¿Keylor Navas es de verdad? ¿Es real? ¿Es tan buen portero como parece? ¿Es más que un parador? ¿Da para un equipo grande? ¿Ha llegado a Madrid para quedarse? Desde que sustituyera a Gustavo Munúa en la portería del Levante UD, son muchas las preguntas que se han ido sucediendo -y acumulando- acerca del verdadero nivel del guardameta tico. Y es lógico. Su modesta trayectoria, sus 27 primaveras, sus particulares condiciones y su espectacular gestualidad insinuaban que, quizás, lo de Keylor era sólo un truco de magia. Un estado de forma pasajero que, aderezado con palomitas y muchos reflejos, podía estar escondiendo a un portero con numerosas limitaciones. Después de su gran final de curso y su no menos brillante Mundial, se podría decir que, para gran parte de la opinión pública y de la crítica, las primeras preguntas quedaron resueltas. El resto, como las anteriores y como todas las cuestiones del fútbol, las tendrá que responder el propio Keylor desde el césped. No puede ser de otra manera. Sin embargo, a través de lo ya visto sí se pueden trazar argumentos y analizar sus posibilidades.
Keylor Navas está acostumbrado a estar muy cerca de su portería.
Por encima de cualquier concepto, habilidad o característica, lo que define globalmente al nuevo portero del Real Madrid es su gran poder de concentración. Jamás se desconecta. Jamás se desenchufa. Jamás se relaja. Da igual que sea un partido de extrema actividad (Sevilla en el Ramón Sánchez-Pizjuán) o de menos intervenciones (Inglaterra en el Mundial), Keylor siempre está absorto con el balón y todo lo que le rodea.
Precisamente este hecho es el causante de que un notable defecto, como es su actitud cuevera, en la práctica no haya sido un problema real hasta la fecha. Su retrasada posición no recibía demasiada atención en el Levante, un equipo de repliegue intenso, pero con Costa Rica, que tiraba el fuera de juego bastante arriba, sí que quedó más exigida. Para cumplir este reto Keylor no ganó metros al campo, pero sí puso en práctica tres cualidades que unidas compensaban su posición original: concentración, lectura y velocidad. Así, en cinco partidos de la Copa del Mundo de Brasil ante rivales tan diferentes como poderosos, el portero costarricense no quedó malparado en ningún momento. Es más, en este aspecto llegó a sumar en más de una ocasión. Por poner un ejemplo extremo, en la prórroga ante Grecia, en inferioridad numérica y anímica, Keylor Navas logró resolver un error de marcaje de Johnny Acosta (foto 1) con una salida rápida y decidida ante la carrera de Gekas (foto 2). Y no es una jugada aislada, sino una constante. A día de hoy, Keylor es un portero cuya influencia no va mucho más allá de su área, pero que cuenta con las aptitudes necesarias para llegar a ser un activo importante a la espalda de su defensa -sobre todo a los lados-. En su nuevo club, con Ramos y Pepe marcando una de las líneas más adelantadas de Europa, debería dar este paso.
Bajo palos lo tiene absolutamente todo: agilidad, velocidad, capacidad de reacción, lectura…
Y es que, aunque resulte paradójico, Keylor Navas es un portero que vive en la cueva pero que rara vez interviene sobre la línea de gol. Aunque llueva, como tiene paraguas, sale de caza. Sea en un balón en largo o ante un disparo inminente, el arquero madridista realiza un intenso trabajo «pre-parada». Basta con seguirle cinco minutos durante un partido para darse cuenta de por qué el cartel de «milagrero» no es justo.
Rodillas flexionadas, espalda ligeramente encorvada, brazos extendidos y ojos abiertos como platos para, según toque, desplazarse con pequeños pasos sobre las puntas de sus pies; así de activa es su posición cuando el rival ronda su área. Y no para. Ésta es la postura que debería tener cualquier portero, pero Navas la ha radicalizado de tal forma que ha logrado marcar diferencias. Así, de hecho, comienza una de sus acciones más destacadas: el achique. En esto es impresionante. Bestial. O más. No hay adjetivo justo para definirle. En cada disparo, sobre todo si es cercano, el tico le gana al menos dos pasos al atacante, con lo que la portería deja de medir 7,32 por 2,44. Esta acción, mezcla de lectura y explosividad, es sin duda su sello personal. Y van dos ejemplos. Ante Inglaterra, tras un disparo fuera del área se produjo un rebote que dejó a Sturridge en una posición franca de remate (foto 1), pero fue Keylor quien, mientras el balón volaba, tomó ventaja saliendo disparado a los pies del inglés (foto 2), que falló el control y ni siquiera remató. Frente a su Madrid, en el Bernabéu, también logró ganar un par de metros (foto 3) a un remate de Cristiano (foto 4) que resultaron decisivos para realizar una enorme parada. Ésta fue elogiada por ser una brutal demostración de agilidad y reflejos, pero sin el trabajo previo nunca hubiera podido llegar. Keylor es un gato, sí, pero que antes de brincar teje telarañas. Algo parecido a lo que hace Weidenfeller y que le lleva, de forma inevitable, a detener muchos disparos con el tronco, la cara o, por supuesto, con las piernas.
Centrándonos en lo que es la parada en sí, el ex del Levante es tan magnífico cómo se dice. Ágil, rápido y explosivo, su capacidad de reacción resulta increíble. Va fenomenalmente bien abajo, maneja de forma notable los tiempos de la estirada, tiene muelles para llegar a cualquier ángulo y, además, es capaz de corregir direcciones en el aire. En el highlights de su exhibición en el Pizjuán, que podría resumir toda una carrera, se van retratando una a una sus habilidades. En la primera jugada sale a la perfección, en la segunda logra reaccionar en un remate a bocajarro para, luego, detener un disparo abajo, en la tercera acción imita la mítica parada de Gordon Banks hacia atrás y, en la última, vuela sin motor. Cuatro acciones tremendas de un valor incalculable que, además, también exhiben uno de sus defectos: los desvíos. Keylor es un portero que, además de blocar más bien poco, no tiene tan perfeccionada como debería la acción de desviar los remates. Aunque sabe poner la mano dura, no termina de colocarla bien del todo. Así, más balones de los deseados salen hacia el centro, lo que le lleva a tener que realizar numerosas segundas acciones que no siempre tienen éxito. De esta manera, Grecia logró forzar la prórroga en los octavos de final con un disparo cercano, pero centrado, que debió ser blocado y que, tras un mal desvío, acabó en gol.
Keylor Navas es un portero en franca progresión. Cada mes es mejor y más completo que en el anterior.
Pero cuando se habla de «ser más que un parador» no sólo se hace referencia a lo ya comentado, sino también a dos aspectos cada vez más valorados: el juego aéreo y el juego de pies. Antes de entrar de lleno en ambos, cabe anotar que Navas no ha parado de progresar desde que llegó a España. Sus técnicos elogian su brutal capacidad de trabajo y el talento le viene de serie, con lo que todo indica que, sobre todo en estos apartados, el tico aún tiene margen de mejora. Sea como fuere, a fecha de hoy, con los pies no es ni mucho menos un activo. Si bien no falla, le falta finura en el toque y no se le ve muy cómodo en estas lides. Rehuye aguantar el balón y rara vez arriesga un pase. Ha mejorado su desplazamiento medio hacia los lados, pero a su diestra aún le queda para ser precisa. No es un problema, pero tampoco una solución.
Más controlado tiene lo del espacio aéreo. Gracias a su concentración, agilidad y potencia, Keylor Navas se maneja en el área pequeña -que no grande- mejor de lo que, por lo general, se comenta. No es dominante, porque su físico no se lo permite, y su actitud es ciertamente pasiva, por el defecto de su posición inicial, pero cuando sale muestra tanta valentía como firmeza. Aún así, es cierto que lee mucho mejor las situaciones del segundo palo (foto 1) que las del primero (foto 2), donde le rematan en exceso. Analizando esto en perspectiva merengue, en la cuál deberá afrontar muchas menos situaciones de acoso y derribo que como granota, cabe destacar las situaciones a balón parado. En las acciones indirectas, Keylor no suele anticipar y demasiados balones cruzan el área. En los córners su actividad es notablemente mayor y suma bastantes aciertos, pero en la casa blanca deberá afrontar una nueva experiencia. Mientras Costa Rica defendía al hombre los saques de esquina y el Levante en zona, el Madrid hace un marcaje mixto. Un cambio y detalle menor, pero que se suma a las notables diferencias que supone pasar de jugar en el Ciutat a hacerlo en el Santiago Bernabéu. El reto, ciertamente, es tan bonito como imponente. Pura vida.
morelli 27 agosto, 2014
Yo cuando veo a Keylor siempre recuerdo al Casillas en modo onfire. Grandes reflejos, buen achique, con buena concentración y con una salida por alto modesta pero resultona.