitual contemplarlo moviendo los brazos sin buscar un lugar que le permita recibir; entiende las marcas que atrae y juega con ello para favorecer el contexto de sus compañeros. Toni constituye un punto de referencia fijo y consistente que le permitirá hacer virguerías. Toni tendrá el balón. Él, el control. Amó a Modric y venera a Isco, pero vuelan mucho y su espalda va para 33 años. Si Kroos cuaja, será su bastón. Y su prolongación.
Para profundizar en el efecto defensivo que tendrá el posicional Kroos sobre el maestro, recomendamos la lectura de este informe estadístico: «Di María, Robben y Guardiola».
Kroos permitirá a Ancelotti recuperar la versión que más le gusta de Modric: la que supera líneas.
Con respecto a Isco sucederá algo muy similar. Comparten zona favorita porque ambos se sienten más cómodos como interior izquierdo que como derecho; pero no comparten funciones. De hecho, la seguridad técnica que proporcionará Kroos a la posesión del Madrid hará de Isco un recurso ofensivo más presente y determinante y una supuesta debilidad defensiva mucho más llevadera. Igualmente, la sociedad Alonso-Kroos forma uno de esos escasos milagros concebibles que permitirían a James Rodríguez formar como interior izquierdo en un mediocampo de tres hombres. A más reposo, más chances para el no-especialista.
En cualquier caso, aquí el tema candente versa sobre el tipo que dominó la última Liga de Campeones: Luka Modric. En el amanecer de la temporada pasada, Ancelotti afirmó una y otra vez que la principal virtud del croata era su uno contra uno en el centro del campo. O sea, su habilidad para batir líneas a partir de su surrealista control de la pelota. De cada cinco regates que intenta en una zona en la que nadie sabe, a él le salen cuatro, y al ser una acción tan impropia del juego, el oponente no está preparado para sujetarla y se arma el lío. Ocurre que, debido a la evolución del Real Madrid de la Décima, al Madrid este don se le cayó por el camino, porque Modric pasó de ser el interior ofensivo a ser el interior de apoyo para Alonso. Al verse obligado a ayudarle en la salida de balón y a cerrar atrás durante las posesiones blancas, las situaciones en las que intentar uno contra uno no era un acto de irresponsabilidad decrecieron ostensiblemente, y aunque Luka se consagró como el centrocampista del año, porque así de genial es, Ancelotti no pudo utilizar su recurso más devastador. De igual modo, el curso pasado forzó a Modric a ser un futbolista de participación constante y perdió su esencia de jugador paciente que esperaba su oportunidad para rajar al oponente, que es lo que siempre había sido. El croata firmó una temporada tan excepcional que cambiarle el rol genera recelo, pero la teoría constata que Kroos llega para hacerlo aún mejor. A menos que él ya no sea quien fue.
El estilo de juego favorito de Toni Kroos no coincide con el de Gareth Bale y Cristiano Ronaldo.
Y llegamos al punto más conflictivo de este análisis: Gareth Bale y Cristiano Ronaldo. Si el Real Madrid va a sacrificar transiciones en beneficio de ataques posicionales, si va a manejar la posesión más arriba, si va a implantar un ritmo algo más lento… ¿cómo van a mantener el nivel sus dos mejores futbolistas, que son imparables justo en el marco opuesto? Siendo honestos, nos vemos obligados a pronunciar una frase que nos parece maravillosa: no tenemos ni idea. Es evidente que existe una incoherencia entre el fútbol ideal del centrocampista más condicionante del equipo y el de sus dos grandes estrellas. Dicho lo cual, hay que apuntar tres realidades:
1. En el verano pasado a estas alturas se apuntaba lo mismo sobre la relación entre Ancelotti y Ronaldo. En efecto, el Madrid se horizontalizó en relación a la era de Mourinho y, aun así, el portugués exhibió la mejor versión de su carrera deportiva. Es decir, los términos medios, a veces, pueden llegar a potenciar si son bien desarrollados.
2. Bale y Ronaldo no son jugadores solo de contraataque. Por descontado, con espacios son terribles, casi una certeza de triunfo, pero también sin ellos son, con Messi, las grandes referencias presentes. Aunque el comentario pueda chocar porque siempre es más sencillo dibujar a un Isco o un Marcelo entrando por una rendija que a uno de estos dos bichos, la prueba de confirmación es sencilla y pueden hacerla dedicándole 15 segundos: imaginen que son entrenadores, que necesitan ganar o les echan y que se enfrentan a un equipo encerrado. ¿A qué jugador de todo el mundo preferirían? No a dos antes que a Cristiano y no a cinco antes que a Gareth.
3. Pese a que las influencias colectivas de Kroos no coincidan con las de Ronaldo y Bale, sus relaciones directas sí parecen apropiadas. Es decir, lo que son los contactos entre ellos, el efecto inmediato y unitario de lo que haga el uno sobre los otros, lo referido a la jugada aislada del discurso, sí debería fluir.
A pesar de que sus estilos sean distintos, tácticamente Kroos y Cristiano sí son muy complementarios.
En el caso de Cristiano, él estira por delante en el sector izquierdo y Kroos lo hace por detrás, lo que va a generar un espacio vertical para ambos que extraño sería que no les beneficiase. Sobre el papel, habrá veces que Kroos pueda adelantar su posición para maniobrar más arriba porque Ronaldo capte la atención en esa zona y lo mismo al revés; o sea, que Cristiano pueda bajar, recibir y girarse a gusto porque sea Toni quien ha reclamado una marca especial en la línea divisoria. Además hay que apuntar que el maravilloso toque en largo de Kroos mejorará la calidad del contraataque del Madrid cuando pueda lanzarlo. Sus goles contra el Barça y el Bayern en los días calientes del curso pasado borraron de la consciencia colectiva una realidad que a lo largo de todo el año había quedado patente: sin Mourinho, las contras del Madrid fueron mucho peores. El éxito de las mismas contra el Barça y el Bayern se explicó a partir de lo mal que las defendían estos dos equipos. Con Kroos, el primer pase mejorará su distancia y su precisión. Por último, cabe anotar la extrema calidad del alemán botando el balón parado. Ronaldo, como Ramos, marcará varios goles tras sus servicios.
En lo referido a Gareth Bale, el tema fundamental se localiza en el cambio de orientación de izquierda a derecha. El año pasado, el responsable del mismo solía ser Sergio Ramos -ya hemos apuntado que Alonso ha adoptado un rol más indirecto que directo-, y pese a su eficacia, al ser central y por lo tanto ocupar un lugar muy retrasado, el destinatario más habitual de su golpeo era Dani Carvajal. Kroos sube la zona de lanzamiento entre 25 y 30 metros; los precisos para que quien reciba el pase sea el número «11» del Madrid.
En resumen, Ancelotti tiene herramientas de calidad para conseguir que Kroos y sus dos fenómenos se hagan amiguitos, pero debe partirse de la base de que, en principio, lo normal es que surja conflicto entre ellos. En lo crucial, que es la apuesta, el estilo, el juego, Toni disiente con Gareth y Cristiano. Y el recién llegado va a condicionar tanto o más que ellos porque, como se intenta explicar en este texto, precisamente esa es su característica más arraigada: su influencia. Su influencia por encima de su propio nivel individual.
Si el oponente se encierra muy atrás y no presiona a Kroos, Toni se convierte en un titán imparable.
Marcelo sí podría salir algo perjudicado por la llegada de Toni KroosDamos un nuevo salto en el estudio y nos detenemos en una de las funciones prácticas que se esperan ver mejoradas por el centrocampista alemán: el rendimiento del Real Madrid contra equipos encerrados. No contra equipos que le cedan el balón, que al fin y al cabo son todos menos el Barcelona y aquél en el que entrene Guardiola, sino contra colectivos que se compriman a cal y canto sobre su propia portería. Y en estas situaciones, en efecto, Kroos sí es descomunal. Lo es porque manifiesta la inteligente necesaria para instalarse lo más arriba que el oponente le permite y desde ahí dirigir el cotarro alternando cambios de orientación, pases entre líneas que parecen cuchillos, globos a la espalda de la zaga impregnados de sutileza y un disparo a gol de élite. Kroos sin estar presionado, y no presionar es la consecuencia habitual de un cerrojo radical, marca la diferencia y de manera rotunda. Al alemán hay que encimarlo, ahí es cuando se nota que carece de los recursos técnicos de un Modric o un Isco y su fútbol se lastra. Si no, de verdad que resulta muy difícil sobrevivir, porque cuesta mucho resistir a un tipo que la está tocando todo el tiempo y tomando la decisión ideal pase tras pase. En el lado negativo, y solo aplicándolo al Real Madrid, se impone señalar que debilitará la influencia de una de las armas que tenía Carletto para estas misiones: Marcelo. En cierto modo, Kroos ocupa justo el espacio que Marcelo usaba para trazar su diagonal, y al tratarse de un futbolista tan posicional, taponará al lateral brasileño. Como solemos apuntar, entre cracks siempre pueden surgir acuerdos que dejen a ambos en disposición de sumar, pero sobre el papel, Kroos no es una buena noticia para Marcelo. Sí para Coentrao, que luce un estilo más externo, de subidas más pegadas a la línea.
Kroos tiene potencial para ser el mediocentro del Real, pero deberá mejorar mucho su posicionamiento.
Este penúltimo párrafo se dedicará al posible futuro de Kroos como mediocentro del Real Madrid. Dicho de otra forma, a la posibilidad de que el club de las 10 copas lo haya firmado para que suceda a Xabi Alonso en el epicentro de su sistema. Para empezar, se presta constatar que el jugador no parece preparado para desarrollar ese rol de manera inmediata. Tácticamente su manejo de los espacios en defensa es pobre, y como no calibra dónde debe colocarse y la importancia de que su posición sea correcta, adolece de cierta pasividad sin balón. Carece de cultura de mediocentro, digamos. Lo cual es lógico, porque este chico era mediapunta hasta que Pep Guardiola el año pasado le convirtió en lo que hoy es. Por este motivo, a día de hoy Toni Kroos se sentiría más cómodo y resultaría más sostenible formando parte de un doble pivote que desempeñándose como mediocentro único en un 4-3-3. Sin embargo, en clave futuro, hay que dejar escrito que las condiciones del jugador se amoldan muy bien a los requerimientos de la demarcación. Sin duda su rígida cintura le acompañará hasta el final de su carrera e implicará una limitación, pero ahí tiene el espejo de Alonso, que se ha desenvuelto como una eminencia defensiva con movimientos bastante pesadotes. Ancelotti va a probarlo como pivote. Seguro. Al 100%. Y el Madrid doblaría con gusto el dinero invertido en el fichaje si su nuevo cerebro se adaptase a la tarea. Hay menos mediocentros que centrales, que ya es decir.
Recapitulando, el vigente campeón de Europa ha establecido un precedente inaudito en la historia reciente del fútbol: cambiar por decisión propia la estructura de su equipo meses después de levantar la Copa. Con dicha decisión, el Real saca de su circulación a uno de los jugadores más decisivos del mundo y contrae un compromiso de adaptación con el centrocampista más condicionante del momento, aun sabiendo que no se trata del mejor y que su compenetración con Gareth Bale y Cristiano Ronaldo suscita alguna duda. Dicho esto, Ancelotti parece tener todos los recursos necesarios para poner de acuerdo a todas sus piezas y diseñar un sistema que supere en control, equilibrio y eficacia al que le dio la Décima Champions League. Seguir al Real Madrid será un ejercicio maravilloso. Parece un All-Star con serias posibilidades de lograr el sentido colectivo. Su plantel supone un punto y aparte. Está claro: desean ser algo más que el número uno.
@smiguelh 12 agosto, 2014
Genial artículo Abel, as usual. Muy, muy completo.
Pero me surge una duda, ¿tan complicado es que Toni se adapte al Madrid y no sea al revés?